Traducción de D. Otero. Tusquets, 2013. 160 páginas, 15 euros.



¿Por qué a día de hoy todavía no existe una demostración matemática de la teoría de la evolución de Darwin? Esta es la pregunta que se hace el autor de Demostrando a Darwin a si mismo y la que da pie a su obra. Gregory Chaitin (Nueva York,1947) es un matemático especialista en algorítmica y teoría de la información, profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires y actualmente imparte clases en la Universidad de Rio de Janeiro.



Su teoría de la metabiología nace del hecho de que en el campo de la física toda teoría debe ser demostrada matemáticamente, y es cierto que los grandes científicos de todos los tiempos, desde Kepler hasta Einstein, han descrito la naturaleza mediante estructuras matemáticas. Claro está que el campo de la física y el de la biología son distintos en muchos aspectos. La matemática ha sido desde siempre el lenguaje de la física, pero nunca lo ha sido de la biología. Sea como fuere, Chaitin decide que quiere probar suerte con su teoría y lo que hace es introducir el lenguaje matemático y su traducción al lenguaje de programación como una herramienta para estudiar procesos biológicos. En Demostrando a Darwin el autor aspira, y no es poco, a descubrir estructuras algorítmicas que sean capaces de describir la teoría de la evolución de Darwin. De este modo, la obra nos introduce a la metabiología, una disciplina relativamente nueva en la que las matemáticas se convierten en un valioso aliado de la biología.



Chaitin recurre a los primeros teóricos de la computación cuyos trabajos dieron pie, a mediados del siglo XX, a la noción de software y a la creación de los primeros ordenadores. Introduce, tanto en el hilo argumental de su análisis como en forma de anexo al libro, la obra de teóricos del calibre de John von Neumann, Alan Turing o Kurt Gödel, padres de las teorías de la computación. A partir de los trabajos mencionados, la obra presenta un modelo matemático que demuestra uno de los postulados esenciales de la teoría darwinista de la evolución: las mutaciones azarosas como base de la selección natural.



El autor sostiene que la vida es plástica y creativa y que es difícil describirla con unas matemáticas rígidas y estáticas. Por lo tanto, plantea una biología regida por un software plástico enfrente del hardware rígido que regiría la física. De este modo, y a partir de algoritmos matemáticos, Chaitin simula formas de vida que siguen un modelo biológico simplificado y que le permiten percatarse de las mutaciones aleatorias que sufren. Observa entonces dichas mutaciones y mide el ritmo al que éstas suceden, llegando a la conclusión de que la evolución de los organismos simulados para mejorar la capacidad adaptativa sigue una evolución aleatoria acumulativa, como lo hace la evolución de las especies según Darwin. El autor puede así afirmar que su modelo realmente demuestra uno de los postulados de Darwin, y lo demuestra matemáticamente, algo poco habitual en la biología basada en demostraciones empíricas. En definitiva, Chaitin define la metabiología como una materia paralela a la biología que hace referencia a la evolución aleatoria del software artificial, los programas informáticos, en lugar de lo que el autor llama software natural, el ADN.



Cabe comentar que el libro no entra a fondo en el modelo del autor y que la misma idea de software inteligente y evolución de organismos matemáticos se repite en exceso. Se echa de menos una explicación más detallada sobre la forma en que se construyen los organismos vivos a los que se hace evolucionar. De todos modos, al equiparar el ADN con un software natural Chaitin no solo inicia un debate científico interesante, sino que establece una relación novedosa entre la biología y las matemáticas.