Capilla Sixtina

No es el turismo

1 agosto, 2017 00:00

No es el turismo exactamente el problema más inquietante del centro histórico de Toledo. Ni siquiera la “gentrificación” que se pudiera producir en un futuro más lejano que inmediato. Para nuestra suerte o desgracia cada día dependemos más de las circunvalaciones urbanísticas y económicas de Madrid. Si alguien, algún día, descubriera que Toledo es un centro cercano de Madrid en el que es posible vivir con una calidad que no se encuentra en otros lugares, todo cambiará. No lo duden. Aunque, de momento, los problemas son otros. Deberíamos evitar, en consecuencia, incorporar como propio lo que, por ahora, es un problema ajeno: la masificación turística.

Desde hace años se viene llamando la atención sobre los prejuicios del turismo en Venecia. Recientemente se han tomado medidas drásticas para el acceso de visitantes al Machu Pichu. Florencia o Roma están en punto de colapso así como otros lugares de China o de Asia. Es decir, el turismo, ha superado la fase de oportunidad de negocio para empezar a considerarse como un peligro cierto. Un peligro que se incrementa con nuevas formas de viajar: los cruceros, por ejemplo. Enormes hoteles flotantes durante la noche descargan por las mañanas su mercancía turística en ciudades con puerto de mar. Venecia, Dubrovnik, Barcelona o la capital de las Azores son casos paradigmáticos de una invasión de hordas incontenibles por horas. Aunque estos son ejemplos extremos.

Otra forma de turismo –más antigua- es la de la escapada durante los fines de semana de las grandes aglomeraciones urbanas a lugares tranquilos y cercanos. Y aquí entraría de lleno Toledo. Se encuentra muy próximo a Madrid, con asequibles comunicaciones y dispone de elementos patrimoniales que en una sociedad del espectáculo no pueden dejar de ser vistos y fotografiados. De hecho, sábados y domingos resultan días complicados para andar por las calles más transitadas de la ciudad. Aún así, ese no es el problema del centro histórico. A lo que nos puede llevar, en todo caso, es a cuidar, mejorar, perfeccionar, diversificar y tecnificar la gestión del turismo. Y acompasar con medidas y propuestas que posibiliten que el turismo sea un negocio para la ciudad en lugar de para unos pocos.

El problema grave del centro histórico es la despoblación a lo que no contribuyen el turismo, sino las “condiciones” de vida en ese centro histórico. Y las condiciones, digámoslo abiertamente, no son nada favorables. Se suman barrios en Toledo a los que nadie se querría ir a vivir en las circunstancias actuales. Cualquiera puede comprobar lo desierto que están esos barrios en un paseo sosegado por la ciudad, incluso en los momentos de mayor saturación turística. Varios de los problemas de habitabilidad radican en su trama urbana presente, con la que algún día habrá que atreverse. Otro, son los tipos de viviendas, insostenibles en bastantes casos. Asunto que también habrá qué abordar. O el número de esas viviendas y solares desocupados. Eso por no hablar de los escasos espacios vacios y verdes que oxigenen calles y viviendas. Por ahí apuntan los problemas de fondo. Aunque puedan señalarse otros y muy variados que será preciso encarar si se quiere invertir la tendencia incontenible hacia la despoblación del centro histórico. Por supuesto, no todo debiera ser inalterable e intocable.