Edición de C. Clementson. Eneida. 2011. 838 pp., 28 e.



Cuando te pares/allí donde mi nombre/te llama,/deséame que duerma / soñando un mar en calma,/ esta luz de Sinera". Con el último de estos versos del poema de poemas Cementeri de Sinera ("Cementerio de Sinera"), de Salvador Espriu, en versión del profesor de la Universidad de Córdoba y poeta Carlos Clementson, se abre esta modélica antología, abarcadora e inspirada en sus versiones y pródiga en hallazgos. También modélica y de referencia hoy, en su formato y planteamiento, había sido otra obra que el mismo traductor nos ofreció, Alma minha gentil. Antología General de la Poesía Portuguesa (2010), publicada por la misma editorial.



No debemos aproximarnos a este nuevo volumen sin hacer referencia, más allá de sus muchos valores, a la condición de poeta y de especialista en la literatura tratada del traductor. Clementson es autor de una obra poética muy rica e intensa y, en modo alguno, el poeta que hay en él es ajeno a estas cuidadas versiones. Nos acompañan los textos originales para los que tenemos el don de disfrutar de ellos, pero cualquiera se puede sumergir en los poemas traducidos con la confianza y la fluidez de que no le ha abandonado la poesía; es decir, ese mensaje misterioso del texto que tantas veces se pierde al ser traducido. Leemos, por tanto, las nuevas versiones, e incluso en los poemas de la lírica medieval catalana vamos encontrando la música debida, un castellano claro y recio entramado en versos que, en ningún momento, aparecen sin melodía.



Nos equivocamos al juzgar como aventura este trabajo, por más deleitosa que sea, porque sabemos muy bien que es el resultado de la voluntad y del tiempo, del esfuerzo. Por otro lado, el fundamentado estudio previo y los breves, pero muy completos, que preceden a cada uno de los autores antologados, le da en cierta medida a este libro el carácter de una pequeña enciclopedia o de un abarcador manual sobre la poesía escrita en catalán a lo largo de siete siglos. Es este fundamento el que avala la continuidad y vigor de una lengua que ha tenido en la poesía su más claro referente.



Bien es verdad que, abrumadoramente -casi dos tercios de sus páginas- la poesía en catalán recogida aquí es la que se ha escrito a lo largo del siglo XX. Pero siempre están ahí esas vigorosas raíces -sobre todo medievales, pero también las que brotan con la Renaixença- que certifican esa continuidad en el tiempo y que además brotan en otros territorios, lo que todavía es motivo de polémicas lingüísticas, subordinadas a intereses y a condicionamientos políticos.



Ya dentro del siglo XX quisiera destacar la presencia en este libro de dos poetas que representan, de manera ideal, el universalismo y el humanismo de lo que reconocemos como mundo o espíritu mediterráneo. Me estoy refiriendo a Carles Riba y al ya citado Salvador Espriu que, seguramente por razones políticas, pasan en estos momentos por un cierto "purgatorio" dentro de la proyección actual de la literatura y de la cultura catalanas. Fluidez, sensibilidad, puro sentir, hondo pensar, se decantan en su obra. En la misma línea está también la obra luminosa del ibicenco Marià Villangómez Llobet. Luego están otros autores cimeros que responden más a criterios renovadores, como Josep Carner y Josep VicenÇ Foix. En los poemas de Marià Manent encontramos un esencialismo y una belleza traspasados de intemporalidad. En autores como Ferrater, Estellés, Vinyoli o Marti i Pol, la poesía catalana del siglo XX se diversifica, busca caminos intelectuales, testimonia- les o de vanguardia que, en cierta medida, sigue la poesía en castellano del mismo periodo.



En fin, con seis autores que cierran la dilatada selección (Margarit, Comadira, Parcerisas, Gimferrer, Rovira y Susanna) termina ese siglo lleno de nombres de significación notoria. Las obras de Margarit o Gimferrer han tenido entre los lectores españoles un eco muy completo, pero uno de los fines de esta antología es que volvamos los ojos hacia otros autores, como Comadira o Parcerisas, que no han tenido aún entre nosotros el eco debido, bien por ausencia de traducciones completas, bien por un lamentable, injusto o inconsciente desconocimiento.