Fachada del Ayuntamiento de Burguillos de Toledo.

Fachada del Ayuntamiento de Burguillos de Toledo. Javier Longobardo

Región SOCIEDAD

La revolución de los pequeños: pueblos como Burguillos, Olías y Argés han crecido cuatro veces más que Toledo este siglo

Los municipios que rodean la capital de Castilla-La Mancha rozan los 50.000 habitantes, con incrementos relativos de tres cifras desde el año 2000.

Más información: Ocho de cada 10 habitantes que gana Castilla-La Mancha son extranjeros: nuevo récord de población en la región

Publicada

La población de Toledo y los municipios de su entorno se ha incrementado en el último cuarto de siglo, pero mientras el padrón de la capital de Castilla-La Mancha se ha expandido un 27 %, el despegue acumulado de las localidades que forman su alfoz lo ha hecho hasta en un 97 %, prácticamente el doble. La escasez de vivienda en la ciudad se antoja como uno de los factores determinantes: muchos de quienes desearían vivir a orillas del Tajo, y que incluso lo hicieron en algún momento, han optado por trasladarse hacia municipios del entorno.

En los últimos 25 años, varios municipios limítrofes han registrado una profunda transformación demográfica. La evolución se ha visto favorecida, entre otras causas, por las limitaciones del planeamiento urbanístico de Toledo. Sin embargo, el cambio de residencia no ha impedido que una parte de estos vecinos mantenga su empleo y desarrolle una parte sustancial de su vida cotidiana en la capital.

El desigual ritmo de crecimiento en torno a Toledo señala la importancia del elemento vivienda. Los precios más económicos de los inmuebles en estos pueblos han impulsado un tránsito centrífugo. En todo caso, la relación entre el principal núcleo urbano de la provincia y los de menor tamaño de su órbita confirma, al menos, dos realidades convergentes: por una parte, la ciudad asume a estos nuevos vecinos en el día a día; por otra parte, su falta de planificación urbanística impide que se queden en el mismo lugar en el que trabajan y pasan parte de su tiempo.

Desde el Ayuntamiento insisten en la importancia del Plan de Ordenación Municipal (POM) en que se afana el equipo de Gobierno. El documento, un objetivo de legislatura para Carlos Velázquez, aspira a incorporar al censo municipal a muchos de los que han recalado en el extrarradio. Para que no se vaya nadie más y puedan venir quienes así lo quieran se rescatan argumentos como el de coser una trama urbana muy dispersa o elevar la altura media de los nuevos edificios.

No obstante, la fenomenal expansión del contorno de Toledo es un fenómeno que se mantiene y que cada año engrosa los respectivos padrones. Desde el año 2000, los mayores bums relativos se han registrado en Burguillos (301 %), Argés (190 %), Cobisa (181 %), Olías del Rey (114 %) y Nambroca (102 %). En los cinco casos, el incremento mínimo ha supuesto, como poco, duplicar la población con la que iniciaron la centuria.

Así, la fuerte expansión residencial ha transformado al antaño pequeño pueblo de Burguillos, que ha pasado de contar con menos de un millar de vecinos a acercarse hoy a los 4.000 empadronados. Argés, también situado al sur de la capital regional, supera ya los 7.000 moradores, mientras que Olías del Rey roza los 10.000 habitantes cuando hace apenas un cuarto de siglo su censo no alcanzaba las 5.000 personas.

Por su parte, Guadamur y Mocejón registran un crecimiento mucho más moderado, del 14 % y el 25 % respectivamente. Este alza contenido revela una dinámica demográfica más estable en comparación con otros municipios del entorno. Otros pueblos también próximos a la capital de Castilla-La Mancha, como Polán o Albarreal de Tajo, han experimentado repuntes en el número de vecinos.

Con carácter general, la eclosión que ha caracterizado al conjunto de la periferia de Toledo revela el interés residencial de esta zona. En términos agregados, el alfoz ha duplicado su población entre los años 2000 y 2025, desde los 24.501 habitantes de entonces a los 48.295 actuales. El siglo XXI ha consolidado un espacio metropolitano en torno a la capital regional.

La corona urbana de Toledo ha ensanchado, tanto la franja más próxima al corredor que atraviesa la autovía A‑42 dirección Madrid —el sector meridional de la emergente comarca de La Sagra— como los pequeños municipios antaño agrícolas que se adentran hacia el interior de la provincia.

Cabe reseñar cómo la suma creciente de las poblaciones de las localidades que abrazan la ciudad imperial se aproxima progresivamente al tamaño demográfico de la propia Toledo, una situación que anticipa mayores dificultades en ámbitos como la movilidad, el mercado laboral y el sector inmobiliario.

Toledo, de dentro afuera

La población de Toledo ha crecido un 27 % en el siglo XXI. En el año 2000, la capital regional contaba con 68.537 habitantes, una cifra que ha aumentado hasta los 87.216 vecinos de 2025.

La ciudad, por tanto, se encuentra inmersa en un claro proceso de suburbanización: una parte importante del crecimiento de su área urbana se ha mudado a los municipios circundantes. Desde el Consistorio cifran en unos 120.000 vecinos la población flotante de la ciudad, unos 30.000 más que el número oficial de residentes.

El desplazamiento de una parte de los antiguos vecinos de la capital regional hacia la periferia ha convertido a esas localidades cercanas en espacios eminentemente residenciales, una suerte de ciudades dormitorio. Entretanto, la capital de la comunidad autónoma ha mantenido su papel preponderante como centro de concentración de la fuerza laboral, para la prestación de servicios y la actividad de la administración, también para los no empadronados.

Los municipios que se levantan en los bordes de Toledo apenas absorben su demanda residencial: no pueden ofrecer un volumen estimable de puestos de trabajo ni tampoco hacen frente a determinados servicios de bienestar y ocio que la cabecera regional presta.

El POM por venir, por tanto, deberá responder a estos flujos, una constante que provoca dificultades en el tráfico rodado o el aparcamiento y que reclama nuevas —y más capaces— infraestructuras. El marco en el que se trabaja también deberá valorar el coste de oportunidad que supone que el crecimiento poblacional de la corona sea casi cuatro veces superior al del núcleo urbano principal.