Vivimos en la cultura de lo efímero. Todo va tan deprisa que es difícil asentar un concepto, una noticia, incluso una canción. Antes había amores de verano y canciones del verano, con un poco de suerte tu amor de verano te dedicaba una canción, pero en la centrifugadora de la vida actual en un verano pueden hacerse y deshacerse más de 30 amores y más de 90 hits musicales.
No da tiempo a que nada se asiente, nos dedicamos a escrolear, pasando de pantalla en pantalla, de TikTok, de Instagram, de Twitter, lo más rápido que podemos. Horas inútiles en las que vemos miles de cosas sin que nos dé tiempo a aposentar nada en nuestro cerebro. Así que las canciones, las imágenes, la cultura, los discursos, las informaciones que están surgiendo en los últimos años nacen muertas, porque sobrevivirán unos minutos o unos días en el mejor de los casos. Conclusión: los llamados creadores de contenidos -y no me refiero solo a los influencers sino a los asesores de los políticos, a los divulgadores científicos, a los promotores de cualquier iniciativa- trabajan más que nunca para que su esfuerzo dure menos que nunca. Incluso esos contenidos que se convierten en virales -algo que se considera superexitoso- permanecerán en nuestra memoria, en nuestras fuentes de información, como mucho unos meses. Las consecuencias van de lo más anecdótico a lo más grave.
Ya no hay canción del verano, porque ninguna canción sobrevive tres meses. Ya no hay serie del verano, porque en un verano uno puede ver decenas de series. Ya no hay cine de verano, bueno sí lo hay, pero es absolutamente residual porque en tu casa tienes 80 plataformas e incluso puedes ver tres y cuatro cosas a la vez. Ya no hay silencios, porque puedes escuchar los audios en modo acelerado. De hecho, el 90 % de los jóvenes se escuchan en modo "pitufo", doblando la velocidad de la voz, no sea que pierdan dos minutos de su vida.
🗣️ Vivimos en la cultura de lo efímero, asegura @suerteasi
— El Español - El Digital CLM (@eldigitalCLM) August 29, 2025
👉🏻 "Lo queremos todo, lo queremos ahora, lo queremos perfecto, y no nos da tiempo a saborear ni el éxito ni el fracaso, ni la alegría ni el dolor, ni la ira, ni el miedo... Y mientras nosotros habitamos este mundo… pic.twitter.com/OXmM9JIO5u
Ya no hay hemeroteca. Bueno, sí la hay, pero casi nadie la consulta, porque un partido, un líder político, puede decir una cosa y la contraria en cualquier red social sin que nadie preste atención a sus incoherencias. No se les exige entre tanto contenido real o fake un discurso coherente, una filosofía de acción clara.
Vamos muy deprisa para llegar no se sabe muy bien a dónde. No nos da tiempo a saber lo que es la frustración, pero vivimos constantemente frustrados. Lo queremos todo, lo queremos ahora, lo queremos perfecto, y no nos da tiempo a saborear ni el éxito ni el fracaso, ni la alegría ni el dolor, ni la ira, ni el miedo... Y mientras nosotros habitamos este mundo frenético que nos hemos inventado, la naturaleza sigue su curso, paciente, adaptándose al cambio, teniendo muy claro que los efímeros somos nosotros. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.