Imagen de un lince ibérico en Doñana tras cazar un ejemplar de conejo europeo.

Imagen de un lince ibérico en Doñana tras cazar un ejemplar de conejo europeo. Arte EE / Gtres

Historias

Los virus que golpearon Doñana y aún amenazan al conejo europeo, el único alimento del lince ibérico

Las oleadas de enfermedades que han afectado a los conejos de Doñana siguen dejando huella en sus poblaciones a día de hoy.

7 junio, 2022 02:10

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Hace ya dos décadas desde que saltaron las alarmas en torno a la población del lince ibérico. Estuvo a un suspiro de extinguirse por completo. En el año 2002, tan sólo quedaban 94 ejemplares distribuidos en Doñana y en Sierra Morena. Hoy el panorama es algo distinto, porque tras programas de recuperación, su población ha llegado a los 1.111 ejemplares. Aunque los expertos avisan: “No se puede bajar la guardia”.

Así lo aseguraba hace unos días Alejandro Rodríguez, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), en una entrevista con Efe. El futuro de esta especie emblemática que se conserva en lugares como Doñana depende de la población de conejos. Su declive en las últimas décadas ha tenido una repercusión importante en la supervivencia de depredadores como el lince ibérico.

Este animal se alimenta casi exclusivamente de conejos, es un especialista en su caza y es prácticamente incapaz de cambiar de presa. El problema es que los lagomorfos europeos (Oryctolagus cuniculus) –como se conoce a esta especie a nivel científico– llevan varias décadas en declive y, al contrario que el lince, no parecen recuperarse.

Una de los aspectos que más han mermado sus poblaciones han sido las enfermedades que han padecido. Son muchos los virus que han atacado a las poblaciones de conejo en el último siglo. El virus de la mixomatosis (otra enfermedad propia de conejos), de carácter estacional, ha atacado a esta especie silvestre desde 1956. Como consecuencia, se han llegado a producir casos de extinciones locales y una merma generalizada de sus ejemplares. 

No obstante, la evolución de la enfermedad hacia cepas más lentas y la posible resistencia genética del conejo fue permitiendo una leve recuperación de sus poblaciones. El problema volvió en la década de los 80. De nuevo, otro virus más agresivo volvía a atacar a los ejemplares de conejos silvestres: era la Enfermedad Hemorrágica del Conejo (EHC), muy contagiosa y con resultados fatales para la especie.

La última mutación llegó en la última década y alcanzó Doñana en el año 2013. Fue entonces cuando, la presencia de conejos disminuyó en más de un 80% en sólo cinco años. Desde entonces sus poblaciones no se han recuperado y esto tiene un efecto directo sobre el lince y su reproducción, que en opinión de Rodríguez, esto hace que aún no pueda  considerarse al lince como un animal autosuficiente.

Aquel mismo año, el programa Iberlince diseñó un plan de choque para la recuperación del lince que se basó en liberar más de 42.000 conejos en las zonas con más presencia de esta especie emblemática de Doñana.

Imagen de archivo de un conejo europeo.

Imagen de archivo de un conejo europeo. iStock

No es de extrañar, porque según un estudio anterior publicado en la revista científica Basic and Applied Ecology, la llegada de la EHV no afectó a la dieta del lince. Mientras otros depredadores de lagomorfo europeo como el zorro o el tejón sustituyeron al conejo por otras presas, el lince ibérico apenas redujo su consumo

No obstante, estudios posteriores han comprobado que la liberación de conejos en Doñana no ha favorecido el aumento de la población nativa. De 2005 a 2015,  fueron liberados más de 50.000 conejos de diferentes partes del oeste de Andalucía en la Reserva de la Biosfera de Doñana. Aún así, las poblaciones disminuyeron significativamente.

Como recoge la revista Global Ecology and Biodiversity, antes de iniciar programas de conservación que incluyen la liberación de ejemplares, es necesario llevar a cabo un control sanitario estricto. De esta manera se evita el riesgo de introducir nuevas enfermedades entre sus poblaciones.

Pero, además, se da otra circunstancia. Un equipo internacional de científicos donde han participado miembros del Equipo de Seguimiento de Procesos Naturales de la Estación Biológica de Doñana ha constatado que el declive de los conejos –causado por las enfermedades– ha favorecido probablemente a las liebres, otra especie que llegó a estar en declive.

Esta especie, que ha sufrido los ciclos de inundación de las marismas y la presión de depredación, habría comenzado a dispersarse en zonas de matorral, un tipo de vegetación que antes ocupaban exclusivamente los conejos. En un estudio publicado recientemente en la revista Land, los investigadores concluyen que, después de la disminución de la población de ambas especies, su superposición ecológica ha aumentado sustancialmente.

Imagen de un lince ibérico en Doñana tras cazar un ejemplar de conejo europeo.

Imagen de un lince ibérico en Doñana tras cazar un ejemplar de conejo europeo. EFE

Además, han comprobado que durante el segundo período analizado –de 2015 a 2016–, los datos de los conejos y las liebres fueron principalmente nocturnos en zonas de matorral y en las zonas de marisma adyacente. Una consecuencia derivada del aumento de la presión de depredación sobre especies de conejos y liebres en riesgo o con poblaciones en declive.

El añadido del calor extremo

En Doñana, como en otras zonas, hay otro peligro creciente que influye, sin lugar a dudas, en la supervivencia y reproducción de especies como el conejo europeo y, en consecuencia, del lince ibérico. Se trata del factor climático, que está sumiendo a Doñana en una intensa sequía, y muy especialmente en el último año.

Rodríguez citaba en la entrevista con Efe la falta de hierba verde, indispensable para la conservación de los conejos. Además, señala otros factores que afectan a las poblaciones de animales de Doñana, como son las alteraciones del uso del suelo que proliferan en el mundo rural, la llegada de nuevos patógenos y de especies invasoras y el calentamiento atmosférico, que afecta directamente a las plantas.

El cambio climático y las altas temperaturas también tienen un efecto sobre la salud animal, y sobre todo en mamíferos. En este sentido, el CSIC publicó este año un estudio en el que demostró cómo el calor extremo recrudece el impacto de tuberculosis en el suricato, una enfermedad endémica de sus poblaciones. Es decir, aumentan las probabilidades de que sufran brotes más frecuentes.

Esto es algo que no sólo se queda en esta especie de mamífero. Otras especies como los conejos, que ya experimentan brotes periódicos de enfermedades y colapsos poblacionales, pueden verse afectadas. Aunque hace falta más literatura científica al respecto, está claro que el cambio climático influye en la supervivencia y la reproducción de determinados animales, lo que pone en riesgo también a otras especies que dependen de ellos.