Hoy les escribo desde la calle Carretería de Cuenca, en el centro de una ciudad partida en tres. Por un lado, el casco histórico, tan bello que nunca me canso de perderme entre sus piedras, de descubrir nuevos ángulos y de contemplar desde sus alturas las hoces y los ríos que parecen abrazarse. Los turistas solo conocen esta parte de la ciudad, claro. Recientemente, se han modificado las señales que explican las bellezas de Cuenca: 15 hitos, 98 señales de dirección y 48 señales informativas que han mejorado las rutas turísticas, aunque algunas de ellas se han colocado en lugares estrambóticos.

Pero yo estoy en Carretería, como les comentaba, que es el núcleo de la Cuenca real, donde viven sus ciudadanos. Aquí empiezan los problemas. Lo primero que llama la atención es la cantidad de locales vacíos que uno se encuentra en estas calles. Y, claro, la pregunta inevitable es: si en la zona comercial de la ciudad no se alquilan locales, ¿cómo irán las cosas en barrios más alejados del centro? Me dirijo a la Plaza de España y al mercado de abastos. El paisaje es desolador: edificios abandonados, vallas por cualquier lugar, paredes sucias, el cableado tendido de cualquier manera… Es inconcebible que el centro de una ciudad Patrimonio de la Humanidad esté en estas circunstancias.

El equipo de Gobierno (PSOE y Cuenca Nos Une) dice que tiene un plan para el centro. Lo han afirmado muchas veces. Incluso aseguran que se lo han contado en secreto a los partidos de la oposición. Pero la realidad es que ni en los presupuestos municipales -prorrogados otro año más por la situación de ingobernabilidad del Consistorio- ni en los de la Junta se contemplan inversiones en la zona. En una reciente entrevista, el alcalde Dolz y su mano derecha, Gómez Cavero, prometían solucionar el estado del centro. Con toques populistas de difícil digestión, el líder de Cuenca Nos Une decía tener el compromiso de Page para el proyecto de reforma. "Ahora, ¿no está en los presupuestos regionales? Pues lo pagaré yo", apuntaba.

Si avanzamos hacia el este, nos encontramos con la tercera parte de la ciudad: la Cuenca más allá de las vías abandonadas y de la estación fantasma. El núcleo del ferrocarril convencional que unía la provincia lleva años sin funcionar y ahora una sentencia del Supremo ha desestimado los últimos recursos presentados por una decena de ayuntamientos contra la decisión del Gobierno central de clausurar el tramo ferroviario Tarancón-Utiel. Así que parece que, ahora sí, se va a acometer un proyecto llamado 'Plan XCuenca', que este lunes ha reunido en Madrid a responsables de ADIF, el Gobierno de Castilla-La Mancha, la Diputación Provincial de Cuenca y los ayuntamientos de Cuenca y Tarancón. Lo primero será la construcción de zonas de estacionamiento; y es de esperar que, a medio plazo, se construyan viviendas en la zona, destruyendo esa frontera de hierro que lleva años dividiendo a la ciudad y paliando el grave problema de vivienda que sufre Cuenca.

La ciudad está mal. Mi paseo de hoy, que comparto con ustedes, me deja el sabor agrio de la decadencia. Cuenca está sucia, los parques infantiles descuidados, el cableado serpenteando de manera caótica y la ordenación vial del centro es inexplicable. Pero lo peor es la frustración, una pregunta que flota en el aire: ¿cómo es posible que una ciudad tan extraordinaria, con una ubicación increíble y posibilidades ilimitadas se encuentre en este estado de abandono y dejadez?