Soy una trabajadora humanitaria de Acción contra el Hambre en el Territorio Palestino Ocupado, pero no puedo revelar mi nombre verdadero por cuestiones de seguridad. Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quiero alzar mi voz para compartir la historia de resiliencia y fortaleza de las mujeres en este pueblo herido.
Conozco muy bien esta tierra. He vivido en Gaza durante casi dos años y, desde que estalló el conflicto, he podido entrar a la Franja en cinco ocasiones. La última vez llegué a Gaza en enero, tras el inicio del alto el fuego. Crucé a través del paso fronterizo de Kerem Shalom con una maleta preparada para sobrevivir durante tres semanas.
Cuando viajas a Gaza, has de pensar que tienes que llevar en una maleta todo lo que necesites para vivir: artículos de higiene, ropa, comida… La vida en la Franja se parece a aquellas películas apocalípticas donde todo está destruido y solo hay ruinas.

Reuters Gaza
Esta vez he notado un cambio sustancial respecto a los anteriores meses de conflicto: la tensión ha disminuido y se respira una cautelosa esperanza. Pero lo que ven mis ojos es devastador: familias enteras han perdido sus hogares y seres queridos. La reconstrucción es una tarea titánica que llevará años.
Sin embargo, a pesar de todo, la vida se sigue abriendo paso. He visto con mis propios ojos cómo las personas regresan a sus casas destruidas, buscando entre los escombros algo que pueda ser reutilizado. Dedican tiempo, esfuerzo y los pocos recursos que tienen para arreglar lo que pueden, aferrándose a la esperanza de volver a construir un hogar.
Este acto de resistencia, esta determinación de reconstruir, es lo que me da fuerzas para seguir adelante.
He vuelto a saludar a una madre que participó en uno de nuestros proyectos. Me emociona ver cómo, a pesar de la falta de ingredientes y gas para cocinar, ha logrado mantener viva la tradición de la pastelería familiar.
Su hijo soñaba con ello, pero era ella quien tenía la visión, la fuerza para llevarlo adelante. El suyo es solo un ejemplo de la resiliencia y el impacto fundamental de las mujeres en sus comunidades.
Trabajo con Acción contra el Hambre, una organización humanitaria que proporciona ayuda esencial a la población de Gaza. Distribuimos agua, alimentos, kits de higiene y tiendas de campaña, pero nuestro trabajo va más allá de la mera asistencia. Buscamos soluciones a largo plazo, como la rehabilitación de infraestructuras básicas, como pozos de agua y sistemas de saneamiento.
En el norte de Gaza, estamos trabajando para recuperar servicios esenciales que permitan a la población volver a una vida más normal. Por ejemplo, estamos reparando cañerías y rehabilitando pozos para garantizar el acceso al agua potable.
Sin embargo, las necesidades siguen siendo enormes. Las familias viven en tiendas de campaña que apenas resguardan de la lluvia y el frío.
La falta de higiene, la ausencia de baños y duchas, y la contaminación del agua son problemas graves que amenazan la salud de la población. La situación se agrava con las lluvias y el frío, que inundan los campos y propagan enfermedades.
A pesar de las dificultades, mis compañeros y compañeras de Acción contra el Hambre trabajan incansablemente para ayudar a la población de Gaza. Muchos de ellos también han sido desplazados y han perdido sus hogares, pero siguen comprometidos con su trabajo. Su valentía y dedicación son una fuente de inspiración para mí.
Como mujer cooperante, me siento orgullosa de formar parte de este equipo. Creo que las mujeres tenemos un papel fundamental en el trabajo humanitario. Aportamos una perspectiva diferente, una sensibilidad especial para comprender las necesidades de las personas y una gran capacidad de empatía.
En Gaza, he conocido a mujeres increíbles que han perdido todo, pero que siguen luchando por sus familias y sus comunidades. Son mujeres fuertes, resilientes y llenas de esperanza. Su ejemplo me conmueve y me impulsa a seguir trabajando por un futuro mejor para Gaza.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, quiero rendir homenaje a todas ellas. Su solidaridad nos da fuerzas para seguir adelante. Juntas podemos hacer la diferencia.
***María B. es el nombre ficticio de una trabajadora humanitaria real de Acción contra el Hambre en Gaza.