Riada en Letur

Riada en Letur

Región EL TIEMPO

Letur y Mira conmemoran el aniversario de una dana que provocó siete muertes y que la magnitud de Valencia diluye

Un año después de la tragedia, ambos pueblos devuelven la gratitud hacia quienes se afanaron contra las inundaciones. Las tareas de reconstrucción continúan.

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Las grandes riadas que asolaron el tercio este de la península durante 29 de octubre de 2024 dejaron siete víctimas mortales en Castilla-La Mancha: seis en Letur, un municipio de la provincia de Albacete, y otra más en la conquense localidad de Mira.

La cifra de fallecidos por un extremo climatológico característico del final del verano y el inicio del otoño resulta menor si se compara con la magnitud que el desastre alcanzó en Valencia, donde perecieron hasta 229 personas.

El episodio, sin embargo, provocó un número de decesos mayor que otros anteriores en la comunidad autónoma. En septiembre de 2023, fueron tres las personas fallecidas, en otros tantos municipios de la provincia de Toledo, tras un temporal similar.

Letur se convirtió en el epicentro de la dana en Castilla-La Mancha. El desbordamiento del arroyo que atraviesa el casco histórico de este pueblo de la sierra del Segura causó las seis pérdidas. Además, los vecinos lamentaron cuantiosas pérdidas materiales y diversos daños patrimoniales.

En el caso de Mira, la crecida segó la vida de una mujer de 88 años. Además, se rescató a decenas de vecinos por el desbordamiento del cauce fluvial que discurre junto al núcleo de población. También en la provincia de Cuenca, y sin que hubiera que lamentarse ningún óbito, se produjeron importantes daños materiales en la localidad de Landete.

El Gobierno de España, la Junta de Comunidades, las respectivas diputaciones y los propios ayuntamientos han aprobado diferentes líneas de ayuda para la reconstrucción de ambas zonas. El dinero público, junto con la aportación del consorcio de compensación de seguros, trata de paliar la devastación y restablecer una normalidad que aún se aguarda.

Homenaje para recordar

El próximo miércoles, a partir de las 17:00 horas, la plaza Mayor de Letur celebrará un acto en memoria de los fallecidos por la riada y homenajeará a los cuerpos de emergencia y voluntarios que durante "aquellos difíciles momentos", según ha explicado el Ayuntamiento en redes sociales, contribuyeron a las tareas de salvamento.

El dolor compartido y el aplauso unánime al esfuerzo colectivo que evitó daños mayores no han impedido reivindicaciones de diferente índole. En Letur, los familiares de las seis personas muertas han denunciado a las administraciones públicas por un posible homicidio imprudente. Desde Mira también han surgido voces que piden mantener vivo el recuerdo de la tragedia.

La gestión de la catástrofe ha sido objeto recurrente de discrepancia política. La oposición al Gobierno regional ha sugerido la responsabilidad de Emiliano García-Page y sus consejeros; el Ejecutivo autonómico y el PSOE, partido que lo sostiene con mayoría absoluta, han negado la más mínima correspondencia con la discutida labor realizada por el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, en su territorio.

En todo caso, la sombra de Valencia opaca una reconstrucción en la que aún se trabaja y que necesitará más años. El vínculo entre la dana y el territorio levantino, una relación cuasi exclusiva para la opinión pública, parece haber penetrado en la esfera institucional. La sobrecogedora estadística se impone. Por tanto, la posición de las pequeñas Letur y Mira frente a los municipios del sur de la tercera ciudad de España por tamaño de población se antoja desfavorable.

El refuerzo de los sistemas de emergencia y la comunicación de alertas a la población se adivina como la principal enseñanza tras el trágico evento del pasado otoño. Más allá del procedimiento y la acción administrativa, diferentes expertos han advertido de la necesidad de establecer mejoras en determinadas infraestructuras, además de evitar construcciones cerca de pasos de agua.

Por otra parte, se ha señalado al cambio climático como catalizador de unos eventos que se prevé sucedan con más regularidad y alcancen efectos aún más devastadores.