2023 fue el año más caluroso desde que se tienen registros. Así lo confirmó el Servicio de Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad (GMES), conocido como Copernicus, el pasado 6 de diciembre. Pero eso no es lo único que ha acontecido el año que se deja atrás: tanto la temperatura del agua del mar como las emisiones se situaron en su pico más alto. A lo que también el mínimo histórico del hielo marino en la Antártida. 

Los datos de este organismo de monitoreo de indicadores meteorológicos arrojan hechos escalofriantes: se experimentó el mes de julio más cálido jamás registrado, con 16,95 ºC centígrados en el termómetro de la temperatura media global. Esta cifra fue unos 0,72 °C mayor que el promedio de julio del periodo 1991-2000 y 0,3 °C superior a los datos registrados en julio de 2019. 

Los meses siguientes, Copernicus dio cuenta de temperaturas medias altamente inusuales. Agosto, septiembre, octubre y noviembre 'reventaron el termómetro' con temperaturas nunca antes vistas para esos meses del año. "2023 ha tenido ya seis meses de récord y dos estaciones de récord. Las extraordinarias temperaturas globales de noviembre, incluidos dos días más cálidos de 2 °C por encima de la temperatura preindustrial, significan que 2023 es el año más cálido de la historia", declaró Samantha Burgess, directora adjunta del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), en un comunicado. 

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Por su parte, el secretario general de esta organización, Petteri Taalas, definió muy bien la situación al declarar en un comunicado que "es una cacofonía ensordecedora de discos rayados" para después llamar a la acción. Echando la vista más hacia atrás, los últimos nueve últimos años —de 2015 a 2023— fueron los más cálidos jamás registrados, tal como informa la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en la versión provisional del Informe sobre el estado del clima mundial. 

"El aumento a largo plazo de la temperatura global se debe al aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera", reconoce el documento. Asimismo, el organismo internacional del clima achacó a La Niña —que duró de principios de 2020 hasta los primeros meses de 2023— y El Niño —activo desde 2023— la anomalía en las temperaturas.

Sin embargo, se reconocen los efectos de estos fenómenos climáticos cíclicos solo en parte: "algunas zonas de calentamiento inusual, como el Atlántico Nororiental no se corresponden con los patrones típicos de calentamiento o enfriamiento asociados a El Niño", aducen en el informe. Otros factores, todavía desconocidos, podrían haber contribuido al calentamiento. 

El factor de El Niño

"Fenómenos como El Niño añaden unas décimas a la que le correspondería a un año 'normal'", explica Javier Martín-Vide, climatólogo y catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona (UB), en declaraciones a EL ESPAÑOL. Y, en parte, por esa razón se han visto las inusuales temperaturas quebrantarécords desde julio de 2023.

El Niño es la fase caliente del fenómeno El Niño-Oscilación Austral (ENOS), mientras que la fase fría se denomina La Niña. Según el Centro Nacional de Predicción de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), El Niño suele durar entre 9 y 12 meses, y La Niña  entre 1 y 3 años. Y ambos tienden a desarrollarse durante marzo-junio, alcanzan su máxima intensidad durante diciembre-abril y luego se debilitan durante mayo-julio. Estos fenómenos van intercalandose cada 3-7 años. 

"Se trata de eventos cíclicos; este tipo de fenómenos ya existían mucho antes de que se produjera el cambio climático, desde hace unos 3 millones de años, cuando se cierra el abismo centroamericano", explica. Y detalla cómo funcionan: "Básicamente consiste en un calentamiento de las aguas ecuatoriales del Pacífico que a su vez calienta también el aire junto con ellas". Después, se produce lo que se conoce en el mundo de la climatología como interconexión: las alteraciones de las temperaturas oceánicas medias, los vientos, la presión en superficie y las precipitaciones en algunas zonas del Pacífico se extienden a todas partes del mundo

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La NOAA monitoriza el desarrollo El Niño, y según los datos más recientes se espera que este fase caliente "continúe durante el invierno del hemisferio norte, con una transición a ENOU-neutral favorecida durante abril-junio de 2024 (60% de probabilidad)". Martín-Vide, tomando nota de estas informaciones que revisa periódicamente, señala que "es pronto para decir que 2024 será otro año con un aumento extremo de temperaturas"

Un año de olas de calor

El verano de 2023, Europa y EEUU vivieron olas de calor frecuentes e intensas que, según el análisis de atribución realizado por la World Weather Attribution (WWA) a mediados de julio, habrían sido "virtualmente imposibles" en un mundo sin cambio climático. La quema de combustibles fósiles —carbón, petróleo y gas natural—, fueron los factores más acuciantes. 

Según el estudio, el efecto de calentamiento de El Niño "probablemente contribuyó con algo de calor adicional a las olas de calor en algunas regiones". Pero su papel fue muy reducido. Durante la rueda de prensa del estudio, a la que pudo asistir EL ESPAÑOL, una de las autoras del estudio subrayó que su impacto es "muy pequeño en comparación con el efecto del cambio climático".

Otra de las autoras que participa y dirige en el trabajo científico de la WWA y climatóloga del Imperial College, Friederike Otto, subrayó durante la rueda de prensa que desde la llegada de la combustión a escala industrial, el mundo se ha calentado 1,2 ºC, por lo que "no son raras en el clima actual y el papel del cambio climático es absolutamente abrumador". 

Las conclusiones de este estudio de atribución son que si las temperaturas medias mundiales alcanzan los 2 °C por encima de las temperaturas preindustriales —un aumento de 0,8 °C con respecto a la actualidad— podrían producirse episodios de calor extremo de esta magnitud cada 2-5 años

Una conclusión similar obtuvo un equipo de investigadores de la NASA: descubrieron que un aumento de los 2 °C por encima de los niveles preindustriales avocarían a más de una cuarta parte de la población mundial a un mes adicional de estrés térmico grave cada año en comparación con la mitad del siglo XX (1950-1979). Y advirtieron que la combinación de las altas temperaturas y la sequía podrían ser un peligro para lugares como el Amazonas, donde el riesgo de incendios aumentaría.

La senda hacia las metas de París

A pesar de que se superaron los dos grados centígrados momentáneamente, esto no significa que se hayan incumplido las metas del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 °C de los niveles preindustriales y continuar con los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C.  Así lo declaró Carlo Buontempo, director del Servicio Copernicus de Cambio Climático (C3S) a mediados de noviembre, pero advirtió que "cuanto más a menudo superemos este umbral, más graves serán los efectos acumulados de estos incumplimientos". 

Las conclusiones del Global Carbon Budget Report 2023, una evaluación anual del consorcio científico Global Carbon Project sobre el ciclo de carbono y su impacto en el cambio climático, arrojaron que si se sigue emitiendo la misma cantidad de CO₂, "hay un 50% de posibilidades de que el calentamiento global supere los 1,5 °C de forma constante en unos 7 años, y 1,7 °C en 15 años". Y achacaron la falta de certeza a la incógnita que suponen las emisiones de otros gases de efecto invernadero. 

Por lo pronto, la temperatura global del aire en superficie ha aumentado aproximadamente 1,2ºC desde la era preindustrial. El Emissions Gap Report 2023, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en noviembre, constató los avances en lo relativo a emisiones desde 2015. Sin embargo, destacó que todavía queda mucho por hacer: las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para 2030 aún deben reducirse en un 28% para la senda de 2 °C  y en un 42% para la senda de 1,5 °C

"Desde la comunidad científica no vemos que haya suficientes acciones, medidas y regulaciones", explica Marta Torres Gunfaus, investigadora principal sobre clima y energía en el IDDRI, en declaraciones a EL ESPAÑOL. El último informe Global Energy Outlook 2023 de la AIE, se estima que las emisiones de CO₂ alcancen su punto máximo "a mediados de la década de 2020", y un comunicado de prensa afirma que esto ocurrirá "en 2025". 

"Si vemos las proyecciones que teníamos, con las emisiones y los compromisos políticos que teníamos hace cinco años, vamos hacia una senda que nos llevaba a un aumento de temperatura de 3,2 grados. Y, ahora, con los compromisos que están ahora sobre la mesa, estaríamos entre 2,5 a 2,9 °C", ha señalado Torres. Y aduce que en lo que se está fallando realmente, en términos políticos, es en el ritmo de actuación. 

De acuerdo con el mismo informe de la Agencia Internacional Energía (AIE), para mantener abierta la puerta hacia el objetivo 1,5 °C, es necesario actuar sobre cinco puntos interdependientes.

Los cinco pilares de acción para seguir en la senda 1,5ºC

1. Triplicar la capacidad mundial de energía renovable.

2. Duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética.

3. Compromisos de la industria de los combustibles fósiles, y de las empresas petroleras y de gas en particular, para alinear sus actividades con el Acuerdo de París, empezando por reducir en un 75% las emisiones de metano procedentes de las operaciones.

4. Establecer mecanismos de financiación a gran escala para triplicar la inversión en energías limpias en las economías emergentes y en desarrollo.

5. Comprometerse a adoptar medidas que garanticen una disminución ordenada del uso de combustibles fósiles, incluido el fin de las nuevas autorizaciones de centrales eléctricas de carbón sin disminuir.

Los dos primeros pasan por triplicar las renovables y duplicar las medidas para la mejora de la eficiencia energética, ambas convenidas en el acuerdo de la COP28. En cuanto a los otros tres, no ha existido un consenso claro para establecer objetivos concretos. Para muchas organizaciones ambientalistas, los compromisos adoptados en la COP28 han sido insuficientes para evitar los desastres del cambio climático en esta "década decisiva". 

"Desde la ciencia del clima vemos que si no conseguimos reducir las emisiones drásticamente durante esta década, no sabremos como frenar ya el calentamiento global. El aumento de la temperatura es proporcional a la acumulación de CO₂ en la atmósfera", concluye Torres.