Patricio Pron. Foto: Ángel Díaz

Mondadori. Barcelona, 2013.



Con un joven que practica jogging en una ciudad alemana y el triste atropello de su perro comienza la primera de las trece historias que nos cuenta Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) en La vida interior de las plantas de interior. Y como ya ocurriera en su anterior colección, El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan, nos atrapa desde un principio con su precisión y sobriedad narrativas, pero sobre todo con su poderosa capacidad para abrir mundos ante los ojos del lector. Una sabia técnica de encadenamientos nos hará pasar de ese deportista que pierde a su mascota a la dura vida de la conductora que atropella al animal, más tarde al marido, al infiel doctor de su marido... Y pronto repararemos en que el hilo conductor de la obra no es otro que los azares y las jugarretas del destino, la levedad y la vulnerabilidad de los proyectos humanos, la imposibilidad de prever y enfrentar las consecuencias de una gigantesca y caprichosa combinatoria de acciones que nos sobrepasan.



Frágil e imposible será la pareja viajera del magistral y poético "En tránsito" una vez que la modelo caiga en la espiral de la anorexia y los fármacos. Este tipo de textos "existenciales" se combinan con otros como el irónico, ágil y redondo "Un jodido día perfecto sobre la Tierra" en los que el autor, con gran sentido del humor, nos habla de las vicisitudes y trampas de los concursos literarios, elaborando un increíble catálogo de lo que uno puede llegar a leer y vivir (y soportar) si acepta la condición de miembro de un jurado con la noble intención de ser justo. Un deslumbrante ejercicio sobre la solidez de la ficción y sus consecuencias o modo de operar y manifestarse en el mundo es "Diez mil hombres". Las malas artes y la doble moral de los escritores y los críticos según les vaya en el baile, serán el asunto de "Trofeos de amantes que han partido". Caben los contrastes, pues hay relatos de verdad impactantes y amargos, como el terrible y durísimo "Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido", espejo de la violencia contemporánea, y otros que bordean el divertimento: así escucharemos la voz de un perro de Picasso presente en muchos de sus lienzos, que nos hablará por unos instantes en "Cincuenta y cuatro veces".



Pero si hubiera que hablar del cuento entre los cuentos en esta antología, sería, para mí, el inspirado y sobrecogedor "El nuevo orden de la última lluvia", gran texto acerca de la soledad, el desvalimiento y la falta de redención posible de la mujer protagonista, con su intento heroico de cambiar de vida y salir adelante en unos y otros trabajos mientras el entorno parece confabulado para aniquilarla. Ya mostró el gran Alfred Döblin cómo a algunas personas no se les concede levantar la cabeza y mucho menos el perdón. Nos conmueve también la desorientada florista de "Rododentro" obsesionada trágicamente por un cliente y por el anhelo difuso de otro tipo de vida. Como reza uno de los títulos, "Algo de nosotros quiere ser salvado", pero se quiebran los sueños de la trompetista que lo protagoniza, tanto como los del actor porno enfermo de SIDA en "La Cosecha", con ese final en Brasil, entre la inmolación y la entrega al destino. Algunos signos quedan repartidos y distribuidos por el libro, pero no al modo postizo de un taller literario, sino de forma sutil y necesaria.



Más allá del brillante y convincente ejercicio literario, Patricio Pron narra con la autenticidad de quien apela y sacude al lector desde una voz absolutamente propia, algo a lo que nos ha ido acostumbrando con sus poderosas novelas y relatos.