Image: Luis Gordillo

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Arte

Luis Gordillo

“Veo mi obra abierta. El estilo no se ha comido al pintor”

14 junio, 2007 02:00

Luis Gordillo

El próximo martes se inaugura por fin la exposición de Luis Gordillo en el madrileño Museo Reina Sofía. El pintor sevillano presentará una selección de piezas planteada por él mismo ("una exposición del presente, no arqueológica") y le ha contado a Miguel Fernández-Cid qué le ha movido a la hora de selecionar obra, cómo percibe su trayectoria después de 50 años de pintura... Las motivaciones, en suma, e inquietudes estéticas del último premio Velázquez.

Un mes después de clausurar la excelente retrospectiva dedicada a Darío Villalba, el MNCARS inaugura otra, tan esperada y necesaria como la anterior, en la que se repasa la trayectoria de Luis Gordillo (Sevilla, 1934), un artista de gran reconocimiento general e intergeneracional, imprescindible al revisar el mejor arte español y europeo de las últimas décadas. La primera pregunta parece obvia: ¿Cómo se explica que se haya demorado tanto su exposición?
-La verdad es que no me explico ni el caso de Darío ni el mío, aunque a él le prometieron la exposición hace años y a mí no. Nunca he estado afectado por este tema, sabía que llegaría y que sería en buenas condiciones… Cuando ha ocurrido, mi reacción ha sido más positiva de lo que pensaba, porque está siendo muy importante: llevo dos años en este proyecto, he trabajado mucho, estoy muy contento con el resultado, y feliz con la respuesta y la colaboración que he tenido desde el museo. Puedo decir que me sorprende, como la entrega del premio Velázquez: pensaba que era una burocracia más, pero me he dado cuenta del significado que tiene.

Protagonizada por Luis Gordillo
La exposición, más que dedicada a Luis Gordillo, le tiene como protagonista, dado que es origen y destino, al actuar como comisario, encargado de la selección de las obras, de ordenar su recorrido, de proponer la manera como quiere que sea visto su trabajo. En 2002, le confesaba a Daniel Verbis, un pintor al que le une un afecto y admiración recíprocos: "últimamente tengo el deseo de hacer una tesis doctoral sobre Gordillo. Es decir, plantarme, leer mis catálogos, lo que han dicho sobre mí, lo que yo he escrito, estudiar el caso y hacer mi propia tesis doctoral sobre la verdad en el caso Gordillo. Me encantaría sacar alguna línea que tuviera alguna claridad, y si me pongo un año a creérmelo, la línea saldrá". Tras recordarle sus palabras, le pregunto: ¿Es esta exposición la tesis de Gordillo sobre Gordillo? ¿Cómo ve el comisario la trayectoria del artista?

-No concibo otra postura: no entiendo que un artista ponga en manos de otro, de un crítico o un historiador, la revisión de su obra… Creo que conozco mejor que nadie mi obra, y que es mi responsabilidad explicarla. Si es otro el que la selecciona y decide cómo mostrarla, lo más fácil es que me sienta un poco ajeno ante el resultado.

»Con respecto a la segunda parte de la pregunta, veo mi obra todavía abierta, en el sentido de que el estilo no se ha comido al pintor, y eso me agrada: cuando se llevan tantos años, las experiencias estéticas son como sedimentos, que se van al fondo y con el tiempo petrifican. Tengo la sensación de que mis sedimentos están todavía activos. ése es el planteamiento del que nace la exposición.

-¿Le ha facilitado la tarea el diálogo continuo e inquisitivo que mantiene con su obra y las opiniones que suscita?
-La revisión continua de mi obra es el fruto de la inseguridad morbosa que mantengo hacia ella. Cuando era más joven estaba muy presente, porque carecía de apoyos; ahora los sigo buscando, porque quiero situarme en un espacio que tenga una cierta seguridad, un equilibrio… Supongo que será siempre así: si me diesen el premio al mejor pintor del planeta, pensaría que el planeta Tierra apenas representa nada en el Universo.

-¿Cómo plantea la exposición?
-He hecho una exposición de presente, no arqueológica. Recordé la realizada en el MACBA, en 1999-2000, cuyo planteamiento didáctico permitía recorrer mi obra punto por punto. Ahora he preferido hacerlo de otra manera. Todas las obras, incluso las antiguas, intervienen como actuales, mostrándose como espejos que se relacionan e influyen. Siempre he visto el progreso de mi obra en espiral, con temas que se repiten, que reaparecen, pero en contextos distintos. La idea motor de la exposición era que cada recinto fuese un contenedor en el que hubiese una actividad Gordillo: que los cuadros no estuvieran en la pared, que invadieran el centro de las salas. Desde el momento en el que los artistas muestran sus obras como instalaciones, las exposiciones de cuadros se quedan estáticas, con las obras pegadas a la pared, como sellos: quiero que los cuadros salgan, que estén activos. En principio, pensé en plantear la exposición centrada en los cuadros de los años 90 y posteriores, pero me di cuenta de que al introducir la figuración de los 70 se activaba el conjunto, se creaban tensiones entre posturas figurativas y abstractas y el conjunto ganaba. Además, la actual vuelta a la pintura, que es mayoritariamente figurativa, crea un espacio desde el que me gusta revisar mi obra. No hubiera podido plantear un ejercicio así en los años 80, pero en la figuración actual veo elementos de los 70.

Pintor algo tardío ("llevo 15 años de retraso a mi edad real", señaló en el discurso de entrega del premio Velázquez), pudo ser compañero de los informalistas (es un año mayor que Rafael Canogar, el benjamín del grupo El Paso), pero se sintió más cercano a Tàpies, hacia el que confiesa su inicial devoción, o a Palazuelo ("figuras casi paternas" las llamó en el discurso, al recordar a los otros artistas galardonados con el premio Velázquez hacia los que se confiesa próximo -el tercero es Antonio López, con el que dijo sentir una relación "fraternal"-). Señaló que el informalismo español le parecía político, el catalán poético y el europeo melancólico y existencialista; por eso buscó su camino. Tenía claro que quería ser un artista de vanguardia, pero se inclinó hacia una salida figurativa, cuando la figuración parecía una opción más conservadora… ¿Por qué elige la figuración?

Pintura figurativa

-En aquel momento, al principio de los años 70, era consciente de que mi idea, mi elección, era conservadora, y no estaba demasiado contento con ello, veía que las vanguardias iban por otro lado y me alejaba (y soy de los que piensan que las vanguardias no terminan en la primera mitad de siglo, que en los años 60 tienen una actividad constante, rigurosa). Creo que fui consecuente con mi desarrollo: tras vivir momentos de cercanía hacia el informalismo, hacia el arte pop, hacia la geometría, hago un recuento, veo cuales son mis materiales, propongo mi síntesis y sigo mi camino… Siempre he pensado que si el gesto informal, en vez de expandirse se arruga, produce un muñeco. Y si además hay una influencia pop, es raro que no salga una propuesta figurativa. En mi obra conviven elementos de expansión y de retención; en ese momento, éstos están más activos. Debo decir, sin embargo, que fui el primer extrañado al ver que a la gente joven le interesaba lo que hacía, especialmente porque mi obra de la segunda mitad de los 70 es más activa y vanguardista.

En los años 60 realiza unas pinturas en las que establece un diálogo entre figuración y geometría que, junto a una serie de dibujos automáticos, impresionan a pintores de la generación posterior. Es el nacimiento de lo que Santiago Amón llamó gordillismo. ¿Qué recuerdo le queda de aquel momento?
-Amón llamó gordillismo a algo muy genérico: unos comportamientos, unas claves. Entre los pintores figurativos de entonces, sobre Alcolea o Chema Cobo ejercí cierta influencia, pero en los otros no. Ante ellos me veo como un señor mayor, que ha dejado el informalismo y realiza una figuración colorista, cercana al pop: pudieron ver un síntoma de cambio que les atraía… Lo que sí puedo decir es que mi obra ha sido seguida, desde los años 60, cuando me movía en una figuración geométrica, hasta la pintura más abstracta de los 90, por una serie de pintores (no me atrevo a decir discípulos) realmente buenos.

El camino recorrido
Se establece una manera de entender su pintura que hace fortuna. En distintas ocasiones, sin embargo, Gordillo manifestó sus recelos ante lo que consideraba una forma parcial de ver su trabajo. Pasados los años, Gordillo, al que todos aceptan como una figura clave en el entorno madrileño de los años 60, 70 y 80 (con lo que conlleva de exaltación de la pintura), parece sentirse muy bien reflejado en la exposición que le organizan en un MACBA barcelonés defensor de actitudes conceptuales: ¿Cuándo empieza a ver su obra bien analizada?
-Ha habido críticos que han insistido en dejarme en los 70, quizá para que les acompañase, pero existen momentos en los que se modifica esa imagen estable sobre mi trabajo. El primero es cuando la revista Arte y Parte me dedica un dossier en el que escriben Carlos Franco, Antón Patiño y Daniel Verbis, artistas de tres generaciones posteriores a la mía, junto a José María Parreño: se profundiza en mi obra desde la abstracción, y ese giro es importante. Como lo fueron los textos publicados en el catálogo de las exposiciones madrileñas de 1997 (Galería Salvador Díaz, Círculo de Bellas Artes), escritos por Fernando Castro, José Jiménez y Calvo Serraller; o la exposición del MACBA, con la sorpresa que supuso para mí, ya que en la línea que defendían Manuel Borja-Villel y José Lebrero existía una clara toma de partido por lo más radical, y mi exposición fue uno de sus primeros proyectos.

Le pregunto por alguien del que quiera acordarse en el momento del reconocimiento, y no duda:
-Un artista no es Robinson Crusoe, no se puede hacer solo y yo he tenido siempre gente que me ha apoyado, como Antonio y Margarita Navascués en un primer momento, a los que les debo mucho; como Fernando Vijande, que se hizo cargo de mi vida económica durante 15 años, cuando no se vendía un cuadro; como Antonio Machón, mi galerista cuando yo trabajaba en el campo, en Valladolid; o Rafael Ortiz, Joan Muga, Manolo Cuevas, Elvira González, Salvador Díaz, Luis Adelantado, Jero Martínez….

La lista amenaza con prolongarse con artistas, críticos, escritores, responsables de museos, coleccionistas y amigos, por lo que cambio de pregunta. Gordillo es uno de los artistas que mejor transmite sus ideas a través de la escritura: de su agilidad y rapidez se han servido los periódicos, que le reclaman con frecuencia comentarios a la actualidad; mientras los escritos que publica en los catálogos son, con frecuencia, una constante revisión de los anteriores, matizando aspectos o señalando posibles grietas en el discurso propio: ¿Piensa recopilar esos escritos?
-Es un trabajo que yo no puedo hacer, pero me gustaría. No los escritos de los años 70, muchos de los cuales hoy tengo dificultad para releer, sino los más poéticos como Pato, o esos poemas un poco extraños que escribo desde joven… Veo lo poético como algo esencial mío. Cuando me piden que comente una obra, recuerdo esas listas de otros posibles títulos que acompañan a muchas: cada vez les doy más importancia, tienen una enorme precisión, una precisión poética. Te diría que son la esencia de mi estética, el mejor comentario que puedo hacer a una obra y, con los dibujos más automáticos, lo que mejor me define.

Sentir que soy otros
Una curiosidad extrema le lleva a entrar con decisión en nuevos materiales y procedimientos. Le pregunto dónde radica ese interés, esa necesidad de medirse ante cualquier novedad, y no duda la respuesta: "en esa sensación de no querer encerrarme en mí, de querer verme desde fuera y sentir que soy otros. Si me veo encerrado en mí siento claustrofobia, por eso intento ampliar el espacio, y las pruebas de imprenta en un momento o las fotografías en otro me abren espacio, crean un atractivo juego de espejos". Aplicando el sistema, Gordillo, que obtuvo el premio Nacional de Artes Plásticas, pero también los de las comunidades de Madrid y Andalucía, al recoger el Velázquez 2007 trazó un rápido recorrido por su obra, parándose voluntariamente ante la última. Sobre ella -dijo- hablará cuando le entreguen el siguiente premio…