La vista aérea del dron del embalse del Guadalhorce en las montañas de Andalucía.

La vista aérea del dron del embalse del Guadalhorce en las montañas de Andalucía. yujie chen Istock

Historias

Así es la nueva normalidad hídrica del sur de España: calor extremo, acuíferos exhaustos y una sequía estructural

Las sequías en la península hace tiempo que dejaron de ser un episodio puntual culpa de largos veranos sin lluvia. Hoy es una realidad estructural.

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Arantza García
Publicada

Aunque la falta de lluvia es innegable, el sur del país está acostumbrado históricamente a los veranos secos y a las lluvias escasas.

El verdadero problema, tal y como señalan los expertos, es más complejo y, de nuevo, la culpa es de la mano del hombre: los acuíferos están exhaustos, la gestión por parte de las administraciones no siempre es la adecuada y el agua para la agricultura se sigue usando en determinados casos de una forma insostenible.

Esta combinación ha convertido al agua en un bien cada vez más escaso, y comienza a ser urgente buscar una solución.

La sequía en contexto

A nivel geográfico el sur de España se caracteriza por climas mediterráneos secos, con veranos calurosos y precipitaciones irregulares.

Lo que hace diferente la situación actual es que la sequía ya no es solo un fenómeno estacional, sino un problema persistente, agravado por décadas de sobreexplotación de los recursos hídricos.

Estudios comparativos con otros países mediterráneos, como Italia, Grecia o el sur de Francia, muestran que se trata de una tendencia general: la presión sobre los acuíferos y la creciente demanda agrícola han generado déficits de agua, lo que combinado con olas de calor y sequías prolongadas, aumenta los riesgos de desertificación.

Antes de profundizar en esta crisis hídrica, conviene aclarar algunos conceptos. Como explica Rafael Seiz, coordinador de política del agua de WWF España, es fundamental distinguir entre dos fenómenos distintos.

Por un lado, la sequía meteorológica, vinculada a la falta de precipitaciones —como ya hemos mencionado, un fenómeno natural y recurrente en nuestro clima mediterráneo—.

Por otro, la escasez estructural de agua, derivada de una gestión ineficiente y de una demanda que supera de forma crónica los recursos disponibles.

El humedal de Las Tablas de Daimiel se muere: se vuelve un secarral.

El humedal de Las Tablas de Daimiel se muere: se vuelve un secarral.

"Los ecosistemas mediterráneos están adaptados a las sequías naturales", explica Seiz, "pero el cambio climático está haciendo que estos episodios sean más largos e intensos, lo que genera un estrés hídrico adicional que puede tener consecuencias graves si los ecosistemas no están en buen estado".

Para el experto de WWF, este deterioro tiene una raíz clara: la sobreexplotación continuada de acuíferos, ríos y humedales. "Cuando se extrae más agua de la que los sistemas naturales pueden reponer, se pone en riesgo su capacidad de seguir proporcionándonos agua en el futuro".

Por ello, WWF defiende que la gestión hídrica debe basarse en la recuperación ecológica de los ecosistemas degradados y en una planificación integrada que combine recursos naturales y tecnológicos —como la reutilización o la desalación— sin comprometer el equilibrio ambiental.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) cuenta con estudios que confirman que la sobreexplotación de acuíferos ha provocado un descenso significativo de los niveles piezométricos (esta es la medida que indica la altura a la que se encuentra el agua subterránea dentro de un acuífero. En otras palabras, muestran hasta qué punto está lleno o vacío un acuífero), cese de la descarga de fuentes y manantiales e intrusión de aguas salinas en acuíferos costeros.

Según Francisco Javier Martínez Rodríguez, profesor asociado del Área de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Almería, "las situaciones de sobreexplotación se producen cuando la recarga media anual de las masas de agua subterránea es inferior a las extracciones necesarias para satisfacer las distintas demandas —urbanas, agrícolas, industriales o recreativas—".

"Los recursos hídricos extraídos por encima de la recarga anual no se renuevan, provocando un paulatino descenso de los niveles piezométricos y un deterioro de la hidroquímica del agua, especialmente en zonas costeras", explica.

En la provincia de Almería, por ejemplo, la agricultura es el sector que más agua demanda, más del 82% del total, y su uso es el que más influye en la sobreexplotación de los recursos.

A comienzos de la década, los Planes Hidrológicos de las tres demarcaciones presentes en la provincia —Mediterráneas Andaluzas, Segura y Guadalquivir— estimaron que el uso total de recursos hídricos rondaba los 560 hm³/año, de los cuales 115 hm³/año procedían de la sobreexplotación de masas subterráneas.

Estos planes tienen entre sus objetivos revertir esta situación, reduciendo las extracciones por debajo de la recarga media anual para permitir la recuperación de los recursos no renovables empleados en el pasado.

Martínez Rodríguez recuerda que "la sobreexplotación en Almería se viene produciendo desde finales de los años sesenta", y que ya en 1973 se aprobaron los primeros decretos que prohibían temporalmente los alumbramientos de aguas subterráneas en determinadas zonas agrícolas.

Desde entonces, se trabaja tanto en políticas de gestión de la demanda como de la oferta para afrontar esta situación.

Perspectiva de AEOPAS

El pasado mes de octubre, la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS) presentó su 4º Informe de sequía del año hidrológico 2024–2025 y lanzó PIRSAU, la Plataforma de Información de Riesgos de los Sistemas de Agua Urbana.

Esta herramienta centraliza indicadores clave sobre sequía, escasez y eventos meteorológicos extremos, permitiendo a operadores y autoridades conocer con detalle la situación de cada demarcación.

Luis Babiano, gerente de AEOPAS, explica a ENCLAVE ODS que "la mitad sur de España avanza, pero mantiene vulnerabilidades. La recuperación de los embalses y recursos es real, aunque frágil si aflojamos la guardia. Por eso promovemos planes municipales de emergencia activos y ensayados, telecontrol continuo, sectorización, gestión de presiones y protección de captaciones y acuíferos".

La sequía 'climática' se ceba con el campo español.

La sequía 'climática' se ceba con el campo español.

El informe señala que la reserva hidráulica peninsular se sitúa en torno al 55 % de la capacidad total, con niveles superiores a la media de 5 y 10 años, y que el verano de 2025 mostró solo tres Unidades Territoriales de Escasez en emergencia, afectando a 679.604 habitantes, cifras muy inferiores a 2024.

No obstante, se mantienen focos de vulnerabilidad en el Levante Almeriense, Campo de Calatrava–Montiel, Marina Baja y Baleares.

Consecuencias de la sequía

Para los agricultores del sur de España, la falta de agua no es solo un problema ambiental: afecta directamente a la productividad, eleva los costes y pone en riesgo la viabilidad de cultivos de alto valor económico.

A medida que descienden los niveles de los acuíferos, el agua salina avanza tierra adentro y compromete tanto el riego como el abastecimiento humano. La sobreexplotación de los recursos subterráneos, además, seca manantiales y fuentes, altera los ecosistemas acuáticos y reduce la biodiversidad.

El impacto ambiental va mucho más allá. La sequía deja los suelos más expuestos a incendios, erosión y pérdida de hábitats. Los humedales y ecosistemas costeros, esenciales para regular el ciclo del agua y mitigar inundaciones, se encuentran entre los más amenazados.

En el plano social, la presión recae sobre las comunidades rurales dependientes de la agricultura intensiva, donde la falta de agua puede incluso provocar desplazamientos temporales de trabajadores. También el turismo y la hostelería sufren las consecuencias de las restricciones en el suministro urbano y recreativo.

Qué se puede hacer

Frente a esta crisis, diversas comunidades autónomas y municipios han adoptado medidas para gestionar la demanda y la oferta.

Para la demanda agrícola de agua, la solución ha venido de la mano de la tecnología: la generalización del riego por goteo desde finales de los años setenta, el estudio de las necesidades hídricas reales de los cultivos, la introducción de programadores avanzados de riego y fertirrigación en los años 2000, y más recientemente la instalación de sensores de humedad y la aplicación de inteligencia artificial para digitalizar la gestión hídrica.

"De no haberse implementado a lo largo de los años estas mejoras tecnológicas —advierte Martínez—, la agricultura almeriense nunca habría podido alcanzar su actual desarrollo, pues se habría visto aún más limitada por la escasez de recursos".

También se han establecido restricciones en cultivos de alto consumo hídrico, incentivando variedades más resistentes a la sequía y adaptadas al clima local. Además, se desarrollan campañas de concienciación para fomentar un uso responsable del agua entre agricultores y población general.

Para WWF España, sin embargo, la tecnología debe acompañarse de una gestión basada en criterios ecológicos y sociales. Rafael Seiz subraya: "Necesitamos una transición hídrica justa y eficaz, que garantice el acceso al agua sin poner en riesgo la biodiversidad. Eso implica cambiar nuestra relación con el agua y apostar por soluciones basadas en la naturaleza, no solo por infraestructuras".

Un año más de sequía en los olivares de España.

Un año más de sequía en los olivares de España. Europa Press

En cuanto a la oferta, se han impulsado alternativas para no tener que extraer agua de los acuíferos en mal estado. En los últimos años, se ha potenciado la desalación de aguas marinas —con plantas como las de Carboneras, Almería, Campo de Dalías y Mar de Alborán— y la reutilización de aguas residuales urbanas en municipios como Vera, Pulpí, Roquetas de Mar, El Ejido o Almería, ante las dificultades crecientes para recibir transferencias externas (como el trasvase Tajo-Segura o la conexión Negratín-Almanzora).

Las plantas desaladoras y de reutilización de aguas regeneradas alivian la presión sobre los acuíferos, aunque no sustituyen la necesidad de una gestión sostenible. "Desalación y reutilización deben integrarse dentro de un modelo que respete la capacidad de carga de cada cuenca", añade Seiz de WWF España.

El cambio climático añade aún más complejidad a la gestión del agua. Según previsiones de CEDEX y AEMET, se estima que la reducción de recursos subterráneos por menor recarga será de aproximadamente un 4 % en la Demarcación de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas y del 7 % en la del Segura.

La demanda agrícola también podría incrementarse un 4 % debido al aumento de temperaturas. Estos factores obligan a combinar estrategias de gestión de la demanda con diversificación de fuentes, incluyendo desalación, reutilización y transferencias externas.

Martínez Rodríguez subraya: "Estos factores exigen que se combine la gestión de la demanda con la diversificación de recursos, integrando desalación, reutilización y transferencias externas, para asegurar la soberanía hídrica a medio y largo plazo".

Luis Babiano, gerente de AEOPAS, coincide: "Estamos pasando de reaccionar a anticipar. Activamos planes de emergencia, telecontrolamos en continuo, protegemos captaciones y ampliamos la reutilización para usos no potables. Ordenamos la demanda con datos abiertos y reglas conocidas, co-diseñando con ciudadanía y sectores intensivos en agua. Sin coordinación entre piezas no hay victoria posible".

Asimismo, la digitalización y el uso de inteligencia artificial seguirán siendo fundamentales para optimizar el riego y reducir el consumo de agua, estimándose que podrían recortar entre un 10 % y un 15 % del uso total.

Un desafío inaplazable

La sequía en el sur de España es un desafío complejo que requiere una respuesta integral y coordinada. La combinación de políticas históricas, adopción de tecnologías avanzadas y estrategias de sustitución de recursos está demostrando ser eficaz, pero sigue siendo necesario mirar y planificar a largo plazo.

La colaboración entre instituciones, comunidades y sectores productivos, junto con la integración de soluciones innovadoras como la inteligencia artificial, será clave para garantizar un futuro con agua para todos.

En palabras de Rafael Seiz, "garantizar agua para todos no es solo una cuestión técnica: es una cuestión de justicia ambiental y de futuro común".

Como concluye Luis Babiano, "Fortalecer lo público no es una consigna ideológica, sino una necesidad práctica. Solo con servicios públicos sólidos, coordinados y adaptativos podremos garantizar la seguridad hídrica en las próximas décadas".