Image: Reinas y princesas

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Ensayo

Reinas y princesas

Bartolome Bennassar

10 enero, 2008 01:00

Isabel de Habsburgo

Trad. de Nuria Petit. Paidós. Barcelona, 2007. 273 pp., 25 e.

La prueba más evidente de la subordinación histórica de las mujeres es el destino de las hermanas, esposas e hijas de reyes, emperadores y príncipes soberanos. Ellas son las protagonistas del libro de Bartolome Bennassar (Nîmes, 1929), quien analiza un centenar largo de reinas, princesas y archiduquesas europeas que vivieron entre finales del siglo XV y comienzos del XVIII. Lejos de la bella vida que se les podría suponer, fueron sobre todo víctimas de su alto valor político y diplomático, que les convirtió en el principal instrumento de los intereses internacionales de sus padres y soberanos, sin tener en cuenta su voluntad y sus afectos. Una de las más desafortunadas, la hermana de Carlos V Isabel de Habsburgo, reina de Dinamarca por su matrimonio con Cristián II, recomendaba a su hermana Leonor que se resistiera a aceptar una boda real, en la que una princesa es entregada "a un hombre que no ha visto jamás, al que no ama, al que no comprende, y al que tendrá que seguir hasta el fin del mundo, sin esperanzas de volver a ver a su patria y a su familia".

Cuando aún no habían alcanzado, en muchos casos, la pubertad, eran enviadas a un país extranjero cuya lengua no solían conocer. Muchas de ellas fueron mal recibidas y hubieron de soportar la rigidez de las damas a su servicio o la desconsideración de sus suegras, cuando no el desinterés de sus propios maridos, incluida en algunos casos la presencia insultante de las amantes de éstos. Su misión era dar hijos al rey, especialmente herederos varones, por lo que una prolongada esterilidad, aunque no fuera culpa de ellas, rebajaba su papel en la corte, pudiendo ser repudiadas. Frecuentemente fueron sometidas a un ciclo continuado de embarazos, que acabó en muchas ocasiones con su vida a edades muy tempranas, siendo excepcionales los casos de longevidad. Pocas encontraron el amor y la felicidad con sus esposos y apenas disfrutaron de sus hijos.

Hubo sin embargo algunas que tuvieron gran poder, sobre todo cuando se convertían en viudas y ejercían como regentes o gobernadoras de estados. Ello no dependió únicamente de las circunstancias, sino que fue también casi siempre el resultado de la inteligencia y formación de las protagonistas. Entre ellas, Margarita de Austria, María de Hungría, Isabel de Este, Catalina de Médicis o Ana de Austria.

Bennassar da pruebas, una vez más, de su excepcional condición de historiador, al enfrentarse a un tema de indudable atractivo y actualidad, pero que implica el riesgo de quedarse en los aspectos anecdóticos y frívolos. él lo supera claramente con un tratamiento comparativo y estadístico, a partir del estudio de un número de casos suficientemente amplio y variado, que le permite analizar a fondo este sistema matrimonial principesco de la primera Edad Moderna, que dio lugar a una fuerte consanguineidad en las principales casas reales europeas, y al consiguiente agotamiento de muchos linajes. Hubiera sido interesante, sin embargo, ofrecer algunos datos sobre los periodos anterior y posterior, que nos permitieran distinguir mejor lo que caracteriza a la época elegida frente a la baja Edad Media y el siglo XVIII, en los que tengo la impresión de que las cosas no fueron muy distintas.