A su muerte lo llamaron empresario humanista. Es la medalla que se le coloca a quienes con un producto crean una solución. La fregona. Este invento de Manuel Jalón Corominas (Logroño, 1925 – Zaragoza, 2011) -con el que intentó “dignificar un trabajo humilde”- entró el año pasado en el Museo Nacional de las Artes Decorativas. La Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte compró un cubo y un mocho en 2017, tal y como ha informado Carlos González-Barandiaran, secretario de la Junta, en los Encuentros Internacionales de Gestión Cultural Pública 18.

Es la compra más valiosa de 2017”, aseguró el responsable que quiso establecer la diferencia entre el precio y el valor de las obras de arte en el mercado. El Estado pagó por el cubo 300 euros. Según el representante del organismo, este diseño de Jalón es uno de los más representativos del diseño español de todos los tiempos, “junto con el chupa-chups”. Si fuera por las leyendas que hablan de su emprendeduría, habría inventado Silicon Valley antes de las aventuras de Steve Jobs y Bill Gates.

El invento de Jalón es de 1956, en colaboración con el personal de la base militar en la que trabajaba como ingeniero aeronáutico. En 1958 creó la empresa Rodex, dedicada a la producción, comercialización y venta del mocho y el cubo de fregar. En 1984 el término “fregona” se incorporó al diccionario de la RAE (“utensilio para fregar sin arrodillarse”).

González-Barandiaran también apuntó otras compras importantes en los últimos cinco años, como La oración en el huerto, para mejorar la colección del Museo Nacional del Prado, por el que pagaron en 2013 700.000 euros. En 2017 adquirieron el Códex Trujillo, por 54.000 euros, para el Museo de América. Y para el Museo del Traje, por 450.000 euros, compraron 150 prendas del siglo XIX y XX, con piezas de creadores internacionales y nacionales, como Sibila.

Discreción y opacidad

El último catálogo de Adquisiciones de Bienes Culturales publicado por el Ministerio de Cultura es del año 2014. La opacidad define al organismo que asesora de las compras al ministro de Cultura (y que nunca se ha opuesto a sus decisiones en un siglo de vida). “Tienes que ser discreto, igual que Hacienda no publica los datos de la Renta de todos nosotros. Los datos de carácter personal son custodiados por la Junta con cierta discreción”, cuenta González-Barandiaran.

Al responsable le molesta que cualquiera pueda opinar sobre la actividad de la Junta. “Si todo español tiene dentro un seleccionador de fútbol y todo el mundo opina quién debe ir a la selección, también todo el mundo tiene una opinión de lo que debería comprar el Estado y lo que debería retenerse”, dice. “Pero eso son opiniones. La Junta está compuesta por 22 sabios especialistas en todas las áreas de la Historia del Arte y en Hacienda”.

Falta de transparencia y escándalos

Ellos deciden sobre los informes de venta y exportación y dan luz verde. Pero a diferencia de un seleccionador de fútbol, no rinden cuentas de su trabajo ante nadie. No tienen una misión declarada y publicada, no ejercen mecanismos de evaluación y nadie fiscaliza su trabajo. ¿Resultado? Que el presidente de la Junta, Simón Marchán Fiz venda a la Junta su archivo personal por 60.000 euros y la Junta decida comprarlo, en 2013. “El presidente se inhibió de la compra [salió de la sala en ese momento] y le presentó la dimisión al Director General de Bellas Artes de ese momento [Jesús Prieto], pero no la aceptó”.

Por otro lado, González-Barandiaran también informó del gasto en adquisiciones invertido el año pasado: 4,4 millones de euros. El 8% de esa cantidad proviene de la asignación de los Presupuestos Generales del Estado (375.000 euros), el 10% de capítulos propios y el 60% llega del 1% cultural desgranado de las inversiones en obra pública. En este aspecto, es el Ministerio de Fomento el que mayores aportaciones hace.

Cuatro millones para compras

Otra fuente de ingresos propios para comprar obras que amplían las colecciones de los museos públicos es la tasa con la que se grava las ventas exportadas a terceros países (no europeos). Lo recaudado por este impuesto se ingresa en el tesoro público, que se recupera y se gasta en adquisición de obras de arte. También les llega dinero por transferencias de partidas no ejecutadas desde otras unidades de la Secretaría de Estado de Cultura.

En 2013, la Junta invirtió 4 millones invertidos en adquisición; en 2014, 3,4 millones de euros; en 2015, 3,7 millones de euros; en 2016, 1,2 (Gobierno en funciones y sin gasto). “Nos hemos mantenido en una cantidad que ronda los cuatro millones de euros”, explica el secretario del organismo.

62 expedientes rechazados

Tal y como ha informado Carlos González-Barandiaran a este periódico, en 2017, el organismo permitió la salida del país de obras de arte por un valor de 429.694.892 euros. La Junta denegó 62 expedientes de exportación y permitió que abandonaran España para siempre 8.405 piezas, en dicho año. Además, adquirió 21 obras de arte (y no adquirió 13 sobre los que tenía derecho de tanteo). El 2014 dieron luz verde a la venta de 10.581 obras de arte en el extranjero y detuvo la de 70.

No se sabe cuántas unidades se crearon de la fregona Rodex, aunque para la casa de subastas que lo vendía hace un año no debieron de ser una gran cantidad, porque “mucha gente no las ha conservado”. Su inventor lo llamó “lavasuelos”, pero al comercializarse su primer vendedor, Enrique Falcón, creó el nombre con el que pasaría al Diccionario y de ahí a los museos.