Fue una de las mentes más inteligentes del arte del siglo XX, considerado por muchos el padre del Pop Art. Uno de esos artistas que se anticiparon a su tiempo y llevaron la idea del arte al límite, más allá del mercado, las marcas y la fama. Lo vemos en la mayor retrospectiva hasta la fecha de Richard Hamilton que, tras su paso por la Tate Modern de Londres, llega hoy ampliada al Museo Reina Sofía de la mano de Vicente Todolí y Paul Schimmel. Una gran exposición que el artista concibió expresamente para el museo español y en la que trabajó de manera activa antes de morir en septiembre de 2011. Son más de 270 obras, desde los años 60 hasta la última que dejó sin titular, con recreaciones de algunas de sus míticas instalaciones. Hablaba poco de ellas, ya que odiaba las entrevistas, aunque la amistad con el guionista y director de cine David Pujol a raíz del filme Documenting Documenta, dio como fruto una charla inédita hasta la fecha grabada en vídeo. El cineasta ha escogido aquellos pasajes que mejor retratan a un Hamilton que sentía fascinación por Duchamp, aunque no fue menor la que él despertó en futuras generaciones. Un artista de artistas.





Un Londoner...

Nací en Londres y viví allí toda mi vida, excepto el tiempo en que trabajé como profesor en la Universidad de Newcastle, que está a unas 500 millas al norte. Pese a eso, nunca me he considerado otra cosa que un Londoner. Cuando tomé la decisión de mudarme, sabía que los recursos que necesitaba estaban en la gran ciudad.



...en Cadaqués

Fui a Cadaqués por primera vez en 1963, invitado por Marcel Duchamp. Había trabajado con él desde el año 1957. Él vivía en Nueva York y yo en Londres, pero nos escribíamos mucho. Por fin nos encontramos para trabajar en un libro. Poco antes, en 1962, mi mujer murió en un accidente de coche. Ellos tenían un apartamento y me dijeron que viniese y me quedase con ellos. Para entonces, ya era casi un miembro de la familia Duchamp. Era como si tuviese que alejarme de Inglaterra y ellos me ayudaron. Así que fui y después ya vine cada año.



También en Cadaqués conocí a Dalí. Podría decir que era el rey, aunque Duchamp era más que un rey, el más importante de todos, el pope. Dalí respetaba mucho a Duchamp, le quería. Duchamp era la única persona a la que Dalí ponía en una silla y después se sentaba a sus pies. Era fantástico. Y entonces pensé que quizás Dalí no era tan malo después de todo...



Recuerdo que estábamos Dieter Roth y yo sentados una noche en un bar en Londres, hablando de una exposición que íbamos a hacer juntos en Cadaqués. Era una de esas colaboraciones que llamamos Collaborations of Ch. Rotham. Surgió de un hecho que ocurre en Cadaqués, algo de lo que te das cuenta en cuanto llegas, y es la gran cantidad de perros que hay. Así que decidimos que estaría bien hacer una exposición con obras que estuvieran a la altura de las personas junto a otras que lo estuvieran a la de los perros, para que también éstos también disfrutaran. Pensamos, ¿qué podría interesarles a los perros? Pues fotos de salchichas. También pensamos que Marcel Broodthaers podría hacer unas películas para proyectárselas a los perros. Esto se desarrolló hasta que produjimos una gran cantidad de arte sobre salchichas.





Portada interna con instantáneas tomadas durante la grabación de Canciones en Cadaqués



Vinilos y perros

Ya que tenía un pequeño aparato de grabación en casa, poco adecuado la verdad, Dieter me dijo también que teníamos que hacer un disco. El había hecho ya media docena de grabaciones con gente en Alemania, como el artista Herman Nietzsche, que no era músico pero tocaba el órgano todo el día, como si fuese Drácula. Dieter me dijo: "¡vamos a grabar un disco!". Y así lo hicimos. Teníamos una grabadora y una guitarra que ni uno ni otro sabíamos tocar, pero con la que los perros comenzaban a ladrar. No era mío el perro, era de la persona que tenía las llaves de la casa, Pauletta, una mujer fantástica. Cuando vine a Cadaqués ese perro trató de mudarse con nosotros. Está claro que yo le caí muy bien, así que cuando estaba por allí era como si fuese mi perro. Dieter dijo que el perro podía ser el cantante, que tenía buena voz. Al final hicimos un disco, Canciones de Cadaqués, un doble vinilo de siete pulgadas a 45 rpm. Gran parte del trabajo lo hicimos en mi estudio en Londres, así que es un poco engañoso decir que se trató de un trabajo de unas pocas semanas en Cadaqués. Diría que se extendió por todo un año, quizás más, hasta 18 meses en total. Pero hacer el disco fue muy interesante. Llamé incluso al cantante Bryan Ferry, que tiene un estudio en Londres.



Polaroids

En 1968 empecé a invitar a otros a hacerme un retrato con una cámara Polaroid. Con estas fotografías era posible expresar la personalidad del artista con sólo apretar el botón. No se trataba de pintar; sólo mirar y "boom". De algún modo, podías ver el lado artístico, ya que todos mis amigos eran artistas.



De mala calidad

En aquellos tiempos, a finales de los 70, estábamos preocupados por las cosas de mala calidad. La idea era hacer cosas malas y tontas. Nos gustaba lo que hacíamos pero muchas veces generaba una imagen terrible. Llamar a esto obra de arte no tiene mucho sentido hasta que sabes que se trata de un esfuerzo por hacer algo muy malo. A veces, observábamos las obras de Picasso en las revistas. Fue sobre la época en que murió cuando Dieter y yo estábamos trabajando juntos. Mirábamos las fotos en la revista y decíamos: "estos últimos trabajos son muy malos, una basura". Pero Dieter decía: "bueno, no son realmente basura, quizás tienen cierta calidad". Así que eso se convirtió en una especie de objetivo: hacer algo que fuese malo y asumirlo. A veces tenía cierta calidad lirica o poética, aunque pensábamos: ¡Es horrible! ¡Esto es tan malo como lo peor! Algunos tiene un poco de humor. Bueno, me gusta reír cuando pinto, algunas de mis mejores obras están hechas con una sonrisa. Sobre todo, queríamos demostrar que sabíamos que eran obras malas, así que creamos un Certificado de Mala Calidad, una fotografía que, por supuesto, firmábamos.





My Marilyn, 1965 (detalle)



Pop Art & Andy Warhol

Yo no me considero el padre del Pop Art, pero si la gente así lo considera eso es otra cosa, no me opongo a eso. ¿Si me preguntan si fui uno de los primeros que cambió el concepto de arte? Sí, lo admito. En el trabajo que yo hacía con la historia del arte siempre consideré el background, mientras que Andy Warhol era más como si el arte se pudiese desechar. Por supuesto, no se puede decir eso. En cuanto un museo lo pone en la pared y empieza a colocar personal de seguridad para protegerlo se convierte en arte, eso no se puede negar. Pero esa no era la idea que Warhol tenía sobre las obras que estaba haciendo.



Pensar en futuro

Creo que la razón por la que no me gusta demasiado que me consideren parte del Pop Art es que mi estilo artístico ha sido siempre muy ecléctico y abierto. Siempre me ha gustado hacer cosas muy diversas y he huido de los encasillamientos. Pensándolo, diría que soy, más bien, un seguidor de Duchamp, en el sentido en que éste siempre hacía cosas distintas a las que había hecho el resto de artistas. Una de sus virtudes es que pensaba en futuro y no le gustaba repetirse. Esa actitud siempre me ha parecido admirable, y siempre he pensado que si quería seguir los pasos de mi devoción por Duchamp, debía tener su misma actitud y no repetirme nunca, ser creativo, usar la cabeza y no únicamente el estómago. Por eso huyo de clasificaciones concretas donde pudiera englobarse mi trabajo. La mayoría de los artistas del movimiento Pop Art tienen un estilo que continúa durante toda su vida. Ese, desde luego, no es mi caso.