(Izqda.) Aleksandra Kotecka and Simona Sala en Armine, Sister. Foto: Irena Lipinska

(Dcha.) Simona Sala en Medeas. On Getting Across. Foto: Maciej Zakrzewski

La compañía polaca del Instituto Grotowski, referente de la vanguardia escénica europea, llega a Matadero con Medeas. On Getting Across y Armine, Sister, dos obras que reflexionan sobre la memoria común y el papel del testigo.

"Nuestra vuelta a los orígenes del teatro, a cuando era una manifestación mística, incluso religiosa, tiene la finalidad de recrear aquel fenómeno litúrgico e interhumano en el que la energía de la congregación se transformaba. Este es el momento en que el corazón de la comunidad, donde la transformación toma lugar, se detiene", explica el director polaco Jaroslaw Fret, que bajo este postulado fundó a principios del siglo XXI la compañía Teatr ZAR. Heredera directa del "teatro pobre" y las teorías escénicas del rompedor y revolucionario maestro Jerzy Grotowski, Teatr ZAR intenta demostrar que el teatro no solo se relaciona con thea ("ver" en griego), sino que es algo que, debe ser sobre todo escuchado. "Recuperamos el teatro tal como era antes de que el arte se rompiera en diferentes disciplinas y estilos. Abordamos temas que, en el mundo contemporáneo, parecen estar reservados solo para el dominio religioso", abunda Fret.



La propia génesis de la compañía, además de su legado europeo, parte de un viaje del propio Fret junto a la artista Kamila Klamut al Cáucaso, "una expedición para investigar las tradiciones musicales más olvidadas. Nuestras continuas investigaciones sobre Georgia entre 1999 y 2003 han dado forma a un grupo multinacional y han generado un conjunto de trabajos basados en la fusión entre el lenguaje teatral y numerosas manifestaciones musicales encontradas en Oriente y Occidente. Incluyendo un núcleo de canciones polifónicas de siglos de antigüedad que hunden sus raíces en los orígenes de la humanidad". De hecho, de ahí surge el nombre de la compañía, "Zar es el nombre de las canciones funerarias cantadas por la tribu svan, que habitan las regiones altas del Cáucaso en el noroeste de Georgia".



Migración: del mito a la actualidad

La importancia de la música y de la concepción pretérita del teatro, se dejan sentir en la primera de las dos piezas que la compañía trae este fin de semana a Matadero Madrid. Medeas. On Getting Across es una performance, interpretada por Simona Sala, que representa, partiendo libremente del conocido mito de Medea, el destino de los refugiados construyendo una visión poética del rechazo. "No representamos a Eurípides. Mostramos a Medea fuera del tiempo, del mito, explorando un problema que es tan universal como urgentemente contemporáneo: la migración", recalca Fret. "Hablamos sobre la imposibilidad de cruzar la frontera de nosotros mismos creada con la línea de nuestros cuerpos que se mueven entre tierra y mar, continentes y personas. Hoy en día Medea, la gran figura del exilio, podría ser una refugiada a las puertas de Europa".



Simona Sala interpreta a Medea en la versión de Teatr ZAR. Foto: Maciej Zakrzewski

"Al principio no imaginaba que Medeas, gracias a su composición multilingüe, se convertiría en una especie de gesto litúrgico para todos aquellos cuyos nombres nunca conoceremos y que están muriendo en el camino hacia nuestro continente", relata el director polaco. "Durante la creación de la pieza nos guiamos por la intuición para crear una especie de lamento asociado no solo con el duelo, sino también con el acompañamiento del difunto". La obra se convierte así para Fret en una liturgia silenciosa fuera de todas las religiones, desprovista de dogmas y teologías que homenajea a aquellos que, seducidos por la imagen y el mito de Europa e incapaces de cruzar las fronteras, cortan las líneas de sus vidas. "A pesar de que se desarrolla en el teatro, esta es la misma liturgia que tiene lugar en el corazón de cada uno de nosotros, tal como nos encontramos hoy a orillas del Mediterráneo". La obra cuenta con una imponente dramaturgia musical construida alrededor de canciones árabes, persas y kurdas, e interpretadas por cantantes invitados de El Cairo, Teherán y Estambul.



Esta estructura polifónica proveniente del Cáucaso, el lugar de donde vino la Medea legendaria, es la esencia de la fórmula de Teatr ZAR. El espacio se transforma así en un lugar de encuentro lleno de lamento, observación y memoria, con todos los riesgos que conlleva, en el que el espectador siente que lo que está experimentando no forma parte únicamente de una creación estética, sino de la propia vida. Así sucedía también en su primer éxito internacional, la trilogía Evangelios de la infancia, de la que trajeron a España en 2011 Anhelli. Y así sucede en la segunda pieza de su nueva trilogía, Armine, Sister, un proyecto que surge de las expediciones e investigaciones en la historia y la tradición armenia, cuya población sufrió un exterminio a principios del siglo XX, y que incluye músicos de diferentes tradiciones de Asia Menor, Anatolia e Irán.



La importancia de no olvidar

Esta obra pertenece a la trilogía Anamnesis, que significa "reminiscencia", y que está dedicada a recordar a los excluidos, asesinados y abandonados. En ella, la compañía se inspira en las tesis de Grotowski, que consideraba al espectador como individuo con el que el actor debe establecer una relación personal. Armine, Sister aborda la cuestión del tabú y de la hipocresía de la historia confrontada con el deber de dar testimonio. "¿Qué significa ser un testigo? Tratamos de investigar cómo una experiencia común puede transmitirse. ¿Cómo puede un intérprete convertirse en un hilo de testimonio, activando y acelerando el proceso profundo de recordar, esa anamnesis, en cada espectador?", explica Fret. "La memoria humana es muy fluida, muy tendente al olvido", reflexiona el director, "por lo que el trabajo del artista o el intérprete consiste en crear huellas, grietas, que transmitan preguntas relacionadas con la dignidad e identidad humanas".







"Armine, Sister refiere la historia de los pueblos armenios en Anatolia y su casi exterminio (el llamado genocidio armenio) a comienzos del siglo XX por parte del entonces Imperio Otomano. Pero en lugar de centrarnos en la historia de los acontecimientos de 1915 o de las sucesivas negaciones y tabúes, nuestro trabajo se focaliza en el recuerdo de la ignorancia que se nutre de la inacción y conduce a la impasividad de los europeos de hoy", resume el director sobre la obra. "Por otro lado, la historia de la ignorancia también incluye la historia del intento social por construir un clima de silencio para combatir la violencia. Los eventos en Anatolia a principios del siglo XX propician un debate más amplio sobre las lecciones de "testificar después de presenciar", que siempre se convierten en lecciones de identidad".



Experiencia universal

¿Por qué una compañía polaca recoge una memoria y unas tradiciones tan ajenas temporal y culturalmente? En opinión de Jaroslaw Fret, que ha llevado estas dos actuaciones por todo el mundo, (París, Salónica, Londres, Roma, Los Ángeles, recientemente Lisboa...), sus piezas "no son experiencias exóticas a pesar de la distancia en el tiempo y el espacio, sino extremadamente humanas. Mi objetivo es romper el silencio, mostrar a las personas lo que significa ser rechazado, recordar la historia, la dignidad, la humanidad, la importancia de ser un testigo. Gentes de diferentes culturas y tradiciones se conmueven igualmente".



Tras estas dos representaciones, la trilogía finalizará con el espectáculo Moirai, que se estrenará en octubre de 2018 durante la gran inauguración de una nueva sede de Teatr ZAR. "Con cada actuación exploramos eventos trágicos, hacemos preguntas sobre la condición de la humanidad", incide Fret. "La composición de Moirai consistirá en las reacciones de mujeres de países como Ruanda, Bosnia o Argentina, entre otros, a las grabaciones raqdiofónicas de las guerras civiles y los genocidios". Una nueva exploración sonora en el alma humana.