Me lo advirtió Alberto Gómez-Chacón, marido de Mariana Boadella, hace algunas semanas. "Estrena Albert en Madrid". Desde hace varios años conozco a esta pareja culiparda, asentada en Ciudad Real por varios motivos. El principal, porque la vida los llevó aquí. Mariana, hija del mítico Boadella de Els Joglars, acabó harta de Barcelona, Cataluña y el ambiente asfixiante del independentismo. Se enroló en Ciudadanos y acabó siendo portavoz del gobierno municipal en época de Eva Masías. Alberto es un brillante empresario natural de Villafranca de los Caballeros, que ha visto en el transporte en bicicleta una oportunidad para desarrollar su talento. Los cheleros es lo que tienen… En cuanto ven la ocasión, se lanzan. Como cuando conquistó el corazón de la valiente Mariana, que así es como la ve, nota, percibe, siente.

Así pues, fui con ellos. La noche en Madrid, espléndida, sensacional, para disfrutar de una velada teatral inolvidable. Entre las caras conocidas del estreno en la capital, Esperanza Aguirre, que sigue igual que cuando se fue. Quiso arropar a Albert en su primer día, cuando el autor frisa ya los ochenta años. Está en forma como ninguno. Ejerce de director y ha montado una obra en torno al rey viejo que es fabulosa. Al margen de las caricaturas y el sarcasmo, El Rey que fue es el intento y la consecución de ahondar en el alma del personaje y descubrir lo que movió al español más influyente del momento y uno de los más queridos en su tiempo a convertirse en otro de los más odiados y vilipendiados, hasta el punto de salir de España. En ese marasmo se desarrolla la obra, con un Ramón Fonstserè fastuoso en el papel de Juan Carlos. "¿Por qué me casé con un congelador?" es una de las frases más hirientes que Boadella pone en boca del monarca, atado a un retiro dorado en Arabia, mecido entre móviles, bufones y amantes. La corona colgada del colmillo de un elefante es la iconografía de esta obra que los jóvenes debieran ver sin excusas, porque traza un retrato completo del personaje más decisivo de nuestro tiempo, resaltando las sombras, pero también las luces que tuvo para la reciente Historia de España. Creo que la infancia con Franco y la carestía que le impuso el general con sus privaciones, marcan el destino de Juan Carlos. No obstante, andado el tiempo, sería una injusticia tremenda que el rey muriera fuera de España, como todos sus antepasados, a excepción de su padre, que no lo fue. Paradojas reales.

Arcadi Espada o Cayetana Álvarez de Toledo fueron otros de los rostros que acompañaron a Boadella en su estreno matritense, antiguos compañeros de viajes e ideas. Triste sino el de un pueblo como el catalán, que expulsa de su vientre a las mentes más lúcidas para lanzarlas lejos de su alcance e influencia. Madrid es la gran ciudad que ha acogido a catalanes de la diáspora con las manos abiertas sin preguntar apenas nada. Como lo ha hecho con tantos otros venidos de otras partes del mundo. Madrid es ese poblachón manchego de llanura encendida en que prenden y baten todas las olas. Ayuso tiene razón cuando habla del paraíso de la libertad, aunque moleste a la izquierda. Pero la verdad sólo tiene un camino y la lámpara está hecha para ponerla sobre la mesa y no debajo de ella. Vean El Rey que fue, que ya pasó por Toledo y también tuvo buena crítica del maestro Illán. Uno sale del teatro dándole vueltas a la condición humana. Porque, ante todo, somos eso. Débil carne mortecina por más monarca que se sea. Entre Valle, Shakespeare y Lope anda el juego.