Volker Schlöndorff

El director alemán ganador de un Oscar y la Palma de Oro por su adaptación de El tambor de hojalata estrena en nuestras pantallas su última película, Regreso a Montauk, la melancólica historia de un reencuentro amoroso coescrita junto a Colm Tóibín.

Ganador de un Oscar y la Palma de Oro en Cannes por El tambor de hojalata (1979), adaptación de la novela de Günter Grass, Volker Schlöndorff (Hessen, 1939) ha sido el gran cronista de la Alemania de posguerra. Debutó con un filme ya clásico como El joven Törless (1966), basada en la obra de otro autor, Robert Musil, y su trayectoria está muy relacionada con grandes escritores como Arthur Miller (de quien adaptó Muerte de un viajante en 1985 con Dustin Hoffman) o El cuento de la doncella, versión de la novela de Margaret Atwood que dirigió en 1990. Ahora llega a nuestras pantallas su último filme como director, Regreso a Montauk, con un guión coescrito junto a Colm Tóibín, no por casualidad protagonizado por un exitoso escritor (interpretado por Stellan Skarsgard) que en un viaje promocional a Estados Unidos se reencuentra con un viejo amor con el aspecto de Nina Hoss. Las oportunidades perdidas, la vida que no vivimos pero pudimos o la dificultad para convivir con nuestros errores son algunos de los asuntos que trata el director en este romántico y melancólico filme.



Pregunta.- El protagonista de Regreso a Montauk es lo contrario al héroe, es completamente pasivo. ¿Le interesa ese "hombre sin atributos" del que hablaba Musil, un autor que adaptó?

Respuesta.- Hay una escena en El joven Törless (1966) en la que está observando como sus camaradas en la calle acosan y torturan a otro chico. Y vemos como le parece asqueroso y repugnante pero también se queda fascinado. Y solo al final decide intervenir. Solo entonces comprende que debería haber actuado antes. Esa pregunta que se hace el protagonista de Regreso a Montauk está desde el mismo principio: ¿hice bien o hice mal? Y ya es muy tarde para reaccionar. Quizá es insano mirar hacia atrás y es mucho mejor mirar hacia delante porque la nostalgia te hace débil, pero no puedo evitarlo. Lo hago todo el tiempo. Hace un par de años escribí mis memorias e hice un repaso a mi vida. Debo de tener algún tipo de tendencia a la introspección.



P.- Esa introspección es muy alemana...

R.- Sin duda, es muy alemán pero también tiene que ver con el hecho de ser escritor. Para escribir una novela o una historia primero tienes que haber vivido. Creo que en mi caso tiene más que ver con mi profesión que con el hecho de ser alemán. Hay un motivo por el que abandoné mi país a los 16 años. Amo de las culturas latinas y mediterráneas esa capacidad de disfrutar y me siento más identificado con eso. Pero el oficio de artista te lleva a reflexionar y mirar atrás.



P.- ¿Con los años nos cuesta cada vez más perdonarnos?

R.- Por desgracia, sí. Espero que esto no sea de nuevo algo muy alemán. En mis memorias fui muy duro con mis películas. No me di cuenta de eso mientras las escribía, fueron mis amigos quienes me dijeron que debía valorar más mi trabajo. No me cuesta mucho perdonar a los demás pero perdonarme a mí mismo siempre me ha resultado muy difícil. Quizá es una disposición hacia la infelicidad. Pero no estoy en el diván del psiquiatra. En el caso del protagonista del filme, vemos a un hombre egoísta pero eso no le ha dado ninguna felicidad.



P.- ¿Es inevitable sentir nostalgia por la vida que no vivimos, por las decisiones que tomamos?

R.- A todos nos ha pasado ir a una antigua reunión de alumnos del colegio y preguntarse qué habría pasado si nos hubiéramos quedado con aquella primera novia. Incluso cuando estás bien te sigues preguntando qué habría pasado si hubiéramos tomado otra decisión. Pero es una pregunta completamente virtual. Nadie sabe qué habría pasado si hubiéramos tenido otra vida. Además, tiendo a pensar que en realidad no somos libres y que son las decisiones las que nos toman a nosotros. Primero la decisión se toma y después somos conscientes de ella. Por tanto la pregunta final es si uno es responsable del propio carácter. Creo que de alguna manera lo somos. Por tanto lo único que podemos hacer es ser conscientes de quiénes somos. Y eso quizá te influye en tu comportamiento.



P.- El protagonista justifica sus cambios de opiniones políticas porque es "un animal, no un vegetal, se mueve".

R.- Cuando era joven fui comunista y ahora apoyo a Angela Merkel. Eso parece ser un clásico: en tu juventud tienes que ser un revolucionario y de mayor conservador, pero yo no lo siento de esta manera. El modelo comunista sigue siendo una utopía. Algo que no puedes encontrar. No funciona, no puedes planificar la economía ni puedes cambiar la naturaleza del ser humano mediante la educación. Estoy convencido de ello. Trabajé durante diez años como jefe de un estudio en la Alemania comunista con setecientos empleados que no podían ser despedidos en diez años. Lo que me llamó mucho la atención es que no solo destruye la economía, destruye el medio ambiente y destruye a la gente. Desde entonces tengo claro que no funciona esa ideología. Ahora tengo una visión mucho más pragmática y la pregunta que me hago es quién es la persona más indicada para resolver los problemas. Ya no pienso tanto en ideologías.



@juansarda