Matilde Ras y Elena Fortún

La Fundación Banco Santander recupera parte de la obra de estas escritoras de la primera mitad del siglo XX, pioneras del movimiento feminista en España.

La Fundación Banco Santander, en su Colección Obra Fundamental, publica El camino es nuestro, de Elena Fortún (Madrid, 1886 - 1952) y Matilde Ras (Tarragona, 1881-1969). En palabras de Nuria Capdevila-Argüelles, autora de la introducción y, junto a María Jesús Fraga, de la selección de los textos, la relación entre ambas escritoras fue "un amor no exento de sombras, pero aun así excepcional y profundo".



Integrantes de la primera generación de feministas españolas con conciencia de grupo, Fortún y Ras vivieron "entre la modernidad de las pujantes vanguardias y el peso de la tradición". Tal y como explica Capdevila-Argüelles, catedrática asociada de Estudios Hispánicos y Estudios de Género en la Universidad de Exeter, las escritoras eran "amigas y admiradoras mutuas desde los tiempos del madrileño Círculo Sáfico de Victorina Durán, anterior a la Guerra Civil", y este libro pretende "glosar la figura de ambas, rescatar su obra literaria y humanística, y ahondar también en las auténticas dimensiones de la relación amorosa entre estas dos escritoras".



En cuanto a la edición, es esta la primera vez en que la Fundación Banco Santander dedica un solo volumen a recuperar la figura de dos mujeres. "Elena y Matilde no sólo compartieron una amistad amorosa que hemos querido plasmar -afirma Javier Expósito, responsable de la Colección Obra Fundamental -, sino que también estuvieron comprometidas en la defensa de los derechos de la mujer y el feminismo, y tuvieron una manera de entender el mundo y escribir sobre él integradora, espiritual y de modernidad y justicia social que ahora mismo resulta muy necesaria". Para Màxim Huerta, presentador del volumen junto a Almudena Grandes, "en ambas escritoras coinciden el amor, el compromiso y la creatividad".



Juntas recorrieron un camino en pos de la reivindicación de un nuevo papel de la mujer en la sociedad, y se enfrentaron a figuras como Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o la misma Pilar Primo de Rivera, quien, desde el falangismo, adquirió posturas ciertamente distintas. "Ellas son los grandes fantasmas de la modernidad española", afirma Nuria Capdevila, para quien "la sociología de nuestro siglo XX y la historia de la literatura no estarán completas hasta que no hayamos incorporado un saber profundo sobre nuestras modernas".



La historia de su amistad hunde las raíces lejos. Comenzó en la revista Blanco y Negro en los años veinte, publicación en que ambas colaboraban. Elena Fortún estuvo casada, si bien su historia familiar está atravesada por la tragedia: su marido se suicidó en Argentina y su hijo murió al poco tiempo. Su nombre real era Encarnación Aragoneses, y según la antóloga, "fue una mujer religiosa, aunque alejada del dogmatismo católico, defensora de los derechos de la mujer, en especial de la educación como medio de regeneración femenina". De ella se recuperan en esta edición varios textos acerca del célebre personaje de Celia, algunos de los cuales quedaron fuera de sus obras completas. De otra de sus facetas, la de cronista, dice María Jesús Fraga que "expresa con firmeza su ideología pacifista, su distanciamiento de la política y de la intransigencia de los partidos, y su deseo de mantener a los niños al margen de cualquier disputa política".



En este volumen se rescata parte del material inédito de Elena Fortún, como es el caso de "Nací de pie", un texto en el que la autora se adentra en un área de su identidad con la que vivió en conflicto: su identidad de género y sexual. Eso además de numerosas colaboraciones en prensa de los años veinte, particularmente de su etapa en el diario La prensa de Tenerife, en donde durante un tiempo escribió una columna titulada "Cartas a la mujer tinerfeña".



Matilde Ras, por su parte, hizo notar idéntico compromiso con el ideal de justicia y regeneración que la conectaba con los principios de modernización de la Generación del 14. Hoy es considerada una especialista en grafología, y en el volumen se pueden encontrar dos análisis grafológicos dedicados a Azorín y a Menéndez Pidal, publicados en Blanco y Negro. Además, informa la editorial, se distinguió en su tiempo como traductora, especialista en el Quijote, ensayista y escritora de novela, teatro, guiones y artículos de prensa, en suma, "una humanista de cultura enciclopédica que, sin embargo, no llegó a tener la notoriedad de Elena Fortún y murió en el olvido". De ella se recuperan algunos de sus primeros cuentos publicados en la revista Estudio, cuentos de la guerra, reportajes, análisis poéticos de figuras como Verlaine o Fray Luis de León, aforismos, diarios, crónicas, además de un ensayo sobre los personajes del Quijote.