Un hombre se refresca durante una ola de calor en 2023.

Un hombre se refresca durante una ola de calor en 2023. Bridget Bennett Reuters

Historias

"El cambio climático mata": en España mueren 40 personas por cada 100.000 habitantes por calor, según un informe

El 'Lancet Countdown' alerta de los peligros que vive Europa si no se toman "medidas sin precedentes" para atajar el calentamiento global.

13 mayo, 2024 02:26

“El cambio climático está aquí, en Europa, y mata”. Así de contundente es el último informe Lancet Countdown sobre salud y cambio climático en Europa, publicado la madrugada del 13 de mayo en la revista científica The Lancet Public Health. Una de las codirectoras del estudio e investigadora del ISGlobal, Cathryn Tonne, asegura a ENCLAVE ODS que el texto lanza un mensaje clave: la crisis climática "ya afecta a la salud” en el Viejo Continente, y “sus impactos negativos no se experimentan de manera equitativa”.

Las mujeres y las personas que viven en zonas con menos recursos, recalca la investigadora, sufren más las consecuencias de la emergencia climática en suelo europeo. En España, además, este impacto es especialmente visible en las muertes relacionadas por la exposición a temperaturas extremadamente altas: 39,9 muertes por cada 100.000 habitantes se deben al calor. Muy por encima de la media del continente, que también se ha visto afectada, situada en 17 por 100.000 habitantes.

El Lancet Countdown europeo, coordinado por el Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) y el Barcelona Institute for Global Health (ISGlobal), alerta de que tan solo en el verano de 2022 se produjeron en Europa más de 60.000 muertes prematuras debidas al calor. Aquel año, los termómetros marcaban en el Viejo Continente 1 grado más que el resto del año —y teniendo como referencia la última década del siglo XIX—.

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Según el texto, “con el calentamiento global actual, las proyecciones climáticas para Europa sugieren una progresiva reducción de las muertes relacionadas con el frío y, simultáneamente, un aumento de los fallecimientos por calor”. E insiste en que desde 2010 este incremento ya supera el ratio de reducción de decesos por bajas temperaturas.

Un reto ‘aquí y ahora’

Precisamente por eso, Tonne insiste en que “el cambio climático no es un evento futuro, sino que sucede aquí y ahora”. La investigadora asegura que la evidencia es clara: “Ya afecta a la salud de diferentes maneras”. E incide en que en las últimas dos décadas el impacto de la mortalidad por un clima más cálido ha quedado patente, especialmente “en cómo se hace posible que se desarrollen muchos vectores de enfermedades”.

Como ya se explicó en ENCLAVE ODS y reiteran los autores del Lancet Countdown, el verano del 2023 arrastró a los termómetros a temperaturas pico en el continente europeo. Las olas de calor que arrasaron la mitad sur de Europa fueron, califican los autores, “extremas”. Y recuerdan que en algunas zonas se superaron los 45 °C.

Las olas de calor, además, se han tornado más frecuentes; es más, han incrementado en un 41%. La zona más afectada, sin lugar a dudar, ha sido España, especialmente el centro y el sur peninsular, con 10 días más de calor.

Todo esto se convierte en un caldo de cultivo perfecto para patógenos y enfermedades como el virus del Nilo, el dengue, el zika, la malaria o la leishmaniosis, por ejemplo. El informe remarca que el sur de Europa tiene una tendencia a sufrir más enfermedades relacionadas con el calor, incendios forestales, inseguridad alimentaria, sequías, y enfermedades transmitidas por mosquitos y leishmaniosis.

Por el contrario, el norte de Europa está igual o más afectado por Vibrio y garrapatas, que pueden propagar enfermedades como la enfermedad de Lyme y la encefalitis transmitida por garrapatas. Además, desde The Lancet alertan de que tanto el inicio como el final de la temporada de polen han cambiado para el aliso, el abedul y el olivo. Sin embargo, su duración se ha mantenido en la mayor parte de Europa.

Salud desigual en un mundo que arde

Los impactos negativos en la salud relacionados con el clima no son los mismos en todo el globo, ni siquiera dentro de las fronteras del propio continente europeo. Y es que la manera en que la crisis climática azota una región o un país refleja, según los autores del Lancet Countdown, a menudo “desigualdades socioeconómicas y marginalización”.

En el informe, además, se realiza una reflexión sobre estas desigualdades en Europa, haciendo especial énfasis en los grupos de riesgo. Pero no solo eso: también se llama la atención sobre “la responsabilidad de Europa en la crisis climática”.

En todo el continente, el análisis de los datos del pasado año demuestran que la mortalidad relacionada con el calor fue el doble en mujeres que en hombres. Además, los hogares con bajos ingresos tiene una “probabilidad sustancialmente mayor de experimentar inseguridad alimentaria”.

Pero no solo eso: “Las muertes atribuibles a una dieta desequilibrada fueron más altas entre las mujeres y la exposición al humo de incendios forestales fue mayor en áreas altamente desfavorecidas”, escriben los autores.

Kim van Daalen, investigadora del Lancet Countdown en Europa, autora principal del informe e investigadora postdoctoral en el Centro de Supercomputación de Barcelona, recalca que "el cambio climático es inherentemente un problema de justicia social y ambiental". Y señala que, dentro de los países europeos, “las comunidades más desfavorecidas son particularmente afectadas por los impactos en la salud relacionados con el clima”.

Asimismo, alerta Van Daalen, los países europeos también “externalizan” las consecuencias sanitarias de “nuestro consumo”: “Otras partes del mundo experimentan contaminación del aire local y emisiones de gases de efecto invernadero como resultado de los bienes y servicios consumidos por Europa".

El problema de los GEI

Para Tonne, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es clave para evitar que estos riesgos para la salud “empeoren” y supongan “una mayor carga en lo que nuestras sociedades y sistemas de salud pueden soportar”.

Y recalca que si bien el informe “muestra una disminución en la contaminación del aire (PM2,5) en los últimos 15 años en Europa, esta se debió principalmente a la mejora de las tecnologías de control de la contaminación del aire”. Estas, matiza, “redujeron la contaminación del aire, pero no las emisiones de gases de efecto invernadero”. La reducción de estos últimos, indica la investigadora, “está ocurriendo demasiado lentamente”.

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Tonne señala a una conclusión clave del informe: “Más de la mitad de los países europeos todavía conceden subvenciones a los combustibles fósiles, y el carbón se utiliza para generar el 13% de nuestra energía”. La paulatina eliminación de las energías limpias y la eliminación de los subsidios, recuerda, son “una prioridad principal para mantener los niveles de cambio climático dentro del rango al que podemos adaptarnos”.

La acción climática no llega

En un comunicado, Rachel Lowe, directora de LCDE y líder del equipo de Resiliencia en Salud Global del BSC-CNS, incide en que ya se está “sintiendo el coste de la inacción climática”. Y señala: "Limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C a través de una transición justa y saludable proporcionaría beneficios que salvaría vidas en toda Europa y más allá”.

Por eso, los autores del Lancet Countdown insisten en la necesidad de implementar de manera urgente de “políticas climáticas que se centren en la salud y el bienestar”. Pues, alerta el informe, con la trayectoria actual, la neutralidad climática no se conseguirá hasta 2100.

También hay buenas noticias

Según Tonne, en el informe también hay cabida para las buenas noticias: “Al situar la salud en el centro de los planes para reducir los gases de efecto invernadero, podemos obtener beneficios sanitarios inmediatos y significativos”. La investigadora pone sobre la mesa que, si dejamos atrás los combustibles fósiles y adoptar “dietas más saludables con menos carne roja y lácteos”, el impacto en la calidad del aire sería reseñable.

“El informe muestra claramente que el cambio climático está impactando en la salud en Europa ahora mismo”, remarca. Pero, concluye, “como región global que ha mostrado un liderazgo significativo en la lucha contra el cambio climático, aún no está avanzando lo suficientemente rápido para prevenir las consecuencias para la salud del cambio climático”.