Los resultados de las extremeñas dan la razón a Antonio Gramsci cuando decía aquello de que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no termina de morir. Alguno podría recurrir a Lampedusa, que aseguraba en El Gatopardo que todo cambia para que todo siga igual. Yo acudo a David Sánchez, el hermano de Pedro, que compuso una obra musical titulada 'La danza de las chirimoyas'. No sabemos si la chirimoya era él, Gallardo o el hermanísimo… Pero, en cualquier caso, cualquiera de los tres fue clamorosamente derrotado ayer, sin paliativo alguno. Da la impresión de que al presidente del Gobierno le importaba un bledo lo que ocurriese en Extremadura.
Gallardo no era su candidato y quedó como Cagancho en Almagro. Sigue salvando a su hermano, que es quien le interesa. Lo demás, le da lo mismo. Él sigue bailando como una chirimoya en la Moncloa, a la espera de que el mundo se derruya a sus pies y la guerra civil de la derecha le vuelva a dar la victoria unos cuantos meses más tarde. Que nadie descarte nada, porque cosas peores se han visto.
Guardiola ha ganado las elecciones claramente, pero sólo consiguió un escaño más. Es lo malo de inflar las expectativas… Que uno convoca para superar una situación y no termina de conseguirlo. Ha comprado muchos décimos y estuvo a punto de conseguir el Gordo, pero no le ha tocado. Necesitará la abstención de Vox, que muy probablemente obtendrá. La formación verde ya ha aprendido de la inutilidad de Ciudadanos, cuando decidió no apoyar el ejecutivo de los ciento ochenta escaños, que hubiera resuelto el problema de España durante un tiempo.
Vox sigue creciendo a base del desgaste del PSOE y el trasvase del PP. De los diez escaños perdidos por los socialistas, seis fueron a Vox, lo cual quiere decir que comienza a ensancharse su base electoral. Podemos ha resucitado de entre los muertos… Es una buena noticia para los morados, que será otro de los flancos más evidentes que se le abrirán a Sánchez.
Lo ocurrido en Extremadura es un vuelco electoral sísmico, donde el PSOE de Ibarra era como la central de Almaraz… Hasta que se les ocurrió ir contra ella y así les ha ido. Es una gran victoria para el PP, que sin embargo debe continuar el pedaleo. A Pedro Sánchez, curiosamente, no le viene mal. El candidato Gallardo queda ridiculizado y a la altura del betún, pero eso le da igual. Porque sigue tocando el arpa en Moncloa mientras la ciudad se quema.
Y Vox continúa su ascenso, que es la coartada que busca el hermano de la chirimoya para meter miedo a los votantes de izquierdas que quieran quedarse en casa, como ayer hicieron muchos. Lo próximo será Aragón… Pero como sigan así las cosas, con una tendencia que no termina de romper, Sánchez continuará en la cúspide, asistiendo al desmoronamiento de su partido y pertrechado en su famosa resiliencia, que le costará carísimo a todos los demás. De los suyos dependerá que le dejen hacer esa política de tierra quemada. Al final, la danza de las chirimoyas era esto mismo. Que Pedro Sánchez se quedara solo bailando en mitad de la pista, sin nadie más de los suyos a su alrededor. Al fin y al cabo, el guapo era él.