Carlos Tuñón

Dirige Animales Nocturnos de Juan Mayorga en el Teatro Fernán Gómez.

Dos vecinos que apenas se saludan, uno alto y otro bajo, se encuentran en la cafetería del barrio y descubren que ahí no acaban las diferencias entre ellos. El alto es un "sin papeles" y el bajo promete silenciar la condición de extranjero ilegal de su vecino a cambio de amistad. Este es el arranque de Animales nocturnos, un texto de Juan Mayorga que nos habla de las relaciones de poder que se establecen entre las personas en las que normalmente nada es lo que parece. El autor ha reescrito la obra para un montaje de El Aedo Teatro que dirige Carlos Tuñón, joven director que ha trabajado al lado de Álex Rigola y Andrés Lima, y cada vez es más conocido en la escena española por las direcciones de montajes como La cena del rey Baltasar en la Kubik Fabrik, Mención Especial del Jurado del Festival de Almagro Off 2014; Shoot/ Get treasure/ Repeat, de Mark Ravenhill para el Frinje 2015, con Nudus Teatro, o Vacas gordas, de Estela Golonchevko. Con él hablamos de esta obra que estará en el Teatro Fernán Gómez hasta el 5 de junio.



Pregunta.- ¿De qué manera le llegó el proyecto a las manos?

Respuesta.- En noviembre de 2014 se organizó en Estrasburgo un Congreso Internacional de Teatro en torno a la figura de Juan Mayorga. Nos invitaron, a la Compañía El Aedo Teatro, a representar allí un texto del autor centrado en la violencia, que es uno de los temas recurrentes de su obra, y nos decantamos por Animales nocturnos. Era muy atractiva para nosotros porque es una de las que menos se ha representado de Mayorga en España, aunque fuera cuenta con 18 montajes profesionales y varios amateurs. Aquí la estrenó La Guindalera y no se había vuelto a representar. Pero es un ejemplo perfecto de como la violencia germina en nuestra sociedad.



P.- ¿De qué trata la obra más allá del argumento?

R.- El origen es un encargo de la Royal Court de Londres. Querían que Juan Mayorga escribiera una escena de 10 minutos sobre un tema de actualidad en España. Corría el año 2002 y lo que le parecía más interesante en ese momento era la Ley de extranjería que se aprobó en ese año y que establecía que cualquier persona podía denunciar a un sin papeles, estableciendo una frontera y una división entre todos nosotros. La escena se llamó El buen vecino y cuando Mayorga regresó a Madrid el director de teatro Juan Pastor le pidió que desplegara a partir de ahí toda una obra. Por tanto el primer tema es muy claro, explícito, pero entonces se abrió a otros aspectos. Para mí habla sobre la amistad. O más bien sobre la asimetría en la amistad, porque siempre una de las dos partes quiere, necesita o depende más de la otra.



P.- ¿Qué clase de impacto quería crear en el público?

R.- Lo importante es que el espectador sea capaz de identificarse con cualquier personaje de la obra. Juan Mayorga entendió que había que potenciar la humanidad de los personajes para que nos diéramos cuenta de que cualquiera puede establecer una relación de violencia o dominio sobre otra persona y que existe una zona gris donde víctima y verdugo se confunden. Al público le puede caer bien el extorsionador y no apiadarse del extorsionado y no queda claro donde nos encontramos cada uno. De las funciones que hemos hecho hasta ahora el público sale sin saber muy bien que opinar y ese es el éxito de la función.



P.- ¿Se ha implicado el propio Mayorga en este montaje?

R.- Hemos contado con el privilegio de que nos acompañara todo el viaje. Es completamente verdad que escribe a pie de escena y por eso se ha involucrado en los ensayos. Entre otras cosas, ha reestructurado el texto o lo ha limpiado o lo ha depurado cuando lo ha creído necesario. Mayorga quería ir al detalle, es como un cirujano de las palabras, y sobre todo potenciar los ecos que hay dentro de la obra. También, con gran generosidad, nos marcaba detalles de la puesta en escena y ahí ya he tenido en cuenta algunas cosas más que otras. Ha sido como un compañero más en el trabajo.



P.- ¿Qué opina de que un autor de teatro reescriba su obra, como es el caso de Juan Mayorga?

R.- Creo que debería ser así. No debería ser extraordinario que un dramaturgo vivo haga esto. Lo raro debería ser que un dramaturgo escriba una obra, la estrene y se olvide de ella. Juan Mayorga siempre se pone en cuestión. Tiene una mirada crítica pero muy generosa y tiene los oídos abiertos a posibles revelaciones que los demás hagan de su texto.



P.- ¿Qué has querido potenciar en su trabajo con los actores?

R.- Los cuatro actores han trabajado desde la sombra en lugar de hacerlo desde la luz. Esta idea además está en la obra, que plantea que la luz es traicionera porque solo en la sombra podemos alcanzar los secretos que cada uno esconde. También he intentado potenciar esa contradicción que hay en cada uno de los personajes. Los actores además están en la treintena cuando en principio podrían tener cincuenta años pero no hemos simplificado nada del texto, realmente es universal, da igual la edad y el estrato social.



@JavierYusteTosi