
Vista aérea Castillo de Molina de Aragón.
El pueblo de Castilla-La Mancha donde no existe el calor: un paraíso entre montañas que en verano baja de los 10 ºC
Pertenece al "triángulo del hielo" español, una zona donde se han registrado más de 100 episodios por debajo de los -20 ºC desde finales del siglo XIX.
Más información: Castilla-La Mancha, parte del 'triángulo del hielo' español donde se rebasan los -20 ºC
En plena provincia de Guadalajara, al noreste de Castilla-La Mancha, se encuentra Molina de Aragón, una localidad que no solo ostenta el título de pueblo más frío de la región, sino que ha sido bautizada con un sobrenombre tan sugerente como revelador: la Siberia española.
Este apodo no es gratuito. La comarca combina una de las densidades de población más bajas de la península con temperaturas invernales extremas, capaces de rivalizar con algunas de las más frías regiones de Europa.
De hecho, estudios avalados por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) sitúan a Molina de Aragón dentro del llamado "triángulo del hielo" español, una zona donde se han registrado más de 100 episodios con temperaturas inferiores a los -20 ºC desde finales del siglo XIX.
Un clima extremo incluso en verano
Mientras gran parte de Castilla-La Mancha sufre los rigores del verano con temperaturas que superan con facilidad los 35 ºC, Molina de Aragón ofrece un verano más suave, con noches que pueden descender incluso por debajo de los 10 ºC.
Su altitud, superior a los 1.000 metros sobre el nivel del mar, y su ubicación geográfica en una meseta elevada rodeada de montañas, favorecen un clima continental extremo: inviernos duros y veranos templados.
El "triángulo del hielo"
El "triángulo del hielo" lo forman Molina de Aragón, Teruel capital y Calamocha -ambas en Aragón-, y se ubica en el valle del río Jiloca, una amplia llanura encajonada entre los Montes Universales y la Sierra Palomera.
Esta situación geográfica favorece la entrada de masas de aire ártico y polar continental, especialmente por el norte, donde no hay barreras naturales que impidan su paso. Una vez dentro del valle, el aire frío queda retenido.
Estas condiciones generan un efecto conocido como "pantano de aire frío". Las noches despejadas potencian el enfriamiento radiactivo y, si el suelo está cubierto de nieve, el aire en contacto con él se vuelve aún más frío, denso y pesado. Este aire se estanca en la zona hasta que se produce un cambio en la circulación atmosférica.
Uno de los episodios más extremos tuvo lugar el 17 de diciembre de 1963, cuando la estación de Calamocha-VOR (Teruel) registró -30 ºC y en Molina de Aragón se alcanzaron los -28 ºC. La Aemet reconoció esta fecha como el día con la temperatura más baja registrada en una zona habitada de España.