Está claro, las energías renovables se presentan como una oportunidad única para que nuestro país se posicione como proveedor inigualable de energía limpia. Sin ir más lejos, en los últimos años, España se ha colocado a la cabeza de las potencias mundiales en el desarrollo del hidrógeno verde.

La formulación de políticas claras y favorables, así como la incentivación de inversiones en infraestructuras y tecnologías relacionadas, serán esenciales para seguir impulsándonos hacia esa meta. Nuestro país está ante la oportunidad de liderar este campo en Europa. Y tanto es así que el Gobierno ya apuesta por ello con un plan financiado con fondos europeos de hasta 16.300 millones de euros para energías renovables e hidrógeno verde, un elemento clave para impulsar esta descarbonización.

En este sentido, el año 2023 nos impulsó a seguir apostando por el este tipo de energía, no solo por la bajada de precios, las políticas adecuadas y los numerosos proyectos que ya están en marcha; sino porque España se ha posicionado como el primer hub de hidrógeno verde del continente.

Esto viene marcado, en gran medida, a la posición geográfica de nuestro país, además de su robusta red de infraestructura, que nos aporta un relevante potencial de generación renovable, lo que nos permite colaborar estrechamente con las administraciones públicas y nos otorga las capacidades industriales necesarias.

Durante el ejercicio del año pasado, la cartera de proyectos de hidrógeno verde creció un 35% con respecto a 2022, según el último informe publicado por el Consejo Mundial del Hidrógeno. A su vez, el análisis señala que la economía mundial del hidrógeno está en crecimiento pese a limitaciones como las cadenas de suministro o la subida de los tipos de interés.

Por último, el informe confía en la reducción de los costes de los electrolizadores en hasta un 70% para 2050 como la gran palanca para hacer competitivo el coste del hidrógeno verde. Para ello, se requieren medidas adicionales, como la estandarización de los proyectos, que podría reducir el coste final de los mismos en un 25%.

Por lo tanto, no tengo ninguna duda de que 2024 será un año esencial para avanzar en la implantación del hidrógeno verde y convertir a España en referente mundial de esta forma de energía. Tanto es así que este año ha tenido lugar el primer Consejo Mundial del Hidrógeno en Valencia, donde se han presentado las principales iniciativas que se están desarrollando: en el país que, según la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), son 123.

Es cierto que la maduración de proyectos de hidrógeno verde será gradual, pero su apuesta es clara, ya que son una pieza clave para la descarbonización industrial y del transporte. Lo que, al mismo tiempo, ayudará a reforzar el desarrollo de hidrógeno verde en España. De esta manera, será importante avanzar en la reducción de los costes de producción y generar sinergias con la industria para garantizar su aplicabilidad y lograr una escalabilidad más rápida.

Así pues, la Unión Europea se ha fijado como meta producir un millón de toneladas de hidrógeno verde este 2024, estimando que para 2050 este elemento suponga un 14% del mix energético, frente al 2% actual. A pesar de ello, existen algunos obstáculos para su contribución total a la transición energética como los costes de la energía, el desarrollo normativo, los mecanismos financieros, la formación y capacitación y la colaboración con la administración pública.

En este sentido, el principal desafío es su elevado coste, sin embargo, con el apoyo político adecuado irá cayendo de forma mucho más veloz que la estimada y para 2025 su precio será un 85% menor, según BloombergNEF (BNEF).

Por otro lado, de acuerdo al informe Hydrogen Insight 2023 December Update, actualmente los proyectos globales de hidrógeno anuncian una capacidad de producción de 45 millones de toneladas anuales para 2030, sin embargo, hasta octubre del año pasado, solo 3 millones de toneladas han avanzado más allá de la etapa de FID (Decisión Final de Inversión). Esto demuestra que el desarrollo normativo también se alza como otro de los desafíos importantes a los que nos debemos enfrentar para alcanzar la transición energética.

De la misma manera, promover mecanismos financieros más ágiles y adaptados, respaldados por permisos adecuados, será crucial para acelerar los proyectos de hidrógeno verde, así como ejecutar proyectos a distintas escalas. Es decir, las infraestructuras nacionales son clave para reducir los costes, mientras que los proyectos locales impulsan nuevos mercados y aplicaciones.

A su vez, dentro de la agenda 2024 del sector del hidrógeno verde, se enfatiza la necesidad de poner en valor programas educativos que abarquen desde la formación universitaria hasta la capacitación profesional, que reconozca la importancia de talento calificado en todos los niveles.

La colaboración público-privada, así como entre los diferentes actores de la cadena de valor, es otro de los elementos fundamentales para impulsar el desarrollo del hidrógeno verde. Con el compromiso y la acción conjunta, podemos avanzar hacia un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

En conclusión, el camino hacia la adopción masiva del hidrógeno verde como una fuente de energía primaria es claro y prometedor. España, con su compromiso y liderazgo en este campo, tiene la oportunidad de jugar un papel fundamental en esta transición hacia un futuro más sostenible y resiliente.

No obstante, este camino no estará exento de desafíos. Se requerirá una continua colaboración entre gobiernos, empresas, instituciones educativas y la sociedad en su conjunto para superar las barreras y aprovechar plenamente el potencial del hidrógeno verde.

Es hora de actuar con determinación y visión a largo plazo. Al hacerlo, no solo estaremos protegiendo nuestro planeta para las generaciones futuras, sino también abriendo nuevas oportunidades económicas y tecnológicas para nuestro país. El hidrógeno verde no es solo una fuente de energía, es un símbolo de nuestro compromiso colectivo con un futuro más limpio, más verde y más próspero.

***Tobias Greiling es CEO y cofundador de Ansasol.