Marta Rivera de la Cruz, número 3 de Ciudadanos por Madrid, tuvo una noche negra en esta campaña. Fue el día 9 en el debate de 9 candidatos en TVE. Ciudadanos vivía bajo la polémica de la violencia machista en su programa y Rivera de la Cruz agravó el lío: “Es tan grave que un hijo vea cómo su padre mata a su madre que vea cómo su madre mata a su padre”, dijo. Mientras en el debate iba mal, en Twitter aparecían tuits antiguos de Marta Rivera. El más polémico fue uno sobre el Holocausto:

"Era un comentario sacado de contexto de junio de 2014 a raíz de una opinión de Pablo Iglesias sobre ETA. La polémica que suscitó llevó a algunos a comparar su caso con los tuits polémicos del ex concejal de Madrid Guillermo Zapata".

Rivera de la Cruz recuerda ahora que lo pasó “fatal, fatal, fatal durante 24 horas”. Rivera es una escritora que se metió en política al salir en las primarias de Ciudadanos en julio. Se enteró que debía ir al debate horas antes: “Supe que iba al debate 24 horas antes”. Se preparó solo con un miembro del equipo económico, Francisco de la Torre, número 2 por Madrid: “Lo que más me preocupaba eran los temas económicos. Estuve con él varias horas para que me explicara dudas, me diera argumentos y defender otros”. El debate debía ser a las 00.30 horas y luego pasó a prime time. Más gente lo iba a ver.

La lección para Rivera es que los debates necesitan más preparación o un conocimiento mejor del programa: "Las campañas son así. Cuando te piden que vayas a un sitio no te pones a preguntar por qué". Los tuits antiguos fueron el remate. A la mañana siguiente, Maldita Hemeroteca publicó el del holocausto y otros: Rivera había criticado propuestas que eran importantes para Ciudadanos. Por ejemplo, el contrato único. En 2013 dijo que no era “una buena idea para un país sumido en una crisis”. Ahora ha cambiado de opinión, dice: “Estaba en contra hasta que De la Torre se sentó conmigo durante 1 hora y me explicó sus ventajas e inconvenientes. Me convenció de que el contrato único era una solución para la situación laboral de España”.

Rivera no se arrepiente de haber cambiado de opinión ni del tuit: “No podemos consentir que nos echen en cara los cambios de opinión. No los virajes, sino los cambios de opinión, porque lo voy a seguir haciendo”. Admite que con un pasado de escritora y articulista [es también columnista de EL ESPAÑOL], no es automático pasar a defender el programa de un partido: “Yo estoy de acuerdo con el 95% del programa de Ciudadanos”. A pesar de haber podido afectar el resultado electoral y el trabajo de un equipo -“es algo que te fastidia doblemente”, dice- “lo que yo hice en el debate fue defender el programa de mi partido. Mi responsabilidad empieza y acaba ahí”. 

Rivera de la Cruz sigue sin borrar sus tuits antiguos: “Es como maquillar una parte de tu biografía. Me parecía que era empezar tan mal, echando tierra sobre lo que hiciste, que no quise hacerlo”, dice. Tampoco se lo pidió nadie desde el partido: “Cuando a mí me proponen presentarme con Ciudadanos, todo el mundo sabe que tengo un pasado. Nadie del partido viene a decirme que borre todas las huellas digitales porque no vayamos a tener un problema”.

Ahora, tras las elecciones y con la distancia, guarda para sus memorias aquel episodio: “Me salió un poco más de piel. Igual tenía poca”, dice. Ha aprendido cómo funciona la política de golpe: “Ha sido una campaña muy enconada, muy dura, muy de barro. A lo mejor pequé yo de idealista”. No parece que vaya a serlo más: “Si estás en primera línea, tampoco te puedes quejar. Esto es lo que hay”.

Rivera creía quizá ingenuamente que “la campaña era el trámite que había que pasar” para entrar en el Congreso. A pesar de todo, prevé volver a presentarse si hay elecciones anticipadas en 2016. Si pasan cuatro años y logra cambios en la gestión de la cultura -su especialidad- habrá ya hecho su parte de servicio público. Con su peaje.

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