Un grupo de niños levantando una pelota en representación del planeta Tierra.

Un grupo de niños levantando una pelota en representación del planeta Tierra. Istock

Historias

La cooperación que nace de la semilla del conocimiento: educación, ciencia y cultura como motores del desarrollo

A través de sus acciones, la OEI ha demostrado la importancia de convertir la producción de conocimiento en medidas concretas con impacto real.

Más información: La UAM concede a la OEI el II Premio 'Ricardo Díez Hochleitner' por su labor en la cooperación educativa

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Una base intelectual subyace en la acción transformadora que supone la cooperación internacional. La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) no entiende las líneas de desarrollo que ejecuta sin esa dimensión que supone la creación y la transmisión de conocimiento a través de la educación, la ciencia y la cultura.

Diga cooperación internacional. Seguramente sus escuchantes o contertulios entenderán al segundo que se refiere a proyectos sobre el terreno, ayuda a los más necesitados, asistencia técnica, apoyo económico…

Es y no es. Porque hay otra cooperación, que está en esa, pero que es menos visible. Y, sin embargo, su aportación es tan decisiva como la que se entiende como clásica. Es más, seguramente sin ella, esa no existiría. Porque se trata de la producción y de la transmisión de conocimiento que sustenta esas acciones de cooperación.

Si hablamos de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), ambas dimensiones son inseparables. Con más de 600 proyectos anuales en la región, sus teorías en torno a la educación, la ciencia y la cultura, cuentan no solo con líneas de desarrollo sino con respaldo científico.

Ejecuta esa cooperación, desde luego. Pero previa y paralelamente produce conocimiento en ciencia, educación y cultura, y lo convierte en acción transformadora. Siempre recuerda el secretario general, Mariano Jabonero, es fundamental que la cooperación suceda y tenga un impacto real.

Según el secretario general adjunto de la Organización, Andrés Delich, "su naturaleza operativa hace que esa dimensión intelectual quede en ocasiones en segundo plano. Sin embargo, es precisamente la combinación de conocimiento y acción la que define la evolución del modelo de cooperación iberoamericano y explica su impacto real en el desarrollo humano sostenible".

A lo largo de sus más de 75 años de vida la OEI ha ido generando una serie de organismos que han contribuido a desarrollar su vocación de generar comunicación y publicaciones.

En su desarrollo han sido fundamentales, por ejemplo, los Consejos de expertos que aportan sugerencias y conocimiento ad honorem. Estos permiten a la Organización enfocar su acción en temas fundamentales y de actualidad en sus diferentes áreas de trabajo.

Reunión del Consejo Asesor de la OEI en Madrid, 2025.

Reunión del Consejo Asesor de la OEI en Madrid, 2025. Cedida

Entre ellos, el consejo asesor, la comisión experta de multilingüismo, la comisión experta de derechos humanos, democracia e igualdad, la comisión experta de cultura y la comisión editorial de Iberoamérica en Democracia, en la que participa Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de ENCLAVE ODS.

Como pilar fundamental para llevar a cabo esa cooperación que ha de suceder y sucede, cuenta con el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS), con sede en Buenos Aires.

Su misión es tan ambiciosa como crucial: recopilar, armonizar, analizar y difundir información rigurosa que permita a los países iberoamericanos comprender la evolución de sus sistemas de ciencia, tecnología y educación en un contexto global.

Para facilitar el análisis y la investigación, el observatorio ha desarrollado Intelligo. Se trata de una herramienta basada en análisis de lenguaje natural que permite explorar documentos académicos y patentes.

Lo hace mediante mapas temáticos que muestran vínculos entre conceptos, tendencias de investigación y metadatos de millones de documentos provenientes de repositorios de toda la región y de bases de patentes internacionales.

El dato acompaña al relato

Bajo la coordinación de Rodolfo Barrere, el Observatorio articula su trabajo a través de dos grandes redes regionales: la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) y la Red Iberoamericana de Indicadores de Educación Superior (INDICES).

La primera produce la información más completa disponible sobre inversión en I+D, personal investigador, patentes o publicaciones científicas. Para su elaboración cuenta con la colaboración de los ministerios de ciencia de todos los países iberoamericanos.

Justamente en este mes de diciembre se ha publicado El Estado de la Ciencia 2025, que elabora anualmente el RICYT con sus principales indicadores de ciencia y tecnología. El documento también incluye dossieres sobre temas clave en el quehacer científico-tecnológico de Iberoamérica y el mundo. En esta edición, el tema central es la computación cuántica.

Publicado por la OEI y UNESCO, el actual indica que, en 2023, la inversión en I+D aumentó tanto en Iberoamérica como entre los países latinoamericanos, aunque a un ritmo menor que el crecimiento económico regional. Además, deja evidente que la subida difiere según naciones.

La red INDICES cumple una función equivalente referida a la educación superior. Sus informes resumen número de matriculaciones, de egresos, de la participación en carreras STEM y otras modalidades de estudio, así como del gasto educativo.

En una región marcada por la heterogeneidad, disponer de esa información es una herramienta estratégica de gobernanza. Según se deduce de sus datos, por ejemplo, en Iberoamérica, el porcentaje de mujeres egresadas en carreras TIC ha caído del 25% al 19% en una década.

Cuenta Barrere que "en esos años, ha aumentado la inversión en I+D, pero tras la pandemia el crecimiento no ha acompañado al ritmo de la economía. Iberoamérica invierte en investigación de media el 0,77% del PIB, frente al 2,14% de la Unión Europea.

Además, especialmente en América Latina, la inversión se concentra en pocos países —Brasil, Argentina, México, Colombia y Chile representan cerca del 87 % del total—, lo que refuerza la importancia de la cooperación regional".

El Observatorio no se limita a describir la realidad. Identifica brechas estructurales, lo que indudablemente sirve para orientar políticas públicas.

Entre ellas es fundamental la de género. Barrere destaca que "en países como Paraguay, Argentina, Uruguay y Venezuela las mujeres representan la mitad del personal investigador, si bien en otros su presencia es sensiblemente menor, sobre todo en áreas como ingeniería o en el sector privado".

Presentación del informe 'La llegada de la IA a la educación en América Latina' en Madrid, 2025.

Presentación del informe 'La llegada de la IA a la educación en América Latina' en Madrid, 2025. Cedida

Lo contextualiza con más datos: "En España, las mujeres suponen alrededor del 42% del personal investigador; en Perú, el 32%". Se refiere también a la escasa investigación privada. "Tres de cada cuatro investigadores en América Latina trabajan en universidades y más de la mitad de la inversión en I+D procede de los gobiernos.

En contraste, en los países más avanzados el sector privado financia hasta el 60% de la investigación. Y destaca cómo esa desconexión entre conocimiento y empresa limita la productividad y refuerza la necesidad de políticas que acerquen ciencia, innovación y tejido productivo.

Los datos del observatorio toman vida en forma de conocimiento accesible a través otras publicaciones, más allá del Estado de la Ciencia. Entre ellas, Los Papeles del Observatorio, que profundiza en temas específicos de ciencia y tecnología.

También edita anualmente la revista CTS que recoge gran parte de la información generada por el área. Y complementa su labor con iniciativas como el Foro Iberoamericano de Vinculación, orientado a mejorar la relación entre universidad, empresas y sociedad; la plataforma de Políticas CTI, que reúne información sobre los instrumentos de política científica en la región; y premios como el Dr. Eduardo H. Charreau o el Premio OEI de Cuentos de Ciencia y Tecnología, que celebran la cooperación científica y la divulgación cultural.

Educación y cultura, en la base

La producción de conocimiento de la OEI se extiende al ámbito educativo y cultural. En el primero, ha elaborado recientemente junto a la UNESCO un informe regional sobre liderazgo escolar, que examina distintos modelos de gobernanza educativa y ofrece insumos clave para quienes deben tomar decisiones sobre sistemas escolares más eficaces y equitativos.

La Organización mantiene una red de cátedras con universidades de la región, orientadas a generar investigación, producir pensamiento crítico y promover redes de intercambio académico.

Entre ellas se encuentran la de Cultura Digital y Propiedad Intelectual (Universidad de Alicante), la de Educación (Universidad de Alcalá), la Cátedra Elena Piscopia centrada en IA, equidad de género y sostenibilidad (Instituto Brasileño de Enseñanza, Desarrollo e Investigación - IDP), la de Estudios Latinoamericanos (Universidad Autónoma de Lisboa) o la de Multilingüismo (Universidad Nacional de Asunción).

Presentación de la Comisión Experta de Cultura de la OEI en Lisboa, 2023.

Presentación de la Comisión Experta de Cultura de la OEI en Lisboa, 2023. Cedida

En cultura, la OEI trabaja desde hace años con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en un informe bienal que analiza la evolución cultural y su peso en el PIB. Los últimos datos muestran, por ejemplo, el crecimiento sostenido de la producción audiovisual, confirmando que la cultura no es solo identidad, sino también economía y empleo.

A ello se suma una intensa labor editorial. En 2024, fueron más de cien sus publicaciones, entre ellas la Revista Iberoamericana de Educación, que aborda los debates más candentes del sector.

Cuenta, además, en su web con un repositorio de más de 1.200 documentos. Esta producción sostenida ha permitido a la organización formar parte del Comité Mundial de Seguimiento de las Metas 2030, reforzando su papel como actor de referencia en el ámbito del desarrollo sostenible.

Entre sus informes, destaca Miradas, sobre la educación Iberoamericana, como parte del programa regional impulsado por la OEI en materia de educación, por cierto, mucho antes de que existieran las metas 2030.

El conocimiento hecho acción

El recorrido del conocimiento no se para en observatorios y publicaciones. Es fundamental "su largo alcance, hasta impactar en la vida cotidiana", insiste Andrés Delich. Y cuenta un ejemplo concreto: "Una aplicación desarrollada en Perú para el fortalecimiento de lenguas indígenas". E

s un proyecto piloto, pero sus resultados son elocuentes: entre un 11% y un 30% de mejora en el rendimiento de los estudiantes participantes. "Queremos replicar la experiencia en otras naciones", añade.

Este tipo de propuestas ilustran cómo la combinación de tecnología, capacitación docente y conocimiento local pueden generar cambios reales. "Lo más valioso es la gente que trabaja en los países", subraya Delich, destacando el papel de los equipos locales como agentes de transformación.

También señala el secretario general adjunto la creación hace seis años del Instituto Iberoamericano para la Educación y la Productividad. "Fue impulsado inicialmente por Enrique Iglesias, ex presidente del BID y primer secretario general de la Seguib, y Enrique García, ex presidente de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina. Hoy reúne a empresas, académicos y responsables públicos preocupados por un problema estructural: la productividad de la región no crece desde hace dos décadas".

El Instituto parte de una premisa clara: sin una mejor articulación entre educación, ciencia y empresa, no habrá crecimiento sostenible ni empleo de calidad.

Para ello impulsa investigaciones, encuentros de alto nivel y la revista Pódium, que analiza los desafíos del talento, la innovación y la competitividad. Uno de sus estudios más relevantes aborda el impacto real de las universidades en la productividad, debate clave en una región donde el conocimiento no siempre se traduce en valor económico.

Pluralidad y diálogo

Desde el Consejo Asesor de la OEI, presidido por Renato Opertti, se insiste en una idea central: "El conocimiento es la base del progreso, no solo material, sino también moral, social y democrático".

La singularidad de la organización reside en su capacidad de actuar como espacio de convergencia entre educación, ciencia, tecnología y cultura, evitando la fragmentación que a menudo debilita las políticas públicas. "Es una herramienta de progreso moral, desde el punto de vista de valores, espiritual y material porque permite mejorar la vida de las personas".

No es ni una idea ni una herramienta nueva. Porque ya en su nacimiento la OEI definió su intención de informar, documentar y coordinar.

Sus fines específicos, cuando se creó en 1949, como Oficina Central de Educación Iberoamericana, eran: "organizar servicios de información y documentación sobre el desarrollo de la educación, fomentar el intercambio cultural y educativo de personas, y difundir en todos los países iberoamericanos las experiencias logradas".

Presentación del nº13 de la revista PODIUM de la OEI.

Presentación del nº13 de la revista PODIUM de la OEI. Cedida

Y se comprometió a "convocar y organizar congresos, asambleas, conferencias, seminarios y demás reuniones sobre temas educativos", así como otro tipo de acciones de cooperación y coordinación técnica con los países miembros.

Ese conocimiento que hoy define el presidente del consejo asesor tiene varias características. "Es plural, porque no responde a un único enfoque en un mundo tan polarizado. Va a la raíz; así hoy sabemos cómo afecta la tecnología a la educación, por ejemplo. Integra conocimiento, estamos convencidos de que la complejidad actual de los temas requiere un diálogo transdisciplinar, a partir de la conexión".

"Y es un conocimiento dialogado, no mandatorio; es decir que son las personas y las organizaciones las que pueden exhibir diferentes opiniones. Por último, impacta en la acción. Y a través de esta lo hace en lo que a la OEI le interesa más: mejorar la vida de la gente", añade.

La organización canaliza este conocimiento a través de simposios, talleres, plataformas y conversatorios, trabajando directamente con gobiernos y comunidades. Esa capacidad de diálogo le ha permitido mantener una autoridad moral que trasciende coyunturas políticas y facilita la cooperación incluso en contextos de gran diversidad ideológica. "Eso —asegura Opertti— lo ha logrado el secretario general."

Uno de los grandes ejes transversales de esta labor es la relación entre educación y democracia. La OEI advierte de los riesgos de sociedades con déficits educativos persistentes: baja capacidad de pensamiento crítico, vulnerabilidad a la manipulación y desafección democrática. En regiones donde menos del 50% de la población expresa confianza en este sistema político, invertir en educación es una estrategia de seguridad y cohesión.

Opertti resalta la acción con y para los jóvenes. "Es necesario repensar la educación desde una perspectiva menos adultocéntrica. Nos enfocamos poco en conocer la cultura juvenil y adolescente… Uno de los grandes debes de la cultura latinoamericana es trabajar entendiéndolos sin prejuicios".

"La educación no es un tema de cambios de programa, sino la herramienta que permite formar a los líderes de las nuevas generaciones… Por eso, hay que hacerlo de manera distinta. Estamos empantanados en discusiones colaterales sin ver los problemas reales", continúa.

Y todo esto se debe ejecutar integrando tecnología, valores humanistas y pensamiento crítico. Opertti describe el momento en que vivimos como el de la quinta revolución industrial. "Esta plantea la complementariedad de la inteligencia híbrida en la que conviven seres humanas y robots. La pregunta es quién es el socio mayoritario y quién el minoritario".

"Hay que potenciar la inteligencia humana para que sea el socio mayoritario que colabore con la IA, pero con nosotros al mando, desde nuestro propósito y con pensamiento crítico… Para eso los niños tienen que saber manejar la lengua y los conocimientos básicos de lectoescritura", asegura.

Por ello es fundamental el fortalecimiento de educación y valores. "El mejor antídoto para evitar la manipulación es formar para ser seres pensantes y libres", sigue Opertti, que destaca que ese es un tema central para Jabonero. Y también es el enfoque del consejo asesor "que habla permanentemente de la necesidad de que las nuevas generaciones se apropien de la democracia".

Evento 'Las mujeres y la propiedad intelectual', de la Cátedra de Cultura Digital de la OEI y la UA.

Evento 'Las mujeres y la propiedad intelectual', de la Cátedra de Cultura Digital de la OEI y la UA. Cedida

En un tiempo marcado por la incertidumbre y la fragmentación, la OEI demuestra que el conocimiento —plural, compartido y orientado a la acción— es más que una herramienta. Se trata del instrumento más poderoso para impulsar la mejora de la vida de las personas.

Como aseguró el secretario general, Mariano Jabonero, en la recepción del premio Díez-Hochleitner otorgado por la UAM (Universidad Autónoma de Madrid) el pasado 11 de diciembre "la cooperación debe realizarse a través de evidencias y no de ocurrencias".