Vista del pantano de Rialb, el que abastece a Bacelona, a 24 de noviembre de 2022.

Vista del pantano de Rialb, el que abastece a Bacelona, a 24 de noviembre de 2022. Lorena Sopêna Europa Press

Historias Sequía

La paradoja catalana: la sequía persiste mientras en España se acumula más agua que hace un año

La falta de grandes lluvias acumula 25 meses, por lo que las desalinizadoras y el agua regenerada se han vuelto esenciales para el abastecimiento.

3 febrero, 2023 01:52

“Sin la desalinización, hoy estaríamos ya en la fase de excepcionalidad, que implica más restricciones”, confiesan a EL ESPAÑOL fuentes de la Agencia Catalana del Agua (ACA). Desde hace siete meses, las desalinizadoras trabajan casi a pleno rendimiento y se utilizan aportes de agua regenerada para asegurar el abastecimiento en la región sin tener que llegar a imponer grandes restricciones

Llevan 25 meses sin lluvias importantes en las cabeceras de los ríos. Los niveles medios de los embalses están en mínimos. Según los últimos datos de la ACA, tanto los de las Cuencas Internas de Cataluña como los pertenecientes a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) apenas llegan al 30%, casi un tercio menos que hace un año, cuando la sequía meteorológica comenzaba a esquilmar las reservas de todo el país.

En el caso catalán, la falta de agua provocó que en octubre de 2021 pusieran en marcha el Plan de Sequía que aún hoy sigue activo. Al menos 13 unidades de los 18 ámbitos de gestión catalán mantienen el nivel de alerta (semáforo amarillo) y tres el de prealerta (semáforo verde). Unos datos que reflejan “una sequía extrema” y les sitúan a sólo cuatro puntos de entrar en situación de excepcionalidad (cuando las reservas no llegan al 25%).

De momento, las restricciones más duras que se están aplicando afectan a la cuenca del Ter-Llobregat, que incluye el área metropolitana de Barcelona. En estos puntos, se mantiene –entre otras medidas– una reducción del riego agrícola del 25% o la sustitución de parte de los caudales destinados a este uso por aguas regeneradas; una reducción del 5% de los consumos de agua de usuarios industriales, así como una dotación máxima de 250 litros por habitante y día que afecta al 80% de la población catalana.

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En ACA explican que, desde el último trimestre de 2020, tienen un régimen de lluvias inferior al habitual, y lo peor es que es una tendencia que ha continuado repitiéndose en 2021 (con excepción de una primavera lluviosa) y, sobre todo, en 2022 y lo que llevamos de 2023. “Al no haber aportaciones importantes de agua en los embalses y los acuíferos, las reservas han ido bajando de un modo lento pero constante”, apuntan.

No obstante, las reservas catalanas tienen una particularidad. En lo que tiene que ver con las Cuencas Internas, los embalses no tienen más que 677 hectómetros cúbicos de capacidad total (casi 1.000 hectómetros cúbicos menos que la mediana del país), “lo que se traduce en una garantía de un año”, indican las mismas fuentes de la agencia catalana. “En la actualidad, vivimos en un estado de sequía muy severo”, lamentan.

Si los niveles no llegan al nivel de emergencia de la sequía de 2008 (cuando las reservas alcanzaron el 20%) es porque también se está aumentando el aporte de agua desde otras fuentes. Desde ACA cuentan que, por ejemplo, las desalinizadoras producen entre el 10% y el 30% de su capacidad en situaciones normales, pero desde agosto de 2022, por el déficit de lluvias, trabajan casi al 100%, con lo que han aportado en torno a 66 hectómetros cúbicos adicionales. “Sin esta producción, se habría entrado en el escenario de alerta en la primavera de 2022 y no en el mes de noviembre”, comentan.

La iglesia del pantano de Sau (Barcelona) emerge tras la sequía que sufre la región.

La iglesia del pantano de Sau (Barcelona) emerge tras la sequía que sufre la región. Efe

A este aporte, hay que añadirle el de los pozos de sequía (de 54 hm3 durante 2022) y el de agua regenerada (de 60 hm3). Este último recurso no se destina directamente al agua de boca, pero sí suma agua para el riego agrícola, así como para incrementar el caudal ecológico del río. De esta manera, se puede disponer de más agua que posteriormente puede ser potabilizada. “Con estos tres recursos (180 hm3), dispones de una cantidad de agua superior al embalse de Sau”, apuntan desde ACA. 

La comunidad se está volcando en estos aportes de agua adicionales por los efectos de las sequías que ya sufren y por las previsiones de cambio climático que agravarán aún más la actual situación. Por este motivo, se prevé duplicar la capacidad de producción y pasar de los 80 hm3 actuales a los 160 en los próximos años, para lo que prevé destinar unos 200 millones de euros. 

En cuanto a la regeneración de agua, la ACA prevé invertir 125 millones en la mejora y construcción de nuevas estaciones de regeneración de agua (ERA), con el objetivo de duplicar la actual capacidad de producción, que pasaría de los 55 a los 110 hm3. Ambas son medidas que pretenden adelantarse al escenario que se avecina: en 2050, se puede reducir un 18% la disponibilidad de agua en Cataluña.

Qué ocurre en el resto del país

Según los datos del último boletín hidrológico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), tras las reservas de Cataluña –que son las más afectadas–, los que han perdido más agua son los del Ebro, que también están por debajo de los niveles de hace un año, al 53% (un 14% menos); las Cuencas Internas del País Vasco, al 17% (un 2% menos); el Cantábrico Oriental, al 88% (con un 6% menos), y el Guadalquivir, al 25% (con un 4% menos). El resto o bien igualan (como es el caso de Guadalete-Barbate) o superan los niveles acumulados hace un año.

No hay que ignorar el caso del Guadalquivir, que desde hace un año mantiene sus reservas de agua en niveles muy bajos, pero estables. Sus embalses cada vez se ven más esquilmados por encontrarse en una zona muy golpeada por los efectos del cambio climático.

La media en todo el país –contando también con las cuencas catalanas– es de un 51%. Se queda a medio camino entre lo que acumuló hace un año (45%), cuando comenzó la alerta por sequía, y la media de lo habitual en la última década (58%). La situación, por tanto, tampoco es muy boyante.

Como apunta el último informe de sequía del MITECO de diciembre, aquel mes tuvo un carácter húmedo. En este sentido, “la mejoría ha sido muy notable y casi generalizada”, con un descenso del 43,3% del territorio en sequía prolongada al 14,9%.

Situación respecto de la Sequía Prolongada. Diciembre 2022.

Situación respecto de la Sequía Prolongada. Diciembre 2022. MITECO

Sin embargo, otra cuestión es la escasez coyuntural, relacionada con los posibles problemas, no estructurales, de atención de las demandas. En este caso el mapa se va coloreando de tonos más cálidos. Este mismo informe señala que “en algunas cuencas en las que en los últimos meses se había ido también agravando la situación, no se han registrado en diciembre precipitaciones demasiado importantes, como en el caso del Distrito de Cuenca Fluvial de Cataluña”. Como tampoco ha sido suficiente en dos de las cuencas más afectadas por esta escasez: el Guadiana y el Guadalquivir.

Por este motivo, Pilar Paneque, catedrática de Geografía Humana en la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y responsable del Observatorio Ciudadano de la Sequía, explicó en un artículo anterior que hay un problema, y es que “se está utilizando más agua de la que se tiene” y “las restricciones de agua en muchas demarcaciones no están siendo suficientes”.

La experta insistía en que, en España, “vamos a tener menos agua disponible. Están todos los cálculos hechos. En torno a un 25%, siendo conservadores. Sabiendo esto y que hemos llevado el sistema a un momento de tensión no hay otra situación que reducir los consumos y eso tiene que ser mediante el diálogo”.