¡Oh, Donald! Visionario, estratega, maestro del caos y rey del Twitter. No cabe duda de que el mundo no estaba listo para semejante mente. Su ascenso a la Casa Blanca fue el equivalente político a un reality show, y claro, nadie lo hizo mejor que él.

Desde su llegada al poder, nos deleitó con una serie espectáculos tan dantescos como faltos de gracia. Cree que su relación con la prensa es una obra de arte. "Noticias falsas", "enemigos del pueblo"... un vocabulario digno de lo que es y que, en algunas ocasiones, recuerda al mismo discurso de sus no tan amados dictadores comunistas.

Cualquiera que se atreva a cuestionarlo recibe una avalancha de insultos vía redes sociales, como un adolescente enojado con acceso ilimitado a internet. Pero, ¿quién necesita a la prensa cuando puedes gobernar a golpe de tuit? Y más aún si tienes a su dueño sentado a la derecha del padre.

Por supuesto también tenemos su amor por la democracia… Ah, puro y sincero. Tanto que cuando perdió las elecciones de 2020, decidió que lo mejor era declararse ganador de todas formas y ahora, cinco años más tarde, recuperar el trono y empezar con medidas que pasarán a la historia por lo antidemocráticas de las mismas. ¡Qué importa la voluntad del pueblo cuando uno mismo puede proclamarse emperador!

Se cree con carisma. ¡Qué capacidad para inspirar a las masas! Logró que millones de personas creyeran que el mundo estaba en su contra y que solo él, el mesías de la política, podía salvarlos de la "élite corrupta"… mientras él mismo vivía como un rey en su torre dorada, desde la cual se permitía expulsar a punta de metralleta a miles de inmigrantes por el mero hecho de serlo.

Dejamos para el final lo más ridículo de todo, él se considera el pacificador del mundo al lograr, y seguro que lo logrará, terminar con la guerra en Gaza y en Ucrania, en quince días. Increíble el hecho de lograr la paz amenazando con “desatar el infierno” si no cumplen con sus demandas; entre las cuales está, por supuesto, la reconstrucción de ambos territorios y, ya de paso, ganar unos cuantos cientos de millones de dólares más.

En fin, Donald, gracias por el espectáculo. Tuviste cuatro años de comedia, tragedia y terror, todo en uno y lamentablemente tendrás otros cuatro. Sin duda, la historia te recordará… aunque no exactamente como el gran líder que crees ser.