El grupo de Fencing Peace Caravan.

El grupo de Fencing Peace Caravan. Cedida

Historias

¿Puede el deporte salvar a niños de la guerra?: Así se usa la esgrima para ayudar a los menores de Ucrania

Fencing Peace Caravan traslada a jóvenes deportistas ucranianos a Madrid para fomentar sus carreras en el campo de la esgrima.

18 junio, 2022 12:53

El 8 de marzo de 2022 nació Fencing Peace Caravan, una iniciativa solidaria cuyo objetivo es ayudar a jóvenes deportistas ucranianos y traerlos a Madrid para alejarlos de los horrores de la guerra y fomentar sus carreras deportivas en el campo de la esgrima.

En un momento donde la solidaridad debería ser global, cada miembro de la sociedad puede buscar la forma en la que aportar su granito de arena para conseguir un mundo mejor. Este es el camino que han decidido tomar Marta Baeza y Jaime Martí, exolímpicos de esgrima (Río de Janeiro 2016 y Pekín 2008, respectivamente), que han puesto sus vínculos y recursos al servicio de los demás.

Baeza y Martín han conseguido movilizar a la Comunidad de Madrid, a la Universidad Camilo José Cela (UCJC), a las Federaciones de Esgrima de España, Ucrania y Polonia, y a las oenegés MiAccion e Infancia de Nad, junto a otros deportistas de élite, para involucrarlos a todos en el proyecto.

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Así, la primera acción de Fencing Peace Caravan ha conseguido llevar a 18 jóvenes esgrimistas ucranianos (de entre 9 y 17 años) a Madrid para darles seguridad y protección al alejarlos de los frentes de la guerra e integrarlos en familias pertenecientes a diferentes clubes de esgrima de la comunidad autónoma. En palabras de Baeza, “nuestro objetivo es apoyarlos para que continúen su vida tanto en el deporte como en la educación”.

“El 8 de marzo, Jaime Martí me llamó porque había visto en las noticias un club de esgrima de Kiev, totalmente destruido, en el que había entrenado años atrás. Jaime había visto cómo un emprendedor malagueño se había ido a la frontera entre Polonia y Ucrania en un autobús, y yo había leído sobre tres madres que habían recaudado 30.000 euros y habían ido en autobús a la frontera también, con el objetivo de traer a familias ucranianas”, cuenta Baeza.

Y añade: “Nos pareció realmente inspirador y, aprovechando nuestra experiencia y contactos que habíamos construido con nuestras carreras deportivas, creamos Fencing Peace Caravan".

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La deportista asegura que tenían clara la misión desde el principio: "Usar el deporte como herramienta de unión entre familias ucranianas y españolas, en la que los niños pudiesen recuperar la rutina que tenían antes de la guerra. Ir al colegio por la mañana, y entrenar por las tardes”.

Para poder sacar este proyecto adelante, Fencing Peace Caravan se enfrentó a varios retos que son complicados de resolver, empezando por la ayuda económica. “Al ser un proyecto donde se pretende ayudar a muchos niños en 15 meses, la financiación necesaria es grande”, explica Martí. Y añade: “Conseguimos recaudar lo necesario para el viaje justo antes de salir, aunque el crowdfunding sigue abierto para poder ayudar a que los niños tengan una estancia digna en España”.

Otro de los problemas a los que se enfrentaron fue la logística y los permisos necesarios para poder traer a menores de edad no acompañados por sus familias desde Polonia hasta España. “Tuvimos que aprender a ser pacientes y entender que las cosas tienen sus tiempos, aunque sentíamos que había que darse prisa, ya que cada hora en una situación de guerra es esencial”, recuerda el esgrimista.

Un grupo de jóvenes de Fencing Peace Caravan.

Un grupo de jóvenes de Fencing Peace Caravan. Cedida

Los resultados no se hicieron esperar y la paciencia tuvo su recompensa. El respaldo de la UCJC, de las federaciones de esgrima española, ucraniana y polaca, MiAcción, Infancia de Nad y la Comunidad de Madrid han sido fundamentales para conseguir la credibilidad del proyecto. “Al principio éramos dos personas con una idea”, afirma Martí. “Sin el respaldo de estas organizaciones no podríamos haber sacado el proyecto adelante”.

Contactar con las familias

Uno de los grandes retos a los que se enfrentaba Fencing Peace Caravan era el de ponerse en contacto con las familias ucranianas y conseguir la confianza de los padres, así como la disposición de las familias españolas para acoger a los niños. Fencing Peace Caravan se puso en contacto con las familias de los niños ucranianos a través de Galya Pundyk, campeona olímpica ucraniana por equipos en Pekín 2008.

“Galya ha sido nuestro enlace y pieza fundamental para el proyecto. Ella es quien nos ha puesto en contacto con las familias y quien ha estado presente en todas las interacciones con las federaciones. Ayudó mucho a acelerar el proceso”, relata Baeza. Además, dice, "la gran disposición de las familias de acogida en España fue realmente espectacular. Se ofrecieron a acoger el doble de familias de las que necesitábamos y todas han sido fantásticas durante el proceso”.

Mientras Pundyk y la Federación Ucraniana de Esgrima realizaban su parte en Ucrania, la Real Federación Española de Esgrima (RFEE) hacía lo propio para buscar familias de acogida. “Nuestra idea era que los niños viviesen en casa de familias de niños esgrimistas, replicando el modelo de intercambio que se utiliza en otros países como EEUU", explica la esgrimista.

"Son las familias las que están abriendo las puertas de sus casas y se han ofrecido a cuidar a estos niños como si fueran sus propios hijos", remata Baeza. Además, para facilitar las cosas, la empresa Citelia les ha regalado a todos un móvil con datos y llamadas gratuitas a Ucrania para que no pierdan el contacto con sus familias. Algo que, asegura, “ha ayudado mucho a los niños con su adaptación a Madrid sin desconectar de sus familias”.

Fencing Peace Caravan viajó hasta la frontera entre Polonia y Ucrania para recoger a los niños. Viajó un equipo formado por exdeportistas, enfermeras, psicólogos, integradores sociales, miembros de la UCJC y familias de acogida. “En nuestro viaje fue clave la figura de Adam Skrodzki, exesgrimista olímpico polaco en Londres 2012, que fue nuestro enlace con la Federación Polaca de Esgrima para recibir a las familias en Katowice”, cuenta Baeza. 

Y concluye: “La experiencia ha sido mágica. Éramos un grupo de 9 personas, donde no nos conocíamos todos de antes, pero a los que nos unía un objetivo común. Este viaje y esta experiencia ha creado un vínculo que nos va a unir para siempre”.

¿Y ahora qué?

El objetivo es que otras federaciones se sumen a la causa. "Queremos animar a que otras federaciones hagan lo mismo en sus deportes. El deporte no entiende de fronteras, y tenemos el poder de ayudar a estos niños ucranianos deportistas. Si todas las federaciones ponemos nuestro granito de arena, podremos mejorar y salvar muchas vidas”, dice Baeza.

La esgrima es un deporte minoritario y, por tanto, tiene una visibilidad menor a la que tienen otros considerados de masas, por lo que muchas veces dificulta este tipo de acciones, cuenta Martí.

Sin embargo, dice, tiene también muchas ventajas. "Somos como una familia, en la que todos nos conocemos y nos apoyamos, sobre todo cuando nos juntamos para ayudar a causas mayores como esta. Hemos tenido el apoyo de las familias de acogida, de esgrimistas españoles de todos los niveles, desde aquellos que acaban de empezar como de todos los miembros del equipo nacional, de varias federaciones de esgrima de todo el mundo y de esgrimistas olímpicos de todos los países que se han volcado con la iniciativa”, reconoce.

El objetivo de Fencing Peace Caravan es conseguir un proyecto a largo plazo, donde puedan seguir prestando la ayuda a menores que lo necesiten, así como trasladar este tipo de iniciativas a otras federaciones deportivas que se puedan sumar al proyecto.