En 2015 ha habido elecciones andaluzas, municipales y autonómicas, catalanas y generales. Los resultados dejan un país con un panorama político distinto. Más que campanadas, han sido campanazos. Unas son el inicio de una tendencia que habrá que revisar en los próximos meses, otras son capítulos sintomáticos. Aquí están 12 de las más importantes, después de charlar con seis politólogos.

1. España ya es Europa. En cada una de las elecciones de 2015, partidos nuevos o con poca representación han crecido y se han convertido en decisivos: Ciudadanos en Andalucía y Madrid, Podemos y sus confluencias en las alcaldías de Madrid y Barcelona, la CUP en Cataluña. El nuevo Congreso también certifica el fin del bipartidismo.

“En 2011 España tomó un camino distinto al resto de democracias parlamentarias homologables, donde el voto se fragmentaba: aquí se concentraba en dos partidos”, dice Lluís Orriols, profesor de la Universidad Carlos III. España ya no es así.

2. La desafección ya no significa apatía. España ha sido un país con poco interés por la política. La tradición dice además que en momentos de crisis, la gente cree aún menos en las instituciones. En el anterior ciclo electoral, la crisis económica llevó a una crisis política. Ambas crisis iban juntas. Es algo llamado desafección. En el pasado, esa desconfianza implicaba desinterés.

Pero en 2015 ese enfado con los políticos se apartó de la apatía: el cabreo llevó sorprendentemente a más interés, no a menos. “En 2012, la crisis política tomó un camino distinto a la económica”, dice Orriols.

En 2006, un 16,5% de los españoles no tenían ninguna confianza en los políticos, según el European Social Survey. Ese mismo año un 35,4% de españoles no tenían ningún interés en política. En 2012, seis años más tarde, la desconfianza se había disparado del 16,5% hasta el 42%. Pero ese dato no conllevaba, como había pasado siempre, más apatía: la gente sin interés por la política se redujo del 35,4% al 29%.

3. Los partidos son (de momento) la solución. El año 2015 ha sido el del cambio, pero en minúscula. El 15M fue el movimiento de “no nos representan”. Las protestas querían repensarlo todo, también el modo de organizarse. Pero todo aquello tuvo un final inesperado: “Contribuyó seguro a politizar una generación y hoy la influencia de aquellas protestas es evidente, pero paradójicamente se ha canalizado por cauces de vieja política: los partidos”, dice Kiko Llaneras, politólogo y colaborador de EL ESPAÑOL.

4. El bipartidismo tiembla, pero los partidos viejos aún no mueren. Un objetivo básico de las críticas era los partidos tradicionales. Han perdido sobre todo alcaldías, pero aún resisten, sobre todo en el Congreso de los Diputados: “Desde la transición, los dos primeros partidos siempre sumaron dos tercios de la cámara, al menos 234 diputados. Desde los 90 esos partidos eran el PP y el PSOE, que siempre estuvieron cerca de 300 escaños. Hoy suman 213”, dice Llaneras. Como en todos los cambios importantes, lo viejo se resiste a morir.

Hay un dato importante para entender cómo ha aguantado el bipartidismo: si este año no hay nuevas elecciones en Cataluña o generales, no habrá otros grandes comicios hasta las municipales de 2019. 

5. Pero democracia real más cerca (aunque sea con empates a 1.515). Los indicios de partidos con organizaciones internas distintas son constantes. Algunos políticos se llenan la boca de primarias o transparencia. “Nos quejamos de la CUP, pero es un ejemplo de algo distinto”, dice Víctor Lapuente, profesor de la Universidad de Goteborg. El PSOE podría encontrarse en una situación similar. En 2013, el SPD resolvió su gran coalición con Merkel con el voto de sus bases: “Más que para para escoger candidatos, los votos tienen más sentido para estas decisiones”, dice Lapuente. Es aún prematuro hablar de democracia interna en los partidos, pero es una lección de 2015 que algo se también se mueve ahí dentro.

6. El eje viejo es de hierro (menos en Cataluña). La política ha cambiado en 2015, pero los bandos viejos se mantienen. Podemos en 2014 y Ciudadanos en 2015 trataron de renovar el eje derecha-izquierda por el de viejo-nuevo. No ha cuajado. “Al final el voto es más estable de lo que nos gusta pensar”, dice Berta Barbet, profesora de la Universidad de Barcelona. “Es muy difícil hacer un discurso transversal”, añade.

Pero hubo una excepción en 2015: Cataluña y el eje nacional. “El eje nacional es más potente que el viejo-nuevo y en estas elecciones también el izquierda-derecha”, dice Barbet. La coalición Junts pel Sí logró saltárselo. “És imposible entender los resultados de Ciudadanos y Podemos en Cataluña entre las elecciones de septiembre y diciembre sin que haya trasvase de votos”, dice el politólogo Edgar Rovira. En el resto de España, “hay fragmentación, pero los ejes se respetan”, resume Rovira.

7. El 'momentum' y la importancia de las campañas llegan a España. “Los politólogos no creíamos en la importancia de las campañas”, dice Sandra León, profesora de la Universidad de York (Reino Unido). Esta vez, al menos en las generales, sí lo han sido: “Desde el año 1996, cada vez más gente decide al final su voto, pero esta vez seguro que ha habido un salto cualitativo”, dice León.

La exposición de los cuatro candidatos ha sido enorme: “Los nuevos lo necesitaban y han tirado del resto”, según León. La campaña ha demostrado cómo los dos partidos sin tradición viven de la euforia -o del momentum. Ciudadanos venía del éxito en Cataluña y se deshinchó al final y Podemos insistió y logró su remontada. “No tienen espacio político y viven mucho del momento -dice Barbet. En cambio, PP y PSOE no tienen momentum, pero han demostrado que su suelo electoral es más sólido”.

8. La tele es más importante que (casi) nunca. La política en la tele ha llegado al prime time. “Habíamos matado a la tele muy rápido”, dice el politólogo Carles Foguet. “Pero lo que hemos matado es la manera de consumir los medios”. La política ya no es cosa solo de telediarios y debates. Bertín Osborne, Pablo Motos o Jordi Évole han sido igual de importantes para las campañas que el cara a cara con Campo Vidal.

Las redes sociales han tenido un papel clave en este resurgir de la tele. El consumo es diferente porque ya no es sólo receptivo. La tele es la plaza donde se ve lo que luego se comenta y se vuelve a ver. Los zasca y los memes también son política. En ese paisaje, se mantienen emergen entrevistas serias y tertulias locas. Las nuevas fuerzas y su necesidad de aparecer con los viejos políticos han promovido nuevos debates y formatos. Ha sido una explosión que la tele ha sabido aprovechar. Los medios digitales han añadido variedad al debate público, pero no han tenido el mismo alcance que la pequeña pantalla.

9. Los líderes son clave, pero la sobreexposición puede ser mala. Las campañas está centradas en los líderes, aunque el sistema español es parlamentario. Los debates deberían ser sobre la oferta de políticas públicas, pero al final se centran en las personas, que son más fáciles de reconocer y valorar. “Se ha discutido bastante poco de políticos públicos y más de la apariencia de los líderes, de si estaban nerviosos o cansados”, dice Lapuente.

En esa explosión de hiperliderazgo en los partidos nuevos, Podemos ha gestionado mejor la llegada de las generales que Ciudadanos. El PP, a pesar de esconder a su candidato, ha logrado un resultado aceptable. La importancia de los líderes no implica que la exposición constante sea buena.

10. Las coaliciones no dan miedo ni son tan raras. El Congreso de los Diputados ha quedado en manos de un gobierno en minoría o de una coalición. Es una novedad para el Gobierno de España, pero no para la mayoría de los españoles. En las autonomías, los gobiernos de mayoría han sido minoría.

Como explican Pablo Simón y María Ramos en Politikon, “de los 170 gobiernos [autonómicos] considerados entre 1981 y 2015, sólo 67 de ellos (el 39,4%) estaban formados por un partido con mayoría parlamentaria. El resto fueron gobiernos de coalición (34,1%) o en minoría (26,5%)”. Si llega al Congreso, la mayoría de españoles lo verá como algo común.

11. Los jóvenes pueden votar por primera vez a su bola. “El PP es el cuarto partido entre los más jóvenes -dice Sandra León-. Es un ejemplo del futuro”. Ahora los más jóvenes han encontrado partidos que sí quieren votar: “Los mayores se sentían bien representados: pensiones, empleados de media edad con condiciones buenas”, dice Víctor Lapuente. Los jóvenes habían hasta ahora pagado el pato. Pero esa división larvada ha encontrado por fin salida.

12. Las encuestas resisten. El bipartidismo y la tele han resistido en este 2015 movido. Las encuestas, también. El experto en sondeos de EL ESPAÑOL, Kiko Llaneras, está encantado: “En un año electoral absolutamente incierto y cambiante, las encuestas han demostrado que son el mejor termómetro del escenario político”, dice. A pesar de que no detectaron a Podemos en 2014, ahora se han equivocado menos: “Redujeron a Ciudadanos en Cataluña y lo sobreestimaron en las generales, pero la foto que dibujaban ha sido siempre una guía razonable”, dice Llaneras, que seguirá teniendo trabajo para analizarlas.

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