Image: Dos ilustrados italianos en la España del XVIII

Image: Dos ilustrados italianos en la España del XVIII

Ensayo

Dos ilustrados italianos en la España del XVIII

G. Casanova y Giuseppe Baretti

27 marzo, 2003 01:00

Casanova por Guercino

Trad. M. A. Vega y D. Gambini. Cátedra. 304 páginas, 16’30 euros

Supongo presuntuoso presentar a estas alturas al famoso Giacomo Casanova (1725-1798) autor de una Histoire de ma vie que se ha traducido, habitualmente, como Memorias.

Quizá sea menos recordado (España era ya un país cerrado y con leyenda negra, aunque la Ilustración empezara a querer mostrarse) que Casanova estuvo aquí, durante el reinado de Carlos III, donde -dice- "padecí grandes desventuras". Si bien casi se vanagloriaba de un parcial origen español, el aventurero y talentoso y erudito Casanova llegó a España entre huidas y lances y vivió algún tiempo en Madrid, tratando con aristócratas ilustrados, envuelto en amoríos y líos con la Inquisición. Para Casanova España es un país pobre y atrasado, fanatizado por la religión, a pesar de su natural sensualidad. En este tomo se traducen y anotan los capítulos de las célebres Memorias relativos a España, hasta que Casanova la abandona, rumbo a Francia, desde Barcelona.

Quizá sí deba ser presentado Giuseppe Baretti (1719-1789) ilustrado notorio, que vivió mucho tiempo en Inglaterra, donde murió, y que viajó por primera vez a España (viniendo de Inglaterra y Portugal, camino de Italia) casi por el mismo tiempo que su compatriota. Escritor en italiano e inglés -y quizá uno de los primeros hispanistas- Baretti fue un verdadero europeo de la Ilustración, un cosmopolita genuino. España le pareció pobre y atrasada porque entonces no podía ser de otro modo, pero supo que debajo de las tristezas presentes latía esa Ilustración (Baretti cuenta este primer viaje, el ahora traducido, en parte de sus Cartas familiares, escritas en italiano) y latía sobre todo un mundo cultural, pasado, dignos ambos de conocerse. Se hizo defensor de la novela satírica Historia de Fray Gerundio de Campazas, del Padre Isla, que leyó con entusiasmo. Y llegaría a traducir (al inglés) fragmentos de ese libro, del Quijote y de la Historia de la Conquista del Méjico de Antonio de Solís. Lo más llamativo del inquieto y singular, muy atractivo personaje que fue Baretti, es que publicó -en 1778- un Dictionary Spanish and English and English and Spanish... Sólo puede llamarse emérito hispanista al que realizó una obra así, en inglés, siendo él italiano.

No, realmente poco tenían que ver (fuera del talante liberal) Casanova y Baretti. Al primero no le interesó demasiado España (todavía cercana potencia dominadora en muchos lugares de Italia), al segundo le interesó sinceramente. Ninguno pudo dejar de ver -más que mediado el siglo XVIII- el atraso de una gran nación, y ambos lo atribuyeron, con distintos matices, a una Iglesia que a veces (y pese a la expulsión de los Jesuitas) había llegado a tener más poder que el Rey. Una España abatida y cerrada, plena de vitalismo y fuerza, que podían verse -claro- o ignorarse, como quien alude en el atraso a un mal endémico.