Peter Bakker, presidente y CEO del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD)

Peter Bakker, presidente y CEO del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD)

Referentes Entrevista

Bakker, CEO del WBCSD: "El error del ecologismo fue centrarse en el clima y olvidar a los trabajadores"

El presidente y CEO del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés), Peter Bakker, analiza los retos de la sostenibilidad en un mundo pospandemia. 

3 enero, 2022 02:46

Hace 29 años se sembró en el seno de la Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas, celebrada en Río de Janeiro, el germen del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, más conocido como WBCSD (por World Business Council for Sustainable Development). Una plataforma de empresas globales que llevan desde principios de los 90 impulsando la sostenibilidad.

Hoy –y desde hace ya una década–, al frente del Consejo está Peter Bakker (Dieren Bajos, 1961). Durante su etapa previa, como consejero financiero y CEO de la empresa de logística y tranporte global TNT, este neerlandés recibió el Clinton Global Citizen Award (2009) y el Sustainability Leadership Award (2010), ambos premios reconocidos en el sector de la sostenibilidad. 

Desde 2011, el compromiso de Bakker para con el desarrollo sostenible es más firme que nunca. Por eso, lidera a más de 200 CEO de todo el mundo para, colectivamente, acelerar las transformaciones sitémicas que la industria y el mercado necesitan para asegurar un futuro menos desigual y más saludable para las personas y el planeta. 

Peter Bakker, presidente y CEO del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible

Peter Bakker, presidente y CEO del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible

Bakker hace hueco en su apretada agenda a ENCLAVE ODS y nos atiende –pantalla mediante– desde su despacho en Ginebra. 

¿Cómo ha evolucionado el sector privado desde la creación del WBCSD?

Al principio había una necesidad real de explicar qué era la sostenibilidad y por qué era importante para las empresas. Diez años después, el discurso pasó a ser cómo podíamos convencer a otros –los Gobiernos y la sociedad civil– de que las compañías tienen un papel positivo y crucial que desarrollar para hacer que el mundo sea un lugar más sostenible. Ahora, nos centramos en cómo vamos a escalar las soluciones que sabemos que existen.

¿Nos podría dar un ejemplo práctico?

En 2013 más o menos, el mundo empresarial y el WBCSD hicimos un poco de investigación sobre todo lo relativo al cambio climático y asumimos lo que decía la ciencia –en aquel momento se hablaba de un calentamiento global de 2 o 3 °C–. A partir de ahí empezamos a sopesar cuál debía ser nuestro objetivo final.

Sin embargo, ahora ya no hay lugar a dudas. Todos estamos de acuerdo: no podemos permitir que las temperaturas aumenten más de 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales y necesitamos descarbonizar el planeta antes de 2050. El reto en este momento es cómo vamos a acelerar esa transformación. Ese objetivo se ha convertido en una agenda de acción con la que las empresas han asumido las metas comunes.

¿Quiénes han sido, en el mundo empresarial, los que han pavimentado el sendero hacia la sostenibilidad?

Hemos visto compañías particulares liderando, como Unilever, Ikea o Kering, que han llevado a cabo un trabajo increíble. Pero eso es agua pasada. En estos momentos vemos cómo todas las empresas están realizando cambios transformativos en sus modelos de negocio y en sus procesos de producción. Si bien es verdad que sigue habiendo líderes como tal, los grandes cambios que he visto en los últimos dos años nos dicen que la sostenibilidad ya no se basa en la filantropía, sino que está integrada en el corazón de las empresas.

"La sostenibilidad ya no es filantropía; está integrada en el corazón de las empresas"

Entonces, ¿están cambiando los modelos de negocio?

Podemos poner como ejemplo el sector de la automoción. Si hubiese hablado con ellos hace cinco años sobre cambio climático, me hubiesen dicho que es muy importante pero que lo único que podían hacer era coches más eficientes. Si hablas ahora con los consejos de administración de marcas de automóviles, de lo único que hablan es de cómo fabricar coches 100% eléctricos y cómo implantar las estaciones de carga a nivel global. Sin duda, estamos hablando de modelos de negocio completamente diferentes.

La sostenibilidad a veces se confunde con el famoso greenwashing. ¿Cómo están previniendo las empresas esta práctica?

Ante todo, las compañías tienen que hacerse responsables de lo que hacen y rendir cuentas. Lo que veremos en los próximos años es que hay muchas empresas que se han marcado como objetivo ser cero emisiones antes de 2050, y deben ser transparentes sobre sus planes operativos para alcanzar esa meta. Su estrategia debe ser pública. Y la parte más crítica: las compañías deben revelar de la manera más transparente posible sus progresos.

Por eso, en la COP26 de Glasgow se lanzó el Consejo Internacional de Estándares Sostenibles (ISSB, por sus siglas en inglés) que hará de facto las normas de rendición de cuentas del desempeño de la sostenibilidad en las empresas. Tenemos que asegurarnos de que todas las compañías utilizan el ISSB, porque entonces todos los stakeholders podrán ver en las cuentas de resultados si realmente están reduciendo emisiones y trabajando para conseguir una sociedad más igualitaria.

"Hay cerca de 600 métodos de etiquetado de productos diferentes, necesitamos consensuar uno que sea global"

¿Hará el ISSB que el greenwashing sea cosa del pasado?

Si tenemos un objetivo basado en la ciencia, un plan operativo para llevarlo a cabo y un ciclo de reporting anual basado en el ISSB, el greenwashing desaparecerá. Porque todo el mundo podrá comparar la empresa A con la B a través de datos reales. Ya no se compararán eslóganes ni anuncios, sino los resultados y el verdadero progreso.

¿Cuál es el rol de los consumidores en el fin de este lavado de imagen verde del que hablamos?

Los consumidores deben demandar más claridad en todo lo relativo a la sostenibilidad de los productos que usan. Porque cuando estamos en el supermercado no siempre queda claro ni es sencillo de entender la huella de un producto. Hoy, más o menos, sabemos qué es saludable y qué no, porque podemos comparar etiquetas. Sin embargo, lo que está producido de manera sostenible no es tan sencillo de ver. Ahí queda aún espacio de mejora, y los consumidores deben formar parte de la conversación, sin duda.

¿Con qué modelo propone que introduzcamos la producción sostenible en el etiquetado?

En septiembre de este año se llevó a cabo la Cumbre de los sistemas alimentarios de Naciones Unidas y gran parte de la discusión giró en torno a si podíamos consensuar un etiquetado medioambiental global. Hay cerca de 600 métodos de etiquetado para productos diferentes, por tanto tú pones algo en la etiqueta pero no se puede comparar.

"La sostenibilidad se trata de la necesidad de transformarlo todo"

El desafío está en encontrar una manera comparable, que pueda llevarse de un país a otro. Ese será un elemento crucial, como también lo será la honestidad de las empresas a la hora de anunciar sus productos y de publicitar su sostenibilidad. Para ello, otra vez es necesario llegar a un acuerdo de etiquetado y publicidad. Hace ya una década más o menos que los anuncios de coches incluyen un mensaje en letra pequeña que indica el consumo de combustible del vehículo. Algo así se debería hacer en todos los sectores: el de la alimentación, el textil, el de la cosmética, etc.

¿Es posible transformar nuestros sistemas productivos para que sean más circulares todo lo rápido que el planeta necesita?

La sostenibilidad se trata de la necesidad de transformarlo todo. Ya no son las compañías eléctricas las que podrían atajar el cambio climático. No. Tenemos que cambiarlo todo: cómo comemos, cómo nos movemos, cómo nos divertimos, cómo construimos… Pero cada sistema productivo tiene que sumergirse en la transformación hacia una producción sostenible.

Por ejemplo, si queremos que el sistema alimentario sea más sostenible, necesitamos apostar por prácticas que sean más respetuosas con los suelos, es decir, impulsar la agricultura regenerativa, pero también mejorar las prácticas ganaderas y analizar el impacto real que tenemos en los ecosistemas naturales. Además, es imprescindible ver qué tecnologías podemos implementar para acelerar la transformación. Cada sistema productivo tiene que entender primero su impacto medioambiental y social, y luego ver cuáles son las empresas líderes que pueden arrastrar al resto hacia el cambio.

En términos de fuerza laboral, ¿qué supone esa transformación de los sistemas productivos?

El gran error que ha cometido el movimiento ecologista es que sólo se ha preocupado, durante demasiado tiempo, por el clima, la contaminación y las emisiones, y olvidó el impacto en los trabajadores. Pero eso ha cambiado: en la COP26 de este año era imposible hablar de descarbonización sin hacerlo a la vez de transición justa. Es decir, en qué se traduce la transición ecológica para los trabajadores.

"Con el 'shock' de la pandemia, las empresas han dado cuenta de lo mal preparadas que estás sus cadenas de suministros"

La verdad es que en la mayoría de los ejemplos de transiciones que ya se han empezado a desarrollar se está empezando a observar que emergen más puestos de trabajo de los que se destruyen.

¿Está la transición justa realmente en la agenda de las compañías?

Para las empresas con las que trabajamos en el WBCSD, el cambio climático es muy importante, también lo es la biodiversidad, pero el fin de las desigualdades es ahora mismo el área de trabajo que más rápido crece. Todas las compañías han entendido que si no hacemos que esta transición sea justa, la gente no la aceptará. Y es clave averiguar cómo hacerlo en los próximos dos o tres años. Necesitamos reconvertir las industrias.

La transición tampoco será justa si deja atrás a los 160 millones de menores en el mundo que sufren trabajo infantil. ¿Cómo pueden las empresas hacerle frente en toda su cadena de producción?

Hay dos partes a tener en cuenta. La primera es que tenemos que entender cuáles son los motivos de raíz por los que los niños trabajan. Uno de cada diez niños lo hace, es horrible. Está pasando. Y en parte es por la desigualdad enorme que existe en el mundo. Las empresas necesitan entender en qué parte de la cadena de suministro se produce este fenómeno –normalmente en las relacionadas con materias primas– y qué pueden hacer para llevar a cabo una compensación justa.

"El fin de las desigualdades es ahora mismo el área de trabajo que más rápido crece en el mundo empresarial" 

Hay un concepto llamado salarios dignos en la cadena de suministro que hace referencia a esos 500 millones de granjeros viven por debajo del umbral de la pobreza. Cultivan la comida de todos, pero no pueden alimentar a sus propias familias. Eso no es justo. La gente que cultiva los alimentos que las empresas utilizan en su cadena de suministro debería recibir un salario digno. La mayoría de los niños que trabajan lo hacen en unidades familiares: si un granjero gana lo suficiente no necesitará poner a sus hijos a trabajar.

¿Y la segunda parte que mencionaba?

Al igual que con los derechos humanos, las empresas necesitan integrar a la debida diligencia de la cadena de suministro a la infancia. Es decir, es importante poner a los niños en el centro, pagar sueldos dignos a sus padres y presionar a otros socios de la cadena de producción para que hagan lo mismo.

Acabar con el trabajo infantil es clave para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero ¿cómo impacta la covid-19 en la manera en que las empresas abordan la sostenibilidad?

En marzo de 2020, con el inicio de la pandemia, estábamos bastante preocupados de que la gente se empezase a centrar sólo en su negocio principal y dejase de invertir en sostenibilidad, pero ha ocurrido lo contrario. Los líderes empresariales han vivido un shock masivo –la pandemia– y se han dado cuenta de lo sumamente mal preparadas que sus cadenas de suministros están.

Incluso hoy, tras casi dos años, a muchas cadenas de suministro les cuesta cumplir su labor. Todo el mundo sabe que el cambio climático, el malestar social o la pérdida de biodiversidad pueden provocar muchos más shocks profundos en un futuro. Pero además, todas las empresas han aprendido cuán interconectados estás todos los problemas: la presión en el medio ambiente puede derivar en un brote sanitario, que lleva a una crisis económica, que desemboca en renuncias medioambientales…

"Hoy, la sostenibilidad está en la agenda de cada compañía y cada CEO"

La covid ha llamado a las puertas de todos los hogares de todos los países. Y eso ha cambiado la forma de ver el mundo de la gente. El cambio climático ya no es algo sólo de los científicos; la sostenibilidad se ha convertido en algo muy relevante: está en la agenda de cada compañía y cada CEO.

Parece que es el momento oportuno para que la WBCSD brille.

Organizaciones como el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible tenemos más trabajo que nunca. Cada vez hay más compañías preguntándonos cómo acelerar sus compromisos. Hemos pasado de conversaciones sobre por qué hacerlo a otras sobre cómo hacerlo.

Cuando trabajas en sostenibilidad, hay días en los que te deprimes porque parece que no hay luz al final del túnel. Pero últimamente es todo más optimista. La gente quiere cambios, tanto los consumidores en la calle como los líderes en las empresas: necesitamos cambiar ya, porque sino no seremos capaces de sobrevivir.