Mañana sábado, si el tiempo no lo impide y la autoridad lo permite, llegará a Cuenca un tren histórico desde Madrid, fletado y patrocinado por la Asociación de Amigos del Ferrocarril de la capital, lo cual, en principio, a cualquiera le parecería una buena noticia. Al fin y al cabo, en Cuenca como en Talavera, por citar solo dos zonas de nuestra región empeñadas durante años en tener un tren digno y a la altura de los tiempos, cualquier tren que circule por sus vías se recibe en los últimos tiempos como un verdadero milagro.

Muchos conquenses van a aprovechar el viaje de ese tren histórico restaurado para llevar a cabo una jornada reivindicativa de sus aspiraciones de futuro, y hacen muy bien. Uno, la verdad, cuando leyó la noticia se sintió un poco confuso, porque pensó, quizás con demasiada ligereza, que lo del tren histórico Río Huecar llegando a Cuenca después de casi cuatro horas de viaje, por mucho placer que se ponga en el trayecto no dejaba de ser una burla.

Y es que la imagen de un tren histórico haciendo recorridos turísticos, remedando a un Orient Express de andar por casa, no es para uno la mejor forma de reivindicar ese tren moderno, rápido, con cadencias de salida y llegadas muy cortas que Cuenca, Talavera y tantos otros lugares necesitan. Le suena a uno lo de los trenes históricos como impulso del ferrocarril del siglo XXI, a la misma música del turismo rural cuando se trata de solucionar los problemas de las zonas rurales y el despoblamiento. ¿Trenes históricos, turísticos, teatrales, gastronómicos y cuantas cosas quieran añadirles al ferrocarril? Todos cuantos ustedes quieran y la imaginación les permita. Eso si, como complemento de una red de ferrocarril de calidad que asegura, como hoy en día es común a las grandes regiones urbanas, áreas cada vez más amplias.

Cuenca ya tiene tren de alta velocidad, pero los conquenses han comprobado que la verdadera necesidad es un tren convencional que les ponga a una hora de Madrid cada día. A Talavera el AVE todavía no ha llegado y se teme que su llegada sirva como coartada para liquidar el tren convencional de cada día. Algo tan normal en un país de Europa occidental como es la vía doble y la electrificación es aquí un sueño.

En Cuenca, lo de la llegada el sábado del tren histórico restaurado se lo han tomado con las mismas buenas intenciones que la Asociación de Amigos del Ferrocarril ha montado el viaje. Mejor así. Los conquenses son mejores que uno. A mí la verdad la cosa me suena al timo del tren botijo.