Las gasolineras automáticas ya forman parte del imaginario colectivo de este país a la hora de repostar nuestros vehículos. Enseñas como Plenoil, Ballenoil, Bon Área o PetroPrix son bien conocidas por el consumidor. Un sector que en su día propició el rechazo de sindicatos y otras organizaciones en Castilla-La Mancha por haber dado el Gobierno regional vía libre a estas gasolineras, como lo hizo también la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Las estaciones de servicio con tecnología para operar en régimen automático las 24 horas del día han venido para quedarse, demostrando durante todo este tiempo buena salud, incluso a pesar de las trabas burocráticas que algunos territorios del país mantienen.

Según datos publicados el pasado verano por la patronal que reúne a todos estos operadores, la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae), las estaciones de este tipo crecieron un 22 por ciento desde la pandemia hasta llegar a las 1.277, el 12,5 por ciento todas las gasolineras que hay en nuestro país, y de las que aproximadamente un diez por ciento se encuentran instaladas en Castilla-La Mancha. Un número aún lejano de países referentes en la apertura y liberalización del mercado del carburante como Dinamarca o Finlandia, donde las gasolineras automáticas representan ya cerca del 70 por ciento del parque nacional.

La gran incertidumbre mundial como la actual por las imprevisibles consecuencias que la crisis bélica entre Ucrania y Rusia está teniendo sobre la economía mundial, ha vuelto a poner de actualidad y envalor el servicio que prestan las gasolineras automáticas por su notable incidencia en el precio final del combustible. De acuerdo con los datos remitidos por las propias estaciones de servicio al Ministerio, fueron ya más de 1.500 surtidores en toda España que a principios de semana la gasolina de 98 octanos superaba los dos euros por litro el precio de venta y otro tanto ocurría con el gasóleo A. Cotizaciones que según AESAE suponen unos quince céntimos más en litro de media que las gasolineras tradicionales, incluso más dependiendo de los territorios. Un alza histórica del precio de los carburantes que está arrebatando cuota de mercado a las grandes petroleras que se han visto obligadas, en el caso de Repsol, a bajar 10 céntimos de euros por litro el precio de todos sus combustibles.

Aliadas imprescindibles del consumidor para contener los precios en aquellos territorios gracias a una red cada vez mayor que despacha barato, reduce costes, y vende a destajo, las gasolineras automáticas están apretando de qué manera las tuercas a las grandes firmas petroleras que controlaron tradicionalmente el mercado y llevan años estancadas. Un proceso donde el consumidor es el principal beneficiario y los usuarios agradecemos.