Londres (enviado especial)

A Roger Federer se le torció el gesto en el arranque de la segunda manga, mucho antes de que David Goffin le remontase 2-6, 6-3 y 6-4 para dejarlo fuera de la final de la Copa de Maestros de Londres y poner fin a su sueño de levantar un séptimo título de récord. El belga, que hasta hoy había perdido los seis precedentes con el suizo (el último hace unas semanas en Basilea), se recompuso tras un arranque malísimo, aprovechó las debilidades de su contrario y logró lo que nadie en todo 2017: vencer en el mismo torneo a Rafael Nadal (primer partido de la fase de grupos) y a Federer para pelear por el título de campeón este domingo contra Grigor Dimitrov, que superó 4-6, 6-0 y 6-3 al estadounidense Sock. [Narración y estadísticas]

“Es un poco decepcionante para mí porque esto es pista cubierta, una superficie en la que me gusta jugar”, reconoció el suizo, el gran candidato para celebrar la copa. “Tuve mis oportunidades y no las aproveché y esa fue la gran diferencia”, prosiguió Federer, que solo aprovechó dos de las 11 bolas de break que se fabricó. “Lo que ocurrió hoy es menos importante si miro la temporada entera. Estoy muy contento porque ha sido un año increíble para mí. Estoy feliz de haber jugado a este nivel prácticamente desde el inicio hasta el final de la temporada”. 

“No tengo palabras”, le siguió luego Goffin. “No puedo describir cómo me siento. Estoy muy feliz de haber jugando así ante Roger. Es un momento especial, increíble”, siguió el belga, que hace unos días tumbó al número uno y en semifinales abrochó otro triunfo ante el dos. “Ambos son especiales. Fue la primera vez ante Rafa. Después llegué a semifinales también por primera vez. Y ganar a Roger en un evento de esta categoría… ha sido un momento perfecto”, insistió. “Es el mayor triunfo de mi carrera sin duda”.

El Federer bailarín de la primera manga, de piernas rápidas y movimientos acompasados, desapareció en la segunda. Como alguien hubiese tirado el cable que había estado dándole energía ilimitada, el número dos del mundo se atrapó en su propia idea de juego ofensivo y comenzó a cometer un montón de errores que Goffin recibió con los brazos abiertos, aprovechando una oportunidad irrechazable para intentar una reacción que alimentó con fuerza su contrario. 

Poco a poco, el número ocho pasó de no decir nada en el partido a decirlo todo. En consecuencia, le ganó al campeón de 19 grandes el segundo set, se adelantó rápidamente en el tercero (2-1 y saque) y mantuvo con solvencia esa ventaja, pese a que Federer intentó apretar con lo poco que tuvo al alcance de su mano hasta terminar marchándose de Londres derrotado. Al número dos, que se metió en un buen lío al ser incapaz de mantener el ritmo del comienzo, le faltó capacidad de recuperación, tono competitivo y un punto de filo cuando el cruce se apretó.

Lo del belga, por supuesto, fue ver para creer. En su primer encuentro en el torneo, Goffin sufrió horrores para ganar a un Nadal limitadísimo (con una carga de estrés en el tendón rotuliano de la rodilla derecha) que luego se retiró del torneo. En el segundo, se fue derrotado por paliza ante Dimitrov, que dejó su clasificación para semifinales colgando de un hilo. En el tercero, y con toda la presión del mundo encima, pudo superar a Dominic Thiem para pasar la fase de grupos y abrir la puerta de lo imposible. 

El sábado, con un Federer que comenzó eléctrico, Goffin firmó una remontada de las grandes, conquistó el territorio favorito del suizo y se plantó en la final, donde le espera Dimitrov en un cruce impensable. En Londres, en el último partido del año, sorpresa más sorpresa igual a sorpresa al cuadro. 

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