Ya sé que a cada uno le importa lo suyo. No soy una hermanita de la caridad. Sé que esos sentimientos de los que hacemos gala habitualmente (la generosidad, la solidaridad, la piedad…) no se ponen nunca, o casi nunca, en primer plano. Solo nacen cuando nuestras necesidades están cubiertas y cuando no nos agobian nuestros propios problemas. Pero yo no puedo quitarme de la cabeza lo que está pasando en Gaza. No puedo. Tengo una náusea perenne en el estómago.

Sí, siento eso como todos nosotros, desde la comodidad de mi casa, de mi vida y de mi seguridad, pero lo siento. No entiendo que estemos viviendo este genocidio, esta aniquilación, esta limpieza étnica o limpieza de territorio, como quieran llamarlo, con esa actitud, totalmente pasiva, totalmente infame. Los bebés, los niños, las mujeres, los hombres están muriendo de hambre, los soldados israelíes juegan al tiro al plato con los ciudadanos cuando acuden desesperados a los repartos de comida, se entretienen viendo cómo se matan entre ellos por un saco de harina para dar de comer a sus hijos.

El gobierno de Israel quiere quedarse con Gaza y quieren hacer creer al mundo que los gazatíes son cucarachas, bichos asquerosos a los que puedes pisar y regocijarte. El gobierno israelí está haciendo exactamente lo mismo que los nazis hicieron con los judíos: primero deshumanizarlos, luego incomunicarlos y por último exterminarlos.

Israel lleva 60 años ocupando territorios que no son suyos, negándose a reconocer un territorio propio a Palestina y, por tanto, echando de su casa a los habitantes legítimos de esa tierra. Y lo hacen porque compran voluntades con dinero y poder e intentan vender un discurso que equipara a todos los palestinos con terroristas. Un discurso sesgado, ridículo e injustificable. Lo han hecho durante décadas con el beneplácito de casi todos los países, lo hacen ahora con el beneplácito de Estados Unidos y la inacción de Europa.

Los palestinos en la franja mueren en una jaula, sin agua, sin comida, sin posibilidad de comunicación, sin ningún derecho, con el mundo mirando por la ventana. Es delirante. Los que sufrieron el Holocausto, los que fueron marcados con una estrella amarilla, que en muchos casos les llevó a la muerte, los judíos son ahora los nazis. Sé que no son todos los judíos. Sé que hay mucha gente clamando por la paz en Israel, pero el Estado israelí es ahora la Alemania nazi para Palestina.

No hay justificación alguna, solo hay terror, desgarro y dolor. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.