Melbourne (enviado especial)

¿Ganará Roger Federer su Grand Slam número 20 en el Abierto de Australia y volverá a reírse de los récords en la cara? A falta de dos partidos, la unanimidad entre el vestuario, los expertos y los aficionados es casi absoluta: algo inesperado tiene que suceder para que el número dos del mundo se marche de Melbourne sin la copa bajo el brazo. 

Los motivos son sencillos. El suizo, que este viernes se enfrentará al sorprendente Hyeon Chung por el pase a la final, no ha perdido un set en sus cinco partidos anteriores, gobernados con la autoridad que le distingue cuando juega a su mejor versión. Ni las semifinales ante el coreano (novato en cruces de la máxima exigencia, y posiblemente desgastado por sus victorias frente a Alexander Zverev o Novak Djokovic) ni la final ante Marin Cilic (vencedor 6-2, 7-6 y 6-2 de Kyle Edmund el jueves por la noche) son enfrentamientos imposibles para Federer, que antes de empezar el primer grande del año tenía un cuadro durísimo (Sam Querrey o Milos Raonic en octavos, Juan Martín Del Potro o David Goffin en cuartos, Zverev o Djokovic en semifinales y Rafael Nadal en la final) y que con el paso de los días ha visto como todos esos potenciales rivales iban cayendo uno a uno, allanándole sensiblemente el camino hacia el trofeo.

“De momento, estoy con muchas ganas de enfrentarme a Chung”, reconoció el suizo. “Jugó un partido increíble contra Djokovic. Ganarle a él aquí es una de las cosas más difíciles de conseguir en nuestro deporte. Sé que posiblemente Novak no estaba al 110%, pero se encontraba bien y luchó hasta el final”, prosiguió el número dos. “No sé exactamente a qué rivales más ha ganado durante el torneo, pero recuperarse de una victoria contra Novak y seguir adelante es difícil. Eso demuestra que ha tenido una gran fuerza mental”, elogió. “Es un partido interesante para mí. Tendré que analizar cómo jugarle porque posee algunas cualidades excelentes, especialmente defendiéndose, como demostró ante Djokovic”. 

A los 36 años, que Federer tenga a tiro otro título en Australia, el que supondría su segundo cetro consecutivo en Melbourne y el tercer Grand Slam ganado de los últimos cinco disputados, remarca tres cosas. La primera, que lo sucedido en 2017 no fue ni mucho menos casualidad (siete títulos), por si todavía había alguien que lo dudase. La segunda, que la fórmula del suizo (gestionar esfuerzos, eligiendo bien su calendario para jugar cada vez menos) sigue teniendo éxito. Y la tercera, que nadie como Federer se ha aprovechado del mal momento de forma de las grandes estrellas que han brillado en los grandes escenarios durante los últimos tiempos.

Es 2018, pero Federer sigue ganando igual que siempre, como si las canas y el paso del tiempo le abriesen el apetito. Fascinante.

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