En los últimos meses, la IA está generando debates muy interesantes y absolutamente necesarios. Debates que, al mismo tiempo, deben hacer plantearnos también qué sabemos realmente de los desafíos que trae consigo esta tecnología, de su uso seguro y responsable, además de su impacto en nuestra sociedad.

Sin duda, tenemos que ser conscientes de que la inteligencia artificial tiene un gran potencial transformador y un claro carácter disruptivo que está probablemente en uno de sus momentos más álgidos y decisivos. Y que, como todo lo que está en pleno desarrollo y crecimiento, necesita espacio para conformarse y calibrarse de la forma más adecuada y acorde con su penetración y su expansión, cada vez más exponencial. A la IA, por tanto, debemos darle un espacio para el análisis, el estudio y el debate en torno a las oportunidades que ofrece y, cómo no, también para establecer un marco consistente para su desarrollo y aplicación responsable.

El análisis de datos y la aplicación de inteligencia artificial son poderosas herramientas que nos permiten aprovechar al máximo el potencial de la información que generamos y recopilamos en todos los sectores económicos, y más en el industrial, el eje vertebrador de la innovación y el empleo. Por este motivo, están siendo motores clave que impulsan la innovación, la eficiencia y la toma de decisiones fundamentadas. Pero sobre todo están jugando un papel crucial para conseguir una actividad empresarial y económica competitiva.

Por tanto, fomentar la eficacia de nuestras organizaciones a través del uso de la IA y los datos no solo implica el aumento de la productividad, sino también la sostenibilidad y la eficiencia en el uso de nuestros recursos. Debemos entender que la inteligencia artificial complementa y potencia la labor de los empleados, facilitándoles sus procesos y tareas, e incluso puede ayudar a promover la conciliación laboral y aumentar la seguridad de las personas en sus puestos de trabajo.

El avance en el uso de estas tecnologías tendrá un impacto transformador en nuestra sociedad y, por extensión, en nuestras vidas a nivel general. Por esta razón, es necesario garantizar una inteligencia artificial responsable que contribuya a construir una sociedad mejor y más sostenible.

Cuando hablamos de una IA segura y responsable, lo hacemos para hacer referencia a aquella que pretende evitar impactos o externalidades negativas derivadas de su mal uso. La tecnología es éticamente neutra, por ello es necesario asegurar, entre otras cosas, que el desarrollo de la IA no esté sujeta a estereotipos sociales, que sea transparente y pueda explicar sus razonamientos; que pueda asegurar la seguridad física de las personas; que sea fiable; o, que gestione de manera correcta la gobernanza de los datos.

Sin perder de vista todos los aspectos anteriores, resulta imprescindible crear una regulación que no frene el desarrollo de estas herramientas y que a la vez sea capaz generar un marco de confianza que nos permita afrontar con todas las garantías los desafíos que está despertando esta tecnología.

Por eso es importante encontrar un equilibrio entre todas las dimensiones que la adopción de la IA supone para la sociedad. En definitiva, debemos trabajar para establecer la forma más idónea de desplegar esta tecnología, sin dejar de lado la seguridad y la normativa. Para ello, es necesaria la colaboración de todo el ecosistema empresarial y las administraciones públicas, para afrontar con éxito los grandes retos que trae consigo la aplicación de la IA en nuestras organizaciones y en nuestra sociedad.

***Valero Marín es presidente de IndesIA.