La estación de Santa Bárbara es el punto de inicio y llegada del Avant entre Madrid y Toledo.

La estación de Santa Bárbara es el punto de inicio y llegada del Avant entre Madrid y Toledo. Javier Longobardo

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La alta velocidad entre Madrid y Toledo cumple 20 años: 25 millones de pasajeros y el AVE a Lisboa a punto de definirse

El servicio Avant impulsa la economía de la capital de Castilla-La Mancha, aunque su uso creciente destapa quejas por las frecuencias y los retrasos.

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El 15 de noviembre de 2005, Madrid y Toledo se unieron por tren de alta velocidad. El servicio Avant acercó la cabecera de Castilla-La Mancha a la capital de España: el tiempo de desplazamiento entre una y otra se redujo hasta la media hora. La alternativa al transporte por carretera afloró en un momento de fuerte expansión económica y una creciente movilidad interregional.

La irrupción de la conexión minimizó el coste de oportunidad que supuso la exclusión de la ciudad imperial del primer AVE de España, el que conectó Madrid y Sevilla en 1992: el trazado quedó a unos seis kilómetros al oeste. Dos décadas después, la capital regional aguarda la alternativa ferroviaria más veloz y confía en integrarse en el itinerario de la línea Madrid-Lisboa. Una nueva estación se antoja como la solución al reto arquitectónico que plantea el paso por la ciudad patrimonio de la humanidad.

Desde su puesta en funcionamiento, unos 25 millones de pasajeros han utilizado el Avant Madrid-Toledo. En 2023, fueron 1,9 millones los usuarios contabilizados por el Ministerio de Transportes, la cifra más alta de la serie histórica. Los viajeros recurrentes se beneficiaron ese año de las bonificaciones aprobadas por el Gobierno central como medida antiinflación.

La evolución creciente del interés del ciudadano por este servicio confirma su popularidad. Se trata de una forma de conexión alternativa a la carretera, una modalidad que cuenta tanto con la autovía A-42 como con la autopista de peaje AP-41, una obra coetánea al Avant, inaugurada a finales de 2006, rescatada por el Estado años después y siempre infrautilizada.

El impacto de la alta velocidad para la capital regional se ha concretado en los segmentos laboral y turístico. Con carácter general, Toledo envía trabajadores a Madrid que regresan por la tarde; desde la capital de España, además de profesionales, recalan turistas y visitantes.

Aproximadamente, y según los datos de Transportes correspondientes a 2023, seis de cada diez viajeros son asalariados, una porción que cae en el caso de los estudiantes: menos de dos de cada diez usuarios cursan algún tipo de formación. Las mujeres compran el 53 % de los billetes; la edad media de quienes se desplazan con este modo de transporte entre Madrid y Toledo roza los 40 años.

No obstante, el éxito del servicio ha derivado en franjas horarias masificadas y en el deterioro de algunos parámetros de calidad. Desde la Asociación de Usuarios Tren de Toledo han denunciado los retrasos que han sufrido los pasajeros en horas punta, un problema que se ha intensificado tras el final de la pandemia.

Imagen de un tren de alta velocidad en Toledo.

Imagen de un tren de alta velocidad en Toledo. Javier Longobardo

Además, el tren ha alterado la movilidad en el entorno de la estación de Toledo, emplazada en el barrio de Santa Bárbara. El aparcamiento en este distrito se torna casi imposible en las horas centrales del día.

Asoma el AVE

El vigésimo aniversario de la línea Avant entre Madrid y Toledo se solapa con la resolución de las alegaciones presentadas por la Junta de Comunidades y el Ayuntamiento al proyecto del trazado del AVE. Presumiblemente, el Ministerio que dirige Óscar Puente decidirá en las próximas semanas y lo hará en favor de una segunda estación.

La línea que unirá Madrid y Lisboa, un proyecto que debería estar operativo en 2030, fecha de la celebración del Mundial de fútbol en (entre otros países) España y Portugal, añadirá un nuevo equipamiento ferroviario en Toledo, una instalación que se situará en terrenos de propiedad municipal frente al centro comercial Luz del Tajo.

La infraestructura por construir no trastocará la vigencia de Santa Bárbara, que se mantendrá como punto de inicio y llegada del Avant. Las administraciones regional y municipal han defendido la pervivencia de la actual estación y su convivencia con la que vendrá, una propuesta que entronca con el sentir mayoritario de la ciudadanía y los actuales clientes del servicio.

La conexión entre ambas y la integración de la que se erigirá en el barrio del Polígono con el núcleo urbano principal se antojan como dos de los principales retos por resolver.

El volumen de viajeros que atraiga el AVE ibérico en su escala en Toledo definirá su fortuna. Una vez se resuelva la debida protección sobre el paisaje histórico y natural, se deberán evaluar aspectos como el grado de vertebración para el territorio provincial (y regional) que supone el nuevo eje entre Toledo y Talavera, la viabilidad de mantener abiertas dos estaciones en una ciudad de menos de 100.000 habitantes, o las posibles conexiones, por una parte, a la red de Cercanías de Madrid, y, por otra, al AVE hacia el sur peninsular.

El incremento de los flujos turísticos o la presión inmobiliaria por la mejora de esta modalidad de transporte se adivinan como dos ejemplos de externalidades negativas.