Julio Comendador no es un político al uso. Desde el año 2019 representa al partido Ciudadanos como concejal en el Ayuntamiento de Toledo y como portavoz naranja en la Diputación Provincial, donde ha dejado intervenciones para el recuerdo en su pelea por acabar con usos y costumbres tan arraigados en la institución como poco edificantes. Sin ir más lejos, la convocatoria de plenos extraordinarios o comisiones de cinco minutos que, pese a ser difícilmente justificables, reportan 700 euros mensuales a cada uno de sus asistentes. Él ha luchado contra esa situación y la ha denunciado públicamente. Pero no solo eso: para evitar cualquier sospecha de demagogia en su actitud, también ha renunciado a las dietas que le corresponde cobrar como edil del Consistorio de la capital, que ascendían en ocasiones a 500 euros mensuales.

"Solo queremos que se cobre por trabajar" o "no he venido a ganar dinero ni a tener coche oficial", fueron algunas de las frases que dejó durante su intervención en el pleno donde anunció su decisión. Palabras más propias de los dirigentes de Podemos en los albores de la formación política de izquierdas, pero en este caso pasando del dicho al hecho. 

Este jueves, durante un desayuno informativo en el que ha hecho balance de estos "dos años de servicio público", Comendador ha dicho sentirse "solo" y un "rara avis" en la Diputación toledana, donde asegura que a su llegada se encontró a "26 diputados que no tenían ganas de cambiar la forma de hacer las cosas". Pero asegura que, gracias a su carácter, nunca ha llegado a sentirse incómodo entre ellos sino simplemente "frustrado". Ni el PSOE, el partido que gobierna, ni el PP, liderando la oposición, se encuentran cómodos con su presencia y le ha tocado, según afirma, "remangarse" en solitario para "romper con la vieja y enquistada política" con el afán de "acercar la institución a los ciudadanos". 

Pero en el haber de Comendador (Toledo, 1984), doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, hay varias victorias destacables. Por ejemplo, que el dinero que la Diputación -con un presupuesto de 130 millones de euros en 2021- reparte e invierte en los pueblos de la provincia llegue en base a "criterios objetivos y claros", y que los ayuntamientos no saliesen beneficiados o perjudicados dependiendo de si su color político coincidía con el del Gobierno provincial. "Fue complicado hacerles entender que había que hacerlo con eficacia y objetividad, pero lo hemos conseguido", defiende el diputado de Ciudadanos, que en otras cuestiones no ha tenido más remedio que acudir a la Justicia para que cambien las cosas.

"Hay pendiente un recurso contencioso-administrativo porque entendemos que se está vulnerando el derecho fundamental de representación política. ¡Hay que ver lo que les cuesta que nuestras propuestas sean votadas por el equipo de gobierno! Ahora tenemos al menos nuestros plenos ordinarios mensuales pero hay muchas cuestiones del reglamento interno que no funcionan. En esa batalla me he llevado muchas descalificaciones, porque ellos están muy a gusto con sus comisiones de tres o de cinco minutos", ha explicado durante su intervención en el desayuno informativo que ha ofrecido en una céntrica caferería de Toledo.

Política caciquil

¿Pero tiene sentido seguir manteniendo las diputaciones provinciales si funcionan con tanto oscurantismo? Ciudadanos, durante sus comienzos, propuso la eliminación de las mismas, aunque finalmente descartó el plan. Ahora, Comendador se alinea con la postura del partido: hay que reformar la ley de bases de régimen local y "definir mejor ese escalón administrativo que tiene que existir a nivel provincial". En ese sentido, defiende que hay diputaciones que funcionan muy bien pero que otras, como las de Castilla-La Mancha, que "están faltas de contenido y luego, encima, mantienen vicios e inercias del pasado que provocan que se haga y deshaga de manera caciquil"

Contra esa forma de hacer política, Comendador deja claro que seguirá avanzando por el mismo camino que hasta ahora, el del "consenso" y el del "ser útil para los toledanos", sin pensar en las negras perspectivas que se ciernen sobre Ciudadanos si hacemos caso de las encuestas. "La situación nacional es la que es", reconoce, pero asegura que sigue "apostando por el proyecto".

¿Y que será de él en 2023, año de elecciones municipales y autonómicas? Su sueño cuando realizaba sus primeras incursiones en la política local, allá por 2015 liderando la candidatura de UCIN (Unión de Ciudadanos Independientes), era convertirse en alcalde de Toledo. ¿Pero lo sigue siendo? "El futuro dependerá primero del partido y después de los toledanos", ha sido su respuesta. Por ahora, dos años antes de esa fecha, asegura que junto a sus compañeros de bancada en el Ayuntamiento, Esteban Paños y Araceli de la Calle, están "escuchando a la gente y haciendo las cosas bien, llevándolas a la práctica".