Durante años, hablar de sostenibilidad en movilidad significaba sustituir motores de combustión, renovar flotas hacia el modelo eléctrico o ampliar carriles bici. Hoy, sin embargo, la verdadera transformación sucede en los datos. La inteligencia artificial permite anticipar, planificar mejor y actuar antes de que los problemas aparezcan. Las ciudades han empezado a pensar.

La IA ofrece la oportunidad de cumplir unos Objetivos de Desarrollo Sostenible que exigen rediseñar una movilidad urbana todavía demasiado dependiente del vehículo privado. En España, el 65% de los desplazamientos diarios se hacen en coche y el transporte por carretera genera el 27% de las emisiones nacionales. El reto es estructural.

Con un parque móvil que supera los 36 millones de vehículos y más de 150 Zonas de Bajas Emisiones en marcha, resulta evidente que la gestión del tráfico no puede seguir basándose en la reacción. La transición hacia un modelo predictivo es imprescindible para avanzar hacia ciudades más limpias, eficientes y saludables.

La inteligencia artificial ya permite detectar congestiones antes de que surjan, optimizar rutas según la demanda, sincronizar semáforos con criterios de eficiencia o evitar desplazamientos innecesarios. Cuando la movilidad deja de depender solo de infraestructura física, se vuelve más ágil, más segura y profundamente más humana.

Pero no hablamos solo de tecnología. Hablamos de visión urbana. Una ciudad que aprende es una ciudad que protege el tiempo, la salud y el bienestar de quienes la habitan. La Agenda 2030 exige urbes inclusivas, resilientes y sostenibles, y ninguna lo logrará gestionando la movilidad como en el siglo pasado.

La aplicación de IA no solo transforma el tráfico: revoluciona también el transporte público. Los horarios fijos dejan paso a sistemas dinámicos que ajustan frecuencias y rutas en tiempo real. Un autobús que llega cuando se necesita y no solo cuando toca, mejora la experiencia ciudadana y refuerza la equidad urbana.

Cada desplazamiento genera información valiosa. Cuando esa información se analiza de forma inteligente, permite reducir emisiones, acortar tiempos de viaje y optimizar recursos. Una ciudad que interpreta datos toma decisiones más acertadas que otra que solo registra cuántos vehículos pasan por un punto concreto.

La logística urbana también vive un cambio de paradigma. La IA permite diseñar rutas más eficientes, anticipar la demanda y reducir kilómetros recorridos. Esa optimización no solo mejora la sostenibilidad del reparto: devuelve espacio público, reduce ruido y mejora la calidad del aire en los barrios.

Ilustración de un coche inteligente.

Ilustración de un coche inteligente. Cedida

Sin embargo, la transición no está exenta de desafíos. La interoperabilidad, la protección de datos, la brecha digital o la aceptación social de nuevas herramientas son debates imprescindibles. La tecnología, por sí sola, no garantiza una movilidad justa; es la gobernanza la que define su impacto real.

Por eso resulta esencial la colaboración entre administraciones, empresas, universidades y ciudadanía. La IA es poderosa, pero solo será transformadora si se aplica desde la responsabilidad, la transparencia y el consenso. Ninguna ciudad puede avanzar sin un marco común que genere confianza.

España tiene una oportunidad excepcional para liderar este cambio. La inversión pública en digitalización, el impulso del PERTE de movilidad y el empuje de un ecosistema tecnológico dinámico sitúan al país en una posición privilegiada. La movilidad sostenible no es un horizonte lejano: ya está en marcha.

La inteligencia artificial no resolverá todos los retos urbanos, pero sí es el punto de apoyo que nos permite mover la ciudad hacia un lugar mejor. Con cada decisión basada en datos avanzamos un paso más hacia los ODS. Con cada error evitado ganamos tiempo, aire y vida.

*** Javier Goikoetxea es CEO de Next Mobility.