Itziar Okariz en la performance 'How d 'ye do?', 2010

Su obra es un catálogo de acciones que alteran, de manera directa y a través de gestos sencillos, cualquier noción de orden social preconcebido. Lo pone en práctica con una exposición, un ciclo de 'performances' y un taller en el MUSAC, que empieza el próximo martes. Un número finito de acciones determinadas con las que Itziar Okariz también se posiciona ante la actual crisis del museo.

El trabajo de Itziar Okariz (San Sebastián, 1965) es ya, de por sí, una declaración de intenciones. Una toma de posición. Un número finito de acciones determinadas, dice el título de su actual exposición en el MUSAC. La inauguró el pasado 22 de junio en el momento más crítico de la historia de este museo de arte contemporáneo en León. Las injerencia políticas llevaron a la directora, Eva González-Sancho, a presentar su dimisión; al contexto artístico a una denuncia colectiva; a la Junta de Castilla y León a hacer caso omiso y buscar nuevo director, y a Manuel Olveira a aceptar el nuevo cargo. Una situación desagradable, remarca Itziar Okariz, por la que se sumó a otra acción determinada, el comunicado de denuncia leído por los comisarios en día de la presentación: "Expresamos nuestro descontento sobre la forma en la que la Junta de Castilla y León ha querido saldar esta crisis de manera precipitada nombrando a un nuevo director e ignorando las peticiones del sector artístico que reclaman una reflexión necesaria que asegure la autonomía del museo sobre los intereses políticos. El comunicado está escrito conjuntamente y realmente me adhiero a él. Lo suscribo tal y como se representó", explica.



Se refiere a la lectura de dicho comunicado y a la salida del museo justo después, dejando en el aire la habitual visita comentada a las exposiciones y la charla con la prensa. La idea de boicot, de no exponer en el MUSAC, de no aceptar trabajos que vengan de esta institución, empieza a cobrar fuerza entre los foros de opinión. ¿Qué opina? "Yo no le puedo decir a nadie lo que tiene que hacer en relación a exponer o no. Es parecida a la situación que se produjo en la Sala Rekalde en Bilbao. Se está desviando mucho la atención hacia los artistas cuando la atención debería dirigirse a la Junta de Castilla y León, a su actuación, que es la que ha generado esta situación, que no es la única en España y que hay que analizar profundamente".



-¿Pensó en no hacer la exposición?

-Por supuesto. Cuando ocurrió esto te lo planteas todo. Aunque Agustín Pérez Rubio y yo llevábamos mucho tiempo trabajando y decidimos seguir adelante. Y estoy muy contenta con la decisión.



El proyecto consta de una exposición, un programa de performances durante el transcurso de la misma y un taller, que empieza el próximo martes 16 de julio. Dice con una sonrisa que no es tan hábil con las palabras aunque su destreza con el lenguaje organiza toda su obra, que parte de la idea de redefinir los límites de la performance. Fácilmente puede leerse como un texto de capas múltiples, como un palimpsesto. Contrariwise (2010), por ejemplo. Delante de un micrófono de pie y un altavoz, Itziar Okariz repite las palabras "sí...", "no...", "sí...", "no...", interpelando al público. El altavoz emite su voz con cierto retardo, de manera que un "sí..." se solapa, a menudo, con un "no...", y viceversa. Sentidos contrarios. Ya lo dice el título.



Pi, 2012





Pensar, construir, habitar

Ese espacio ambivalente del lenguaje, lleno de colapsos y desvíos, lejos de valores absolutos y sentidos únicos, es el que más define a Itziar Okariz como artista: "Me interesa la cualidad abierta del lenguaje, donde todo es variable dependiendo del contexto. Yo reivindico el arte como resistencia y la resistencia a la interpretación, para que ésta pueda ser lo más amplia posible. No cerrar significados, algo muy importante en el arte. En ese sentido, me interesa la identidad, también como lenguaje, ver cómo se construye, política, social, cultural, ideológicamente... A veces, simplemente me gusta poner de manifiesto cosas sin necesidad de dar un juicio al respecto. Mostrar cómo funcionan.



-Precisamente, la exposición reflexiona sobre cómo funciona la performance. Invita a pensar en sus límites y convenciones en un museo, a pensarla como construcción cultural...

-Ese enfoque viene de la idea que tengo de acción y performance, que me interesa en el sentido de suceso o acontecimiento. Estudié Bellas Artes en Bilbao a finales de los 80 y, por aquel entonces, mi relación con el concepto de live art no existía más que por los conciertos de rock. Existía la idea de que la performance estaba acabada, de que esa idea de que la performance era parte de la vida era un autoengaño. Mi trabajo desde entonces se ha basado en una investigación sobre lo que construye una performance, que es el público y el performer, y lo que no...



-¿Y qué es lo que no?

-Tiene que ver con lo que es teatro y cierto nexo a la ficción y al artificio, valiosísimos. Puestos a jugar con el lenguaje, Itziar Okariz ha preferido en ocasiones hablar de sus obras como acciones, para evitar cualquier referencia a esa teatralidad. También dice que es feminista y artista y que eso de "radical o transgresora" es otro sambenito más. La idea de dedicarse al arte siempre la acompañó. "El arte siempre fue como un paisaje para mí. Mi padre era pintor amateur y en su restaurante se concentraban muchos artistas. De cría siempre pensaba que sería artista o escritora, porque tenía habilidad para el dibujo y la escritura. Me parecía lo mejor que se podía ser. Hoy mi idea no está muy lejos de esa fantasía infantil. El arte es un reto, un estímulo. Me lleva a cuestionar, a desafiar", explica.



Mear en espacios Públicos y Privados (Río Rin, Dusseldorf) 2000





Saltar, trepar, gritar

Sus acciones son directas y están desprovistas de ornamento. Saltar, trepar, mear, gritar. Otro modo de pensar, construir, habitar: Saltando en el estudio de Marta en 1994; Trepar edificios en 2003; Mear en espacios públicos y privados desde el 2000 y cantando el Irrintzi desde el 2006. Así la hemos visto desde que acabó la carrera en 1990 y, con las estancias de Arteleku, empezase a viajar por todo el mundo. El mismo que se dibujó en la cabeza, rapándose el pelo, en 1991 con la obra Variations sur le Meme T'Aime, título también del mítico álbum de Vanessa Paradise. La música siempre ha sido uno de sus referentes fundamentales, igual que Nueva York, su segunda casa, la poesía, una de sus lecturas habituales, o clásicos como Virginia Wolf, a la que dio vida en la performance Capítulo 2, VW, el pasado 22 de junio en el museo. Un fragmento de Una habitación propia se repetía una y otra vez eliminando, en cada lectura, la primera palabra de la lectura anterior, hasta que el texto desaparecía. Una idea de repetición que es clave en su trabajo: "por repetición se construye la identidad y por repetición se normaliza un comportamiento", dice. Toda su obra supone una investigación exhaustiva sobre la construcción del cuerpo y la identidad, sobre la memoria con la que construimos el espacio social. Un ejercicio de comunicación no verbal. "Además, me interesa mucho el estilo como resistencia, pensando en Óscar Wilde, por ejemplo. Cómo la resistencia se construye desde lugares que no están tan normalizados", añade.



Dice que últimamente está dibujando bastante, trasladando al papel representaciones gráficas de sus acciones. Algunos de ellos los publicó en el primer número de Pipa. El mismo espíritu festivo transmite su obra. Mucho tenían que ver esos dibujos con Uno, uno, dos, uno (2012), acción que presentó el año pasado en la galería Carreras Múgica y que ahora vemos en León. "Es una secuencia numérica en la que se intercala lenguaje verbal y corporal. El universo matemático es un reflejo de nuestra identidad y comunicación", explica. No está lejos de Pi, acción que tendrá lugar el próximo 20 de julio en la que uno lee los números primos y el otro lo hace leyéndole los labios y que trata sobre la finitud de la naturaleza humana y su deseo de eternidad. Un digito binario dudoso, diría Hidrogenesse.