Joseph Cedar estrena Pie de página. Foto: Archivo

El director israelí, nominado al Oscar por el drama bélico Beaufort, estrena Pie de página, un tragicomedia que pone en escena la relación entre un padre y un hijo, ambos profesores universitarios

El director israelí Joseph Cedar, nominado al Oscar por el drama bélico Beaufort, estrenó hace tres años en el Festival de Cannes su cuarto largometraje, Pie de página, que hoy llega a salas españolas. Pone en escena con un vigor extraordinario la tragicómica relación entre un padre y un hijo, ambos profesores universitarios especializados en el estudio del Talmud en la Universidad de Jerusalén. El padre, Eliezer (Shlomo Bar-Aba), es un purista, el hijo Uriel (Lior Ashkenazi), todo lo contrario. Pero a pesar de la reputación académica de Eliezer, es su hijo quien recibe el Premio Israel, el galardón más honorable del país para cualquier académico. A partir de entonces, la rivalidad y la competencia parterno-filial conduce la historia por caminos imprevisibles, convirtiendo un asunto tan hermético como la competitividad académica en un verdadero thriller de carácter hitchcockiano, donde la intimidad de un drama familiar se conjuga con la épica de unas tensiones incontrolables.



- La película encuentra el equilibrio entre un asunto muy local pero al mismo tiempo muy universal, al tratarse de una pugna paterno-filial. ¿Cómo combina esos intereses?

- No creo que los haya combinado. Desde mi punto de vista es solo una realidad local, pero siempre esperas que haya un componente universal en lo que escribes. Creo que es más fácil llegar al interés general desde la especifidad, porque todo lo específico es lo que nos hace humanos.



- El catalizador de la película es la entrega de un premio. Es una realidad que usted conoce bien, de hecho ha sido nominado en un par de ocasiones para el Oscar...

- Por cada premio que recibes siempre está el miedo de que ha habido un error y no lo mereces. Los premios son complicados, son buenos y malos al tiempo, es algo de lo que enorgullecerte pero también provocan vergüenza. Al menos para mí, no es fácil lidiar con ellos, y a partir de esta mera anécdota se construye toda la película, que se abre a temas muchos más esenciales.



- En principio una película cuya materia narrativa es el estudio del Talmud no es un tema muy cinemático. ¿Cómo se planteó abordarlo?

- Ese creo que era en principio el gran desafío. Cómo convertir algo que descansa en la palabra escrita en algo muy visual. No sé si hemos encontrado la mejor solución pero es algo en lo que hemos trabajado mucho. Partimos de la base de que cuando lees un texto, también estás viendo una imagen. Hemos tratado las palabras en la película desde ese punto de vista. Por ejemplo, hemos tratado de encontrar el equivalente de una nota a pie de página. Llegamos a la conclusión de que podíamos crear algunas secuencias que funcionan al margen de la trama principal, pero que ayudan a su comprensión, de manera que su función sería exactamente la misma que la de un pie de página. Cuando escribes un texto académico, el texto principal tiene que ser preciso y verificable, es algo muy estricto, pero los pies de página son más flexibles, puedes salirte un poco de la regla, y eso es lo que hemos introducido en la película.



- Existen muy pocos filmes centrados en los estudios académicos. ¿Tenía alguna referencia en mente?

- Es cierto que existen muchas películas que tienen lugar en centros académicos, pero muy pocas que lidian directamente con ellos y lo convierten en su centro dramático. Es algo distinto. Presumiblemente es poco comercial y poco cinemático, y por eso se han hecho tan pocas películas. Vi un par de filmes que me dieron la noción de que podía hacer lo que quería. Por ejemplo, Il Divo (2009), de Paolo Sorrentino. Vi esa película cuando estaba escribiendo, y aunque la historia no tiene nada que ver con Pie de página había algo ciertamente salvaje en su estilo que fue muy liberador para mí. Entendí que al final cualquier cosa que ayude a la historia es válida.





Shlomo Bar-Aba (derecha) protagoniza Pie de página



- El filme trata temas como el orgullo, la envidia, la vanidad… ¿En qué sentido son estos sentimientos relevantes en su vida?

- Esta es mi cuarta película y me he dado cuenta de que los temas que me interesan realmente son los que me aterran. Mis primeras películas eran dramáticas, pero ahora huyo de esas situaciones. Ahora escribo de asuntos que me dan miedo. Esta película plantea una situación terrible para todos los personajes, y por eso ha sido una experiencia tan interesante. Me he puesto en la piel del hijo, del padre, de la madre, y no sabría realmente qué haría en la situación de cada uno. Aunque parezca que es un asunto pequeño en la vida, sin mucha importancia, si yo me imagino en esa situación, realmente sentiría pánico, no sabría cómo salir de ellas.



- ¿Se imagina en la posición del padre o del hijo?

- En ambas. Si mi hijo acaba siendo un director de cine y hace películas que odio, y que además tienen más éxito que las mías... ¿cómo lidiaría con ello? No lo sé, la verdad.



- La madre permanece en un segundo plano, pero vive quizá la situación más dramática de todo el entuerto. ¿Cuál es su visión de este personaje?

- Es una película sobre hombres, pero la madre, Yehudit, es en verdad el personaje catalizador. Hijo y padre están tratando de encontrar el reconocimiento, pero solo hay una persona que realmente tiene que expresar ese reconocimiento, y es la madre. La competición entre ellos acaba realmente en ella. Todo esto es psicología muy sencilla, solo que en la película funciona muy bien.



- ¿Qué similitudes hay entre el Departamento de Estudios del Talmud que retrata en la película y el auténtico departamente de la Universidad Hebrea de Jerusalén?

- Son muy similares. Es un lugar asombroso. Es pequeño, hay muy pocos estudiantes, nadie quiere estudiar el Talmud, pero tiene fama de ser el departamento más estricto no solo de la Universidad hebrea sino del mundo. No aceptan ningún error, por pequeño sea, son extremadamente cuidadosos en las interpretaciones. Las personas trabajan en sus tesis durante treinta años y al final quizá ni se publican, hay estudiosos que dedican toda su vida a algo que no interesa a nadie. Y eso me parece asombroso. El año en que se estrenó la película hice varias intervenciones en distintas universidades, y la relación con estos estudiantes fue muy estrecha. Son inteligentes, son críticos, saben cómo apreciar los detalles, y fue una experiencia maravillosa.



- El hecho de que la película se estrene en España tres años después de su producción, significa que ha tenido una carrera muy larga. ¿Cómo ha funcionado a lo largo del mundo?

- Todavía me sorprende que se siga estrenando en algunos países. Me hace muy feliz. Ha funcionado en general muy bien, aunque en algunos países ha pasado inadvertida. Es en todo caso la naturaleza de la película, que puede obsesionar a mucha gente, pero para mucha otra no significará nada. Creo que ocurre con la película un poco lo que ocurre con los estudios académicos, lo que me parece muy natural.



- La música tiene una función muy narrativa en el filme. ¿Cómo la concibió?

- Necesitábamos un score que pudiera vehicular y abrazar la historia, porque la trama es verdad muy pequeña... Toda película dramática tiene una historia y una acción emocional, que generalmente es mucho mayor que la trama. Para Pie de página sabíamos que la historia era muy pequeña pero las emociones en juego muy grandes, de manera que necesitábamos algo que pudiera actuar de intermediario y amplificar el valor emocional de la trama. Encontramos que la música de Alfred Schnittke, un compositor ruso-alemán, casaba muy bien con el material que teníamos entre manos, y por lo tanto pedimos al músico Amit Poznansky que trabajar en ese estilo, con su música en mente.