Imagen de archivo de dos niñas con gafas. iStock
¿Qué pasa con las gafas que ya no necesita? Babies Uganda les da una segunda vida y mejora la salud visual de cientos de niños
La farmacéutica y divulgadora Piluca Barrau promociona esta campaña que busca recordar que "ver el mundo debería ser un derecho".
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"A veces pensamos que una gafa vieja ya no sirve, pero en Uganda puede cambiar una vida entera. Ver el mundo, en todos los sentidos, debería ser un derecho, no un privilegio".
Con estas palabras, la farmacéutica optometrista y divulgadora Piluca Barrau explica su última colaboración con la oenegé Babies Uganda: una iniciativa que nace, dice, con "una idea muy sencilla: ayudar a los niños del país a ver el mundo y, con ello, facilitar su aprendizaje y su desarrollo".
El proyecto, que busca llevar gafas usadas, de esas que ya no se utilizan, al Estado africano, de la mano de la asociación que ya trabaja allí, nace como "un compromiso personal" de la propia Barrau.
"Desde mi papel como farmacéutica, optometrista y divulgadora de salud, quería aprovechar mis herramientas profesionales para contribuir a mejorar la salud visual y el bienestar de los niños en situación de vulnerabilidad", confiesa.
Ahora, trabaja con las responsables de Babies Uganda, que están sobre el terreno, para cubrir distintas necesidades con las que se han topado: la recogida de gafas es una de ellas, pero también de leches infantiles del número 3, cereales y pastas de dientes.
El propósito, indica Barrau, es doble: "Dar una segunda vida a las gafas que ya no usamos, promoviendo la sostenibilidad, y al mismo tiempo mejorar la salud visual de cientos de niños, que sin ellas no podrían aprender ni desarrollarse plenamente".
¿Basura o recurso?
La farmacéutica no tiene dudas: con este proyecto no se estaría deshaciendo de nada, sino dando "valor y esperanza a algo que aquí ya no usamos".
Porque, asegura, "cada gafa que donamos pasa a ser una herramienta de futuro para un niño o un adulto que la necesita".
Y apunta que en muchos lugares de Uganda, "una simple corrección visual puede marcar la diferencia entre poder estudiar o no hacerlo, trabajar o depender de otros".
Por eso, insiste en que reutilizar gafas se trata de "un gesto profundamente sostenible y humano", pues no sólo reduce residuos, sino que se prolonga la vida útil del producto con "un fin social".
La farmacéutica asegura, además, que Babies Uganda garantiza que cada gafa llegue a las manos adecuadas "gracias a un trabajo en terreno responsable y transparente".
De España a Uganda
Barrau confiesa que "el trabajo en Uganda [de la oenegé] es admirable". Con sede en España y el país africano, Babies apuesta por empleo local digno, por lo que contratan "a personas de la propia comunidad para que colaboren en los distintos proyectos de educación, salud y desarrollo".
Esto les permite obtener, según la farmacéutica, "resultados reales y sostenibles": sus iniciativas habrían beneficiado ya a más de 150.000 personas.