Luis Callejo protagoniza En las estrellas, de Zoe Berriatúa

Fue actor siendo muy niño en series como Una hija más (1991) y ya siendo un adolescente se hizo popular en películas como África (Alfonso Ungría, 1996) o el culebrón juvenil Al salir de clase. Con el milenio, Berriatúa se reveló como un prometedor cineasta con una serie de cortos como Moebio (2000) o Quédate conmigo (2010), que cristalizaron en la película Los héroes del mal, un drama con adolescentes que se salen de la norma que fue una de las sorpresas de 2015. Ahora el director regresa, de nuevo producido por Álex de la Iglesia, con En las estrellas, una película a contracorriente y muy emocionante en la que cuenta en clave de fantasía la desolación de un cineasta que no hace películas.



Metáfora de todos esos artistas o potenciales artistas que a falta de medios sueñan con bellas historias, Berriatúa plantea un drama social protagonizado por Luis Callejo y su hijo de siete años en el que la cruda realidad se sirve en dosis más digeribles gracias a la película imaginada que el padre cuenta al niño. El propio Zoe es hijo del director de cine underground y experto en cine mudo Luciano Berriatúa y en su película homenajea tanto a su padre como a una forma de entender el cine, el Gran Cine, quizá en extinción. Trufada de inspirados momentos de animación y planteada como una fábula sobre el poder de la imaginación y la fuerza del amor, En las estrellas es una inspirada y emotiva reivindicación del poder del arte ante cualquier adversidad.



Pregunta.- ¿Si una película como ésta la hubiera dirigido Bayona saldría con 400 copias?

Respuesta.- Sería otra película, más conmovedora, más cómoda para el público. Admiro muchísimo a Bayona, hace un cine muy bien dirigido, enfocado a que el público se emocione. En las estrellas es más incómoda y difícil. En mi filme no lloras porque el padre mola mucho, ves a un tipo que se está hundiendo y no termina de darte pena porque sabes que el culpable es él. La idea es generar una impotencia similar a la de un niño al que le cuentas que es mentira el mito de los reyes magos. Se podría llamar La decepción, aunque no sería buen título, pero en realidad trata sobre un niño que al crecer se da cuenta de que su padre no es el gran tipo que pensaba. En realidad está mucho más relacionada con Ladrón de bicicletas (1948), de Vittorio De Sica, que con Milagro en Milán. No puedo aspirar a tener muchas copias con una película que no tiene vocación para el público masivo.



P.- ¿Cómo combina el realismo social con la fantasía?

R.- Yo necesito que los dos mundos convivan, no puedo vivir sin la fantasía. Vivo con un pie allí y otro en la realidad. En algunas entrevistas me preguntan si ese padre es mi padre y estoy hablando de mí. Yo bebí alcohol a diario unos años y soy una persona muy caótica y muy anárquica. Me siento muy identificado con ese padre desastroso. Al mismo tiempo, la cualidad más hermosa del hombre es que tiene ideas y la capacidad de plasmarlas. Si quieres ser un artista tienes que vivir en ese mundo de las ideas y te pegas unas hostias de campeonato. Yo estoy acostumbrado a darme tortas con la realidad. Es la única manera de conseguir que se haga algo que no esté hecho. El artista tiene tendencia a estar muy frustrado, sufrir depresiones profundas y delirios megalomaniacos.



Zoe Berriatúa

P.- ¿Observa una influencia de Tim Burton y películas como Eduardo Manostijeras (1990)?

R.- Hay más de Big Fish (2003) de Burton. Vienen a la cabeza otros directores como Terry Gilliam o Meliès. El juego de esta película es el constante homenaje a muchas películas y directores. Es un poco metacine pero lo que yo he intentado es que también pueda ser interesante para gente que no haya visto esas películas, no he querido rodar un filme para ratones de videoclub. Creo que le puede gustar a cualquiera que haya tenido padre, que haya tenido hijos o le hayan contado cuentos de pequeño. Es decir, todos hemos sido niños.



P.- ¿Diría que es una elegía al fin del cine?

R.- Es una elegía al fin del cine analógico y por eso sucede en 2008, porque hoy ya no queda nada. Allí se quedaron muchos técnicos sin trabajo porque lo que sabían ya no servía. O esos rollos de película y cintas de vídeo que se convirtieron de la noche a la mañana en desperdicios que se regala a los mendigos. Es una película decadente, melancólica, en la cual se relaciona el cine con ese período de la infancia en el cual se acaba la fantasía para toparnos con la cruda realidad. Al mismo tiempo tiene un tono de comedia para que esa dureza no pese demasiado. Es también una historia de madurez, del niño pero también del padre. El primero demasiado pronto y el segundo demasiado tarde.



P.- ¿Sucede en el filme la paradoja de que el niño cuida del padre?

R.- El niño es una especie de Sancho Panza que en realidad tiene más fe en las locuras de su padre, que es el Quijote, que el propio Quijote. Las referencias son claras y hay incluso un momento en que el niño está viendo unos dibujos animados donde aparece el personaje de Cervantes. Toda la película está llena de juegos metalingüísticos y se llena de homenajes, de Kurosawa a Bergman. Muchas veces son muy claros, no hacía falta ponerlo más difícil.







P.- Una cosa curiosa es que ese padre da pena pero también es culpable de sus males. ¿Cómo lo valora?

R.- Mi primera película, Los héroes del mal, y esta no se parecen en nada salvo en que están protagonizadas por personas que van contra la sociedad. Sin embargo, a mí lo que me interesa es que no se trata de que la sociedad esté equivocada, sino que el malo es esa persona. Una película que siempre me ha gustado mucho es Un día de furia (Joel Schumacher, 1993) porque te das cuenta de que ese personaje que cree que es un vengador en el fondo es un fascista, el malo es él. A mí me gusta esa situación en la que el espectador se da cuenta de que el malo es el protagonista.



P.- ¿Ha querido reflejar también la difícil situación por la que han pasado muchas personas del mundo de la cultura por culpa de la crisis?

R.- Es la historia de un intelectual, de un hombre con la casa llena de libros que cita a Séneca y a Virgilio aunque los confunda. Es un lugar muy común en España, el mendigo sabio y muy leído. No tendría que suceder pero sucede todo el tiempo. En España una persona que está muy inmersa en la cultura está muy desprovista. Hay países como Alemania donde apenas existe la mendicidad. Aquí la sociedad es muy cruel y despiadada. Las cosas están cambiando poco a poco y trato de ser optimista.



P.- ¿Qué papel le da al duelo por el fallecimiento de la madre en la evolución del viudo y padre del niño?

R.- Macarena Gómez tuvo un papel muy difícil. Ella es mi pata de conejo y siempre está en todos mis proyectos. Interpreta al fantasma de esa madre y es muy complicado porque es la encarnación de la depresión. Ella representa la tendencia del padre al alcoholismo y la autodestrucción, su deseo de desaparecer al fin y al cabo. El problema es que el padre, para huir de ese dolor, se ha refugiado tanto en la fantasía que la fantasía le ataca.



@juansarda