Sí, en ese paraje en el que una casa de campo de los descendientes de Romanones daría cobijo, a partir del año 1974, al matrimonio francés, afincado en Toledo, Suzanne Grange y Raymond Edanz. Ambos han dejado huella imborrable en la ciudad entre quienes les conocieron y les trataron. Y, ya desaparecidos, entre quienes contemplan, sorprendidos, el trabajo artístico y titánico de los murales de cerámica de la que fuera Universidad Laboral. Pero su actividad llegó a más, mucho más. Protagonizarían varios sucesos revolucionarios en la vida cultural española.
Sucedería en la Peraleda, cuando la Duquesa de Andría ofreció la planta baja -en la alta vivían los diseñadores Pin Morales y Roman Araujo- de una casa de campo que tenía en ese lugar de Toledo para que Suzanne y Raymond lo convirtieran en su hogar. Y fue su domicilio, pero también un centro de reunión, algo de casa de locos y lugar de irradiación cultural para quienes les trataron. En la Peraleda se tradujo al castellano unos de los libros fundamentales de la Materia de Bretaña de la que, en la España de la época, se ignoraba todo. En La Peraleda se podrían los cimientos de lo que iba a ser la Editorial Siruela, en la actualidad aún editando libros de gran impacto cultural. La más reciente, La Península de las Casas Vacías, de David Uclés. En La Peraleda, Suzanne y Raymond conocieron a Jacobo Fernández de Irujo, conde de Siruela. Joven un tanto desorientado, con algún dinero y mucha influencia que recaló en Toledo. Suzanne le descubriría el universo del Rey Arturo, la Queste del Grial y el mundo de la materia de Bretaña. Durante las conversaciones sobre la fuerza simbólica de esas materias ignoradas en España nacería la iniciativa de traducir del francés antiguo La Muerte del Rey Arturo. Una verdadera enciclopedia de la vida y del espíritu de la Edad Media. Obtendrían el Premio Nacional del Ministerio de Cultura a la obra mejor editada del año 1981. Cuatro años de trabajo, según el propio Jacobo, y un esfuerzo agotador del matrimonio cimentaron un libro para bibliófilos.
Del libro premiado se editaron 515 ejemplares. Cuatrocientos ochenta y tres numerados a mano, 27 ejemplares fuera del comercio en signos romanos y cinco signados con las letras A, B, C, D y E para el depósito legal. Conscientes de la trascendencia del libro premiado, en las páginas iniciales se señalaron los colaboradores de la obra: Eugenia Fernández de Castro, Suzanne y Raymond Grange (sic) Carlos Maier, Santiago Muñoz Brandon, Carmen Serrano y Julio Soto. La Muerte del Rey Arturo es el último libro de la saga del Rey Arturo y se pasó al castellano del manuscrito A, publicado por Jean Frappier, que se encuentra en la biblioteca del Arsenal de París. La edición, terminada el día 15 de diciembre de 1980, corrió a cargo del Conde de Siruela. La traducción se atribuye a Mathilde Grange y a Jacobo Fitz James Stuart, aunque en realidad la traducción la hicieron Suzanne y Jacobo. Pero, como los dibujos que acompañan al texto, 56 en total, también son obra de Suzanne, para que no pareciera tan apabullante su presencia, se recurrió al nombre de la hija del matrimonio. Las guardas y las tapas del libro se tomaron del escudo de Siruela, que data de 1470.
Tras el premio se crearía la editorial Siruela. En paralelo, Suzanne y Raymond se embarcarían en la confección del Mural del Anillo (1976-1979) para la Universidad Laboral. Tres años de trabajo intenso y proteico. Por la Peraleda aparecerían unos jóvenes Pablo Sanguino, Antonio Pareja y Carlos Villasante, deseosos de conocimientos nuevos. Pero esas son ya otras historias.