Hace dos años la paloma de Pentecostés se posaba sobre Emiliano García-Page tras ganar los comicios más apretados de la historia autonómica. Esta semana de romerías también lo ha hecho en forma de lenguas de fuego que conducen a la destreza del titular. Coincido con Pedro Jota, que pocas imágenes más descriptivas y quevedescas como las del presidente de la Junta al comparar la situación política de España con la de un puzle roto. No sólo el "muré los muros de la patria mía", sino que en una línea fina que une a Quevedo, Larra y Valle-Inclán, podríamos acabar en la ineficiencia y colapso que narraba Fígaro en El Español del aparato burocrático de un país, o directamente en los espejos cóncavos del callejón del Gato, que dan lugar al esperpento.
La deliberada ceremonia de la confusión auspiciada por Pedro Sánchez estos días con las Leires y Dolset, tiene como objetivo el hartazgo de la ciudadanía, así como su sensación de pérdida en la inmensidad de las piezas de un puzle roto aposta, cuando el creador constata que la fotografía que debía reproducir con ciento setenta y ocho piezas -siete de ellas impostadas- está quedando como un retrato de Cristo con dos pistolas. Esta es la cortinilla que Sánchez usó en el partido cuando perdía la votación en el Congreso del uno de octubre, aplicada ahora a la Moncloa y al Gobierno de España. Su manual de resistencia verdadero, el trilerismo sin fronteras. Sin embargo, como este mismo periódico publica, le está resultando un efecto similar al de entonces, pues la ciudadanía ve negro sobre blanco los trucos de este Houdini de saldo que se nos ha colado en la presidencia del Gobierno. Y es cierto que cuanto más tiempo esté en Moncloa, más dura será la caída. Sánchez es ahora mismo Cary Grant con la muerte en los talones, corriendo a toda prisa para evitar la fumigadora que lo persigue a campo abierto. Sólo que las rubias de esta película no son de Hitchcock, sino Leires de bote que recuerdan a la Ofelia de Ibáñez en Mortadelo y Filemón. Los cafeteros siempre darán credibilidad a un Juan Valdés de saldo y burra sin grano alguno, pero las alforjas de Sánchez se van vaciando a un ritmo agigantado. En este sentido, las palabras y estrategia de Page cobran doble importancia por retratar como un Velázquez del XXI las meninas que está dibujando el valido en la Corte. Ministras de bajo vuelo y estatura política enana. Menos la pájara que vuela cuando quiera, pero sin presupuesto.
El puzle roto es la despiadada metáfora de una España que vuelve a ser presa de lo peor de sus dirigentes, como lo fue en otras épocas de las que finalmente, por el instinto de permanencia y subsistencia de los españoles, termina zafándose en el momento. Si Sánchez ya estaba preocupado a los dos días de cómo lo recordaría la Historia, ya sabe a qué cajón va a caer. Al de las fichas sueltas del puzle que no encajan con nada y van al olvido de la próxima mudanza.