No seré yo la que siga la estela de las bromitas ingeniosas del ministro Puente en lo que a los incendios se refiere, pero es cierto que en nuestro país se tolera mucho mejor la mentira directa que la fina ironía. No se puede dar cera por las redes sociales a los presidentes de comunidades autónomas que tardan tres días en asumir sus responsabilidades porque están de vacaciones, que luego se nos ofenden, pero se puede corear en un inicio de fiestas 'Sánchez HDP' -todos me entienden- mientras los responsables políticos de turno le dicen al pregonero "cállate que están insultando a Sánchez". Así estamos.

Dicho esto, déjenme que les dé mi opinión sobre la España en llamas, en la que desgraciadamente estamos inmersos. En los últimos días se han quemado unas 27.000 hectáreas de superficie forestal en nuestro país. Y lo peor, hay fallecidos y heridos muy graves. El fuego es una amenaza mucho más grande para nuestras vidas que un atentado terrorista. Y, sin embargo, solo nos acordamos del fuego cuando algo se quema. Los bomberos forestales, los agentes medioambientales, las brigadas o los retenes contra el fuego tienen que estar operativos todo el año, en todas las comunidades autónomas.

Las situaciones laborales de estos trabajadores son muy diferentes en las distintas regiones, pero deberían partir de una base cierta: el fuego que no quieres tener en agosto lo debes evitar en noviembre, en enero, en marzo. La labor de cuidado forestal para minimizar los riesgos de los incendios debe realizarse 365 días al año. El monte hay que limpiarlo, señores; las zonas urbanas de rastrojos y de malas hierbas, también hay que limpiarlas. Los responsables de luchar contra el fuego deben tener un salario digno. Lo que ganen nunca compensará los riesgos que corren, pero al menos ayudará a que su labor se vea reconocida. Deben tener además una formación constante y una especialización adecuada al trabajo que desarrollan.

Los responsables políticos no pueden tomar decisiones en temas técnicos. En puestos de responsabilidad técnica -esto incluye todas las direcciones generales de emergencia y, a mi entender, también las consejerías- deben estar personas con formación técnica, porque señores, ya lo hemos visto en otras ocasiones: no solo nos jugamos el patrimonio natural, nos jugamos la vida. Los alcaldes, consejeros y presidentes tienen una responsabilidad directa y su cargo incluye que, ante una emergencia, estén en su puesto y si están de vacaciones, pues se vuelven... porque es parte de su trabajo. Todo lo que no sea esto es una irresponsabilidad.

Y un apunte más: este para periodistas y para medios de comunicación. Un incendiario y un pirómano no son lo mismo. Un pirómano es una persona que sufre un trastorno mental que le lleva a provocar incendios por el simple placer del fuego. Un incendiario, una persona que provoca un incendio lo hace con algún tipo de interés, económico personal o con algún fin, aunque el fin sea jodernos, con perdón, la vida a todos. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.