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El trabajador de una cantera de Toledo estalla: "Te revientas el cuerpo por 1.400 € y ni así llegas a fin de mes"
Hace unos meses le operaron por una lesión producida en la explotación minera.
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"Llego a casa, me ducho y el plato se queda negro del polvo que traigo". Esta declaración define la cara oculta de la vida de Lucas (nombre ficticio para proteger su identidad), un hombre de 44 años que lleva casi una década trabajando en una cantera de la provincia de Toledo y que ha decidido alzar la voz para denunciar la triste realidad de su sector a EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha.
Su jornada laboral, que empieza a las ocho de la mañana y concluye a las seis de la tarde, le condena a una vida de sacrificio físico que apenas se ve recompensada en la nómina. "Te revientas el cuerpo por 1.400 euros y ni así llegas a fin de mes", lamenta.
Dentro de esta mina a cielo abierto, Lucas se encarga de extraer piedras como granito, caliza o pórfido con una pala cargadora de gran tonelaje y después transportarlas con un dumper (camión de gran tamaño) hasta los molinos donde se procesan, muelen y clasifican. Después este material mineral se emplea para hacer mezcla asfáltica.
Cantera de áridos.
"Siempre me ha gustado la maquinaria, es un mundo muy bonito si te apasiona, pero las condiciones son las que son", afirma. El principal enemigo de este tipo de profesionales es invisible y silencioso: el polvo.
"La toxicidad es el mayor riesgo. El polvo siempre está ahí en el ambiente y se te pega", relata. Esta exposición constante tiene consecuencias para la salud a largo plazo. "Conozco casos de personas que al cabo de los años han padecido una silicosis o un cáncer de pulmón", asegura.
A este peligro se suman los riesgos físicos inmediatos como los vuelcos de maquinaria, caídas desde la altura y hasta atropellos. "Gracias a Dios nunca nos ha pasado porque estamos muy pendientes de los compañeros que trabajan a pie en la cantera", subraya.
Estos empleados realizan funciones de extracción como cortar y separar los bloques de piedras. Además, se encargan de limpiar el área y asegurar que las herramientas y equipos estén funcionando correctamente.
Las vibraciones constantes de la maquinaria y las posturas forzadas dejan una secuela de lesiones crónicas. "Es un trabajo que te desgasta mucho físicamente, es decir, te vas a lesionar sí o sí", confiesa Lucas, que conoce de primera mano estas secuelas.
Hace unos meses le operaron por una lesión producida en la cantera y no es el único que ha pasado por el quirófano. "Tengo otro compañero que, por el desgaste en los tobillos de pisar los pedales durante horas, tuvo que ser intervenido en los pies", relata.
Falta de mano de obra
Con este panorama, no es de extrañar que este tipo de oficios no atraiga a los jóvenes. Las nuevas generaciones valoran la comodidad y los horarios flexibles, algo que una profesión como la de Lucas no puede ofrecer.
"Si yo estoy ganando 1.400 euros por manejar una máquina que vale 300.000 con la responsabilidad que eso conlleva y en el ayuntamiento del pueblo o en un centro logístico pagan 1.200 sin esa presión... la gente no es tonta".
El bajo salario ha empujado a este toledano, como a muchos otros, al pluriempleo. "Al final de mes, cuando quitas hipoteca, luz, agua, gasoil del coche... no te dan los números, tienes que buscarte un extra para poder sobrevivir", confiesa.
A pesar de todo, no quiere desanimar a aquellos que les apasione el manejo de maquinaria pesada. "Aquí aprendes un oficio de verdad, hacer picking con una pistola en un almacén eso lo hace cualquiera", destaca.
Sin embargo, su mensaje a las administraciones es claro y contundente. "Si regularizaran los sueldos y el mínimo partiera de 1.800 euros, la cosa cambiaría", concluye.
Sea cual sea la solución, el futuro de las canteras de Castilla-La Mancha y de toda España está en entredicho y parece abocado a máquinas autónomas sin nadie que las conduzca.